y la batalla de Acosta Ñu
22 de Agosto de
2022
Autor: Ana Pais
(@_anapais) BBC News Mundo
La Guerra de la
Triple Alianza tuvo un saldo devastador no solo para el ejército de Paraguay,
sino para el país en general.
Hace 150 años
Paraguay fue el escenario de Acosta Ñu, “una de las más terribles batallas de
la historia militar del mundo”.
Así lo afirmó el
periodista brasileño Julio José Chiavenato en su famoso “Genocidio americano:
guerra de Paraguay”, un libro publicado hace cuatro décadas que reescribió la
historiografía regional.
Y si bien muchos
de su datos han sido matizados o desmentidos, el texto sirvió para echar luz
sobre lo que hoy sí es ampliamente reconocido como el enfrentamiento
internacional más sangriento de la historia de América Latina: la Guerra de la
Triple Alianza.
Esta guerra, que
duró de 1865 a 1870, enfrentó a Paraguay contra los ejércitos aliados de
Brasil, Argentina y Uruguay.
Se calcula que en
esos 5 años murieron entre 200.000 y 300.000 paraguayos, que entonces
equivalían a la mitad de la población del país y de los cuales el 80% eran
hombres.
La fascinante
historia de las mujeres que donaron sus joyas para financiar al ejército de
Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza
Entonces, ¿qué
pasó en Acosta Ñu para convertirse en “el símbolo más terrible de la crueldad
de esa guerra”?, como escribió Chiavenato.
La diferencia con
el resto de las batallas es que aquella del 16 de agosto de 1869, donde este
viernes el gobierno paraguayo inaugura un monumento, fue peleada por niños y
adolescentes.
Tanto marcó al
país esta batalla que es también la fecha en que se conmemora el Día del Niño.
“El año 1869 marca
definitivamente el concepto de guerra total”, dijo el historiador paraguayo
Fabián Chamorro a BBC Mundo.
“Guerra total
-continuó- es cuando la población civil es alcanzada por los combates”.
Había niños en
ambos bandos de la Guerra de la Triple Alianza, pero en Acosta Ñu hicieron algo
que no era normal: pelearon.
Con el ejército
paraguayo ya exterminado, explicó Chamorro, varias figuras importantes dentro
de las fuerzas aliadas empezaron a señalar que la guerra ya estaba terminada y
que era tiempo de retirarse.
De acuerdo con
Chiavenato, una de estas figuras era el general Luís Alves de Lima e Silva, luego
duque de Caxias, quien lideraba las tropas brasileñas en Paraguay.
“¿Cuánto tiempo,
cuántos hombres, cuántas vidas y cuántos elementos y recursos necesitaremos
para terminar la guerra, es decir, para convertir en humo y polvo a toda la
población paraguaya, para matar hasta el feto en el vientre de la mujer?”,
reclamó al emperador de Brasil.
Pero la orden era
que el fin de la Guerra de la Triple Alianza llegaría solo tras la muerte del
presidente de Paraguay, el mariscal Francisco Solano López, algo que pasaría el
1 de marzo de 1870.
“No había
necesidad de hacer esta operación de cacería, donde la peor parte se la llevó
la población civil”, afirmó Chamorro.
Por su parte,
Solano López cada vez reclutaba soldados más jóvenes.
“Primero tenían 16
años y luego 14, 13 años”, dijo a BBC Mundo Barbara Potthast, profesora de
historia ibérica y latinoamericana en la Universidad de Colonia, Alemania,
quien llegó a encontrar registros de enrolamientos de niños de 11 años.
No obstante, los
detalles sobre el enfrentamiento en sí de nuevo difieren.
Potthast contó
que, para que los soldados aliados no se dieran cuenta de que peleaban contra
niños, se pusieron barbas falsas. Chamorro aseguró que no pueden haber tenido
tiempo para preocuparse por esos detalles.
Incluso se dice
que los pequeños iban armados con palos que simulaban ser rifles.
“Los niños de 6 a
8 años, en el calor de la batalla, aterrados, se agarraban de las piernas de
los soldados brasileños, llorando, pidiendo que no los matasen. Y eran
degollados en el acto”, escribió Chiavenato en su influyente libro, según la
traducción del Portal Guaraní.
Por la tarde,
agregó, cuando las madres recogían los cuerpos de sus hijos y aún había
heridos, los brasileños quemaron el lugar.
En cambio, el
general brasileño Dionísio Cerqueira, quien estuvo en la batalla, dio otra
perspectiva: “¡Qué lucha terrible esa entre la piedad cristiana y el deber
militar! Nuestros soldados decían que no daba gusto pelear con tanto niño”.
“El campo quedó
lleno de muertos y heridos del enemigo, entre los cuales nos causaban gran
pena, por el abultado número, los soldaditos, cubiertos de sangre, con las
piernecitas quebradas, algunos de los cuales ni siquiera habían llegado a la
pubertad”, agregó.
Y continuó: “¡Cuán
valientes eran para el fuego los pobres niños!” Potthast, por su parte,
encontró relatos que afirmaban que estos pequeños no lloraban, aún al ser
heridos.
En palabras de la
historiadora alemana, el único punto en común entre los observadores e
historiadores de todos los bandos era “el valor y coraje de la lucha de los
paraguayos, inclusive los niños soldado”.
La batalla de
Acosta Ñu se desarrolló cerca de lo que hoy es la ciudad de Eusebio Ayala, en
el centro de Paraguay, y fue, en palabras de Chamorro, “una verdadera masacre”.
“De un lado
estaban los brasileños con 20.000 hombres”, escribió Chiavenato. “Del otro, en
el medio de un círculo, los paraguayos con 3.500 soldados de 9 a 15 años, no
faltando niños de 6, 7 y 8 años”.