Alberto Buela
Informador
Público, Oct 20 del 2022
Salió en estos
días un excelente artículo, sin firma, sobre la CGT en la agencia de noticias
Urgente 24, en donde sostiene que la CGT quiere más espacio político en la
lista de candidatos dentro del movimiento peronista, pero que esto está
mostrando la debilidad de la CGT que no logra de suyo y por sí misma imponer
sus candidatos.
Hasta acá el
razonamiento es correcto pero esta incapacidad la atribuye a que “la CGT tal
como la conocemos, es una herramienta antigua, propia de otra Argentina y de
otro PJ”.
Y este es el
error. Porque la CGT es el instrumento político de los sindicatos adheridos a
ella. Pero la CGT no es patrimonio del peronismo pues hay gremios que no lo
son. La rama político-sindical del peronismo son las 62 Organizaciones.
La CGT como
herramienta política de los sindicatos está obligada de suyo por sus propia
naturaleza peticionar, exigir, condicionar, solicitar, negociar, etc. con el
gobierno de turno para que las cosas se hagan como ella solicita. Y si todo
esto no da resultado tiene que utilizar la vía de la fuerza llamando al paro, a
la movilización o a la huelga general. Que si no da resultado, puede
transformarse en “huelga general revolucionaria”(Sorel).
La presencia del
movimiento obrero en la vida política tanto partidaria como nacional depende
solo de él. Y esta no es tarea de la CGT, es tarea de las 62 Organizaciones
peronistas.
El artículo
mencionado culpa de incapacidad a la CGT debido a su estructura obsoleta, vieja
y retrógrada que lo único que logra es conservar los privilegios de
sindicalistas enriquecidos. Eso es en parte cierto, pero el fracaso del
sindicalismo en integrarse a la política no se explica por esos fallos sino
porque el sistema de representatividad política liberal que rige en Argentina y
no permite a ninguna otra institución la representación en el Congreso que no
sea el partido político.
No es que los
sindicalistas sean incapaces o corruptos lo que explica su fracaso en la
política las veces que han participado. Muchos secretarios generales lo han
hecho como diputados y fueron absorbidos por el partido político. Y esto ocurre
y ocurrió porque los partidos políticos tienen el monopolio de la
representación política y no permiten que se rompa ese monopolio, ni desean
compartirlo. Ellos afirman que es por el principio de igualdad ante al ley que
son los únicos que pueden representar al pueblo, pero lo que defienden es un monopolio
colgado de las arcas del Estado.
El peronismo
histórico o el peronismo nacionalista (de Patria Grande) vio el problema y creó
(antes el peronismo creaba e inventaba) la Constitución del Chaco de 1951 a
instancias de Evita, donde en el momento de votar se lo hacia por dos listas:
1) la de los diferentes partidos políticos (socialistas, peronistas, radicales,
etc. y 2) la de las diferentes organizaciones sociales (cámaras empresarias,
cooperativas, sindicatos, asociaciones, etc.).
No es creando un
partido político (hoy el Mesa Nacional sindical peronista) como la CGT puede
resolver el problema de la participación obrera en la política partidaria sino
modificando el régimen liberal de representación política. En esto hay que
insistir. Esto hay que lograr.
Que no gaste la
CGT tiempo y dinero haciendo cursos repitiendo la monserga peroniana de “mejor
que decir es hacer o cada peronista lleva en su mochila el bastón de mariscal.
No. Que ocupe sus esfuerzos en propuestas de cómo combatir la inflación, sobre
nuevas condiciones de trabajo, sobre mantenimiento del empleo, sobre la deuda
pública. Que haga autocrítica sobre la destrucción de la educación pública por
parte de los propios sindicatos del sector. Que denuncia el aparato burocrático
de algunas Federaciones que solo engordan a parásitos sindicales.
En fin, tiene
mucho por hacer. Que la CGT retome la iniciativa