ESPAÑA GENOCIDA
La página del
Equipo Nacional de la Pastoral Aborigen (ENDEPA) informa:
“Campaña del
desierto”: Solicitan que la Justicia reconozca el genocidio sobre Pueblos
Indígenas”
CATAPULTA, 30-8-22
Artillero: Augusto
Padilla
“El día 16 de
agosto, Ivana Noemí Huenelaf, mujer Mapuche-Tehuelche, presentó la denuncia
ante los Tribunales Federales de Retiro en la Ciudad de Buenos Aires. Realizó
la presentación junto al abogado Fernando Cabaleiro, miembro de la ONG
Naturaleza de Derechos. “Para que se inicie un Juicio por la Verdad a los fines
de que se investigue la comisión de hechos atroces que encuadran dentro de la
figura de genocidio: torturas, fusilamientos, desapariciones forzadas y
abandono de personas, apremios ilegales, traslados forzosos, disposición y
reducción a servidumbre de personas y sustracción de menores”, menciona el
texto de la denuncia.
Más de una vez
CATAPULTA ha señalado la acción disolvente y subversiva de ENDEPA, que apunta a
la desintegración territorial de nuestra Patria, en nombre de los supuestos
derechos de “los pueblos originarios”, cuyos cabecillas -¿financiados por
quién?- fomentan la sublevación contra el Estado nacional.
Por supuesto que
la Conferencia Episcopal, responsable de ENDEPA, hace mutis por el foro,
temerosa de la reacción histérica del habitante de Santa Marta, desquiciado
mentalmente por su “amazonitis”, apoyada
por el mundialismo.
A estas alturas,
estimo que el próximo paso de estos cipayos será denunciar a la Madre España
como autora de un fenomenal genocidio, ante el beneplácito de Bergoglio, un
jesuita totalmente descastado, indigno hijo del Gran Capitán Ignacio.
Nota catapúltica:
1)Cagatintas de
ENDEPA: La Ivana no es mapuche-tehuelche, sino argentina. En cuanto al rábula
Cabaleiro, recuérdese que fue uno de los autores de la “desaparición del anarquista Maldonado, un invento del
indigenismo, qe le posibilita a su familia vivir con un jugoso subsidio
estatal,que obviamnte pagamos entre yodos. ¡Vaya par de sinvergüenzas!
2) La Campaña del
Desierto fue un gran acierto estratégico
del Gral. Roca, que compensa en parte la nefasta sanción de la ley 1420, cuyo
laicismo devastó a la educación argentina.
Por otra parte, el General pertenecía a una familia federal, de allí que la
Campaña no hizo más que continuar la que había emprendido Rosas en 1833.