en la historia universal de la infamia
Por Roberto
Azzareto
Foro Patriótico
Manuel Belgrano, 4-9.22
En 1940 seis
diputados nacionales, tanto oficialistas como
opositores, fueron acusados por un senador nacional cercano al
gobierno, de instrumentar una maniobra
para cobrar sobornos, en la expropiación
de tierras para el aeropuerto militar del Palomar.
De inmediato
fueron expulsados de la Cámara de Diputados y de los respectivos partidos
políticos.
Nadie dijo “que se expida la justicia” o que “hay
presunción de inocencia” o que “hasta
que la condena este firme en todas las instancias no puede expulsarse a nadie de la Cámara”.
Tampoco ninguno
habló de lawfare ni acusó a connivencias
entre medios, oligarquías, grupos empresarios,
sinarquías, imperialismos varios, a que nos tienen acostumbrados desde hace largo tiempo algunos personajes para
explicar sus falencias, fracasos,
desmanes e incluso crímenes.
Simplemente se
actuó con celeridad y decisión, porque,
aún imperaban valores que apreciaban el
prestigio social, el nombre limpio, el honor, la trayectoria, la decencia.
Hoy molesta cómo
ofenden la inteligencia, negando el plan de
saqueo orquestado por Néstor Kirchner y continuado por su esposa y sucesora en la presidencia.
Si un secretario
privado, como lo era, Daniel Muñoz, pudo
acumular una fortuna superior a los cien
millones de dólares, ¿puede negarse la corrupción de la familia presidencial?, ¿en qué país del mundo un
secretario privado de un jefe de estado
puede lograr ese patrimonio? Seguro en ninguno en que impere el derecho y cuente con instituciones
fuertes.
Pero sobre
todo molesta y duele que, sectores
juveniles, tradicionalmente los más
cuestionadores del poder, los supuestamente más principistas y más reclamantes de reformas por la natural frescura
de la edad, plena de esperanzas en el
mejoramiento social, tengan tanta obsecuencia con la familia que organizó el saqueo más
escandaloso de la historia argentina,
además de haber desaprovechado por su incompetencia, ignorancia, prejuicios y aldeanismo, la oportunidad más
cierta que tuvo nuestro país para
iniciar un ciclo de crecimiento y desarrollo que posibilitara abatir la pobreza y evitar la indigencia.
Cristina Fernández sabe que las causas demoran, antes
de una sentencia definitiva, demasiado
tiempo. Por eso lo que la irrita, no es el temor a la cárcel, sino la exposición diaria del
alegato de los fiscales, a la que se
sumarán, más pronto que tarde, otros alegatos, como, el de la causa de los cuadernos.
No puede ocultar
ante la sociedad la magnitud de las
conductas escandalosas de su familia y su proyecto de apropiarse de empresas.
Las pruebas
abrumadoras llevan a los abogados de
Cristina y cómplices a defenderla con chicanas pues no pueden presentar nueva refutación creíble de
las pruebas. Y llevan a ella y sus
genuflexos a decir disparates que agravian el estado de derecho.
Su corte de pobres gentes degradan las
instituciones y a ellos mismos, atacando
a los jueces y fiscales que no consiguieron doblegar. Sólo les queda la chicana y la amenaza.
Para colmo los
jueces del tribunal oral y los fiscales acusadores ocupan sus cargos a propuesta del gobierno de
Cristina, que además controlaba el
Consejo de la Magistratura y el Senado. Carecen hasta de la posibilidad de chicanear que fueron
nombrados por Macri.
Mientras tanto, jueces delincuentes como Walter Bento,
aún ocupan sus juzgados, como en otros
tiempos no tan lejanos lo hicieron con el beneplácito de los Kirchner y sus adulones, los Canicoba
Corral o los Oyharbide y tantos otros
que están al servicio del poder en la mayoría de las provincias argentinas.
Todo esto sucede
en medio de una crisis económica social
consecuencia de años de no encarar el problema de la erosión de la moneda nacional, que afecta los
ingresos de los trabajadores, impide al
ahorro y como consecuencia inevitable desalienta la inversión.
Hace dos décadas
que la tasa de inversión es inferior a
los dos dígitos, es decir no alcanza para reponer el capital productivo del país y su infraestructura.
Lamentablemente no
tenemos un presidente sino un empleado de la acusada de corrupción y
compitiendo para ser el más genuflexo.
El que presume de ser hijo de un juez, aunque no
lo sea y de ser profesor de derecho,
aunque no ganó ningún concurso de oposición, está demostrando escasos conocimientos en lo que
presume conocer con su tendencia a
opinar sobre magistrados, juicios y sentencias violando el juramento de respetar y hacer respetar la Constitución
Nacional, empezando por su artículo 36.
Su participación
en el programa A dos voces y sus
comentarios sobre el asesinato de Nisman, demostrado en sede judicial, y su alusión a un posible
suicidio del fiscal Luciani ya incluye
al señor Fernández por sus dichos canallescos en la historia universal de la infamia.
Por otra parte,
recordando la frase “dime con quien anda
y te diré quién eres”, observamos al denominado
“superministro” Sergio Massa, rodeado de los, que solo saben hacer negocios en base a sus vinculaciones con el
poder, monopolizando los depósitos oficiales
en los bancos provinciales, o vendiendo bienes y servicios al Estado o gozando de privilegios
fiscales y aduaneros como los otorgados
en Tierra del Fuego.
En cambio el país
que genera la riqueza y los dólares, se
capacita, trabaja, innova, crea, construye
sigue ausente en el interés de la política, salvo, para expoliarlo.