el canal que revisa el pasado por fuera del
dogmatismo laico de la corrección política
Claudia Peiró
Infobae, 26 de
Noviembre de 2022
“Mates con
historia” es una idea que a Pablo Yurman le inspiró la pandemia. “Durante el
encierro, me parecía que todo el mundo tenía un canal de Youtube”, dice y así
decidió trasladar las charlas de sobremesa producto de inquietudes de sus hijos
adolescentes sobre acontecimientos y protagonistas de la historia argentina y
universal a ese formato.
Abogado y profesor
de Historia Constitucional Argentina en la Universidad de Rosario, Yurman se
dedica desde hace varios años a la divulgación histórica, a través de libros y
artículos en medios santafesinos y nacionales. La larga cuarentena iniciada en
2020, le presentó el desafío de un nuevo medio: el video. Así nació el canal de
Youtube “Mates con Historia”, que ya ha producido títulos como “Julio A. Roca:
del patriciado a la oligarquía”, “Obligado, la arenga de Mansilla, todavía
vigente”; “El calendario gregoriano, en base a cálculos españoles”; “Juan
Lavalle, la espada sin cabeza” o “De Ricardo Corazón de León a Windsor S.A.”,
entre muchos otros.
“Mates” tiene un
antecedente editorial: el libro Instantes decisivos que marcaron la historia
argentina (Imago Mundi, 2018), en el que Yurman sostiene que la enseñanza de la
historia debe ser “una herramienta para discernir lo principal de lo accesorio,
lo trascendente de lo meramente superfluo” y que la historia “constituye acaso
una suerte de botiquín de emergencias para interpretar el presente, máxime
cuando éste se presenta por momentos indescifrable y confuso”.
En esta entrevista
con Infobae, habla del publico de sus mateadas, de sus referentes en Historia,
de las falsificaciones a designio y las lagunas en nuestro pasado, el carácter
de la colonización hispana y por qué se la cuestiona hoy, y cuenta una anécdota
imperdible sobre el derrotero de una investigación histórica bendecida por
Bartolomé Mitre cuyo resultado fue el contrario al buscado.
— ¿Cuándo y cómo
surgió “Mates con historia”?
— Empezó en plena
pandemia. En pleno encierro, con hijos adolescentes, empezó a hacerse más
masivo el tema de YouTube. En la mesa familiar, mientras almorzamos o cenamos,
no hay pantallas, entonces a veces se dan sobremesas interesantes. Y la
historia siempre es un tema. Como además de abogado, soy profesor de historia
argentina en la Facultad, surgían preguntas, desde la Revolución de Mayo y el
Cruce de los Andes hasta el gobierno de Perón… ¿es verdad papá que tal cosa?
Ahí surgió la idea. ¿Qué impide que uno ponga un canal de YouTube para hablar
de historia? Lo que no tenía en mis cálculos era la difusión, la trascendencia
que tuvo, porque me parecía que la historia era algo que no concitaba mucho interés.
Lo veo como docente. En general los alumnos desconocen mucho de la historia.
Así empezó. De a poquito, con la ayuda de mis hijos, que editan los videos, con
pocos suscriptores. Fue creciendo. Y la gente se va enganchando mucho. Nos
damos cuenta por los comentarios y las visualizaciones.
— Mates con
historia, una charla que dura el tiempo de una mateada…
— Claro. Aunque
nos hemos ido extendiendo un poco. Al principio yo quería videos de no más de
15 minutos porque me daba la sensación, quizás influenciado por hijos
adolescentes, de que algo que dura más de 15 minutos en general no se mira.
Ahora nos estamos extendiendo porque había gente que me decía “te quedaste
corto con tal tema, este tema daba para más”. Pero la idea es esa. Porque uno
podría hacer una conferencia, una clase magistral, una cosa más profesional,
llamémosle así, pero la idea era llevar a YouTube esas charlas de sobremesa, en
las que las cosas se hablan así, a calzón quitado, con más sencillez, con más
pasión y no tanto raciocinio y cálculo frío. Por supuesto que uno habla desde
una posición. Pero la idea es que sea desacartonado y al mismo tiempo serio,
riguroso. Trato de recomendar libros. A veces me piden algunos temas sobre los
que tengo que estudiar antes de hablar. Aunque sea para emitir una opinión, no
quiero que esa opinión aparezca como de trinchera. De eso hay mucho y no me
gustaría caer en eso.
— Cuando cursé
Historia, parecía que había un abismo entre la academia y la divulgación. Como
si tuvieras a los historiadores “serios” en la Universidad, que los leen
especialmente los estudiantes porque están obligados, y después, como se puso
de moda la divulgación histórica, hay una abundante producción muchas veces muy
superficial o de trinchera, como decías, todo leído forzadamente con categorías
de la actualidad. Por ejemplo, “San Martín dio el primer golpe de Estado en la
Argentina”. Es un anacronismo. O caen en el chisme histórico, son paparazzi del
pasado. Creo que se puede hacer historia de divulgación seria y que encontraste
el tono para contar la historia sin caer en algo que no se entienda y a la vez
evitar el macaneo.
— Es verdad que,
en general, hablo por los países hispanoamericanos, la academia es un lugar
selecto llamémosle así. Veo difícil que alguien que viene del revisionismo
histórico pueda tener un sitial en la academia.
— Sí, pero cuando
yo digo academia no me refiero a la Academia de la Historia, me refiero a las
Universidades, a lo académico.
— A lo académico,
exactamente. Hay un problema con lo académico, y me ha pasado con mi tesis
doctoral en Derecho, que es que uno tiene que caer en el estudio pormenorizado,
acabado, erudito, de un micro tema. Entonces uno se especializa en una parcela.
Pero si uno se queda en esa parcela se pierde visión de conjunto y la historia
sin una visión de conjunto es como evaluar tu vida por lo que te pasó en un
día.
— No se entiende
nada.
— Podés ahogarte
en un vaso de agua. Tuve la suerte de tener un gran profesor de historia en el
colegio secundario…
— ¿Quién era?
— Luis D’Aloisio.
Falleció recientemente. A uno lo marcan esos profesores que en sus clases dan
una visión de conjunto. Porque con una visión macro, uno sí puede ir luego y
ver en concreto desde las Invasiones Inglesas, la Vuelta de Obligado, o el
Cruce de los Andes, y darle una interpretación a un hecho puntual en una
situación que es una película y no una foto. También hay un desafío que es cómo
transmitirle a los jóvenes la historia. Pero ellos tienen que hacer un esfuerzo
propio. A mis alumnos de Historia Constitucional Argentina, primer año de
Abogacía, les digo miren, me parece bien que vayan a ver los videos, ahor,:
nadie se recibe de abogado viendo videos. Eso no existe.
— Que lástima…
(risas)
— Hay que leer y
hay que leer a los autores. El hábito de lectura ha sido bastante relegado y
estamos pagando las consecuencias. Yo no le tengo miedo a otros formatos. El
libro es un formato que tiene un período histórico y quizás ahora vuelva a ser
como hace siglos reservado a una minoría. Bueno, hay otros formatos. Un canal
de YouTube hace 20 años no existía, ahora existe y tiene una gran ventaja que
es que lo puede ver cualquiera.
— ¿Tenés idea de
cómo es tu público, quiénes te ven?
— Puedo jactarme
de que es muy heterogéneo. Porque a mí me siguen, por los comentarios y por los
mensajes, desde el nacionalismo católico hasta la izquierda nacional. Hay
liberales que en tono muy respetuoso difieren conmigo respecto de Sarmiento, de
la Generación del 80 y del proceso de Mayo. Hay peronistas ortodoxos. Hay kirchneristas.
Y todos ponderan, digamos, la ecuanimidad, si bien uno habla desde un punto de
vista.
— ¿Y desde el
punto de vista etario?
— Hay profesores
de historia. Hay personas mayores. Pero el otro día iba caminando en Rosario
por la peatonal Córdoba y me cruzo con un chico que tenía uniforme de un
colegio secundario y el chico vuelve sobre sus pasos y me pregunta: “Perdón,
¿usted es el del canal de historia?”
— ¿Cuál ha sido tu
tema más taquillero?
— A veces uno
tiene la expectativa con el tema de esa semana, en general grabamos
semanalmente, y a lo mejor pasa sin pena ni gloria. En cambio nos ha
sorprendido la repercusión de otros, por ejemplo, uno que le dedicamos a la
Batalla de Ituzaingó, una batalla desconocida en su contexto. O quizás conocida
por esto de que la “Marcha de Ituzaingó” es la marcha presidencial, la que se
toca cuando aparece el presidente de la República, o se tocaba, y que era una
partitura de autor desconocido que se toma como trofeo de guerra en la victoria
de Ituzaingó. Ese “Mates con Historia” generó muchos comentarios, hasta de
brasileños. Y de uruguayos, que reconocen en los comentarios que buena parte de
la historia uruguaya es inescindible de la historia de cuando Uruguay era la
Banda Oriental y Artigas tenía un proyecto verdaderamente integrador. El
llamado Padre de la Patria uruguaya, José Gervasio de Artigas, es uno de los
padres fundadores de nuestra nacionalidad y el autor doctrinario del
federalismo rioplatense. Estos mates con historia son realmente un desafío. A
veces toco temas de historia internacional o española o europea, de la Segunda
Guerra mundial, y la gente se engancha y se enganchan personas que no son de
Argentina sino de otros países.
— ¿Interesa o no
interesa la historia? ¿Depende de los temas o de cómo se los presenta?
— Un día, me
acuerdo de esa clase como si fuera ayer, este profesor que nombré antes, que
era revisionista, nos dijo “yo tengo la respuesta de por qué no les interesa la
historia”. Porque nuestra historia ha sido edificada sobre una buena parte de
mentiras o verdades a medias. Falsificaciones a designio, son palabras que usó
Sarmiento, que tenía la gran virtud de ser muy franco. No se guardaba nada y lo
ponía por escrito, como si hoy tuviéramos los whatsapp de Sarmiento. En una
carta escribió: “Usted sabe, no tome lo que hemos escrito de la historia como
oro de buenos quilates porque hemos dicho de todo con tal de sepultar a Rosas”.
Ante una historia hecha sobre verdades a medias, que es una forma de mentir, yo
creo que los jóvenes intuyen eso cuando les meten un perro, cuando hay algo que
no cierra.
— Me acuerdo de
una encuesta muy graciosa en televisión. Le preguntaban a la gente qué pasó el
25 de Mayo. “Nació la patria”, decían, por ejemplo. ¿Y el 9 de julio?...
También… (risas)
— Nacimos dos
veces.
— Siguió un
período durante el cual nos matamos entre nosotros y no está explicado. Creo
que uno de los motivos del éxito del libro Revolución y guerra de Tulio
Halperín Donghi es que trata de explicar qué pasó en ese período tan confuso y
convulsionado. Las luchas civiles, las discusiones, los proyectos. Porque la
historia se enseña fraccionada y así no se entiende qué pasó. Por qué llevó
tanto tiempo organizarnos como nación.
— Fragmentada y
hasta no hace mucho tiempo también había vacíos, por ejemplo, el período de
Rosas…
— En el colegio
nunca llegaba a Rosas, siempre terminaba el año sin que viéramos ese período…
— Se lo sintetiza
como la tiranía. Eso tuvo un efecto que sigue hasta hoy que es que desconocemos
que acá hubo una guerra, que podríamos denominar la Guerra del Paraná, que
durante cinco años la Argentina resistió a las dos principales potencias del
momento, Inglaterra y Francia juntas. Y que si bien comienza con una derrota
militar, la Vuelta de Obligado, esa guerra continúa y termina con dos tratados
de paz en los que estas dos potencias reconocen la soberanía argentina. O sea,
les ganamos a ellos. Y eso está oculto. Yo vivo en Rosario, y a 40 kilómetros
de Rosario tuvo lugar la batalla de Punta Quebracho, el 4 de junio de 1846.
Parecido a lo que pasó cuando nuestra Fuerza Aérea hundió como cinco naves
británicas en la Guerra de Malvinas. No hay países en el mundo que logren eso.
— Es la misma
razón por la cual el exilio de San Martín estuvo silenciado por años. Nadie
explica por qué un general victorioso y supuestamente reconocido por todos se
va, deja su patria por 20 años y muere en el exilio. Se habla además de un
retiro silencioso. Lo cual es falso, porque San Martín intervino varias veces
en los asuntos del Río de la Plata. Una vez precisamente por esta guerra.
— Por eso Mitre,
que es el primero en hacer la historia de San Martín, y el primero que tuvo
acceso a su archivo, necesita presentar a las generaciones posteriores un San
Martín que es un genio militar, lo cual era cierto, pero despojado totalmente
de ideas políticas. El San Martín mitrista es un San Martin apolítico. Una gran
falacia, es algo mentiroso. Pero decir que no tenía ideas políticas es de
alguna manera decir que no tenía enemigos políticos. Debemos preguntarnos si
alguien que recorrió todo el continente durante quince años, que estuvo en
contacto con todos los estamentos sociales y políticos de su época, podía no
tener un coranzoncito político…
— Lo quisieron
presentar como una espada sin cabeza.
— Una máquina de
hacer guerra…
— Que no pensaba.
— Claro que tenía
sus ideas, tenía sus proyectos, que diferían del proyecto de otros que son los
que ganan esa guerra civil.
— Esto de las
fechas fundacionales deforma la historia. Cuando ingresé a la facultad, había
una materia “Argentina colonial”. Aparecieron los deconstructores que dijeron
“no existía la Argentina en la época colonial”. Formalmente es cierto, pero eso
lleva a creer que la historia argentina empezó el 25 de mayo de 1810 y que todo
lo anterior, la impronta castellana, la colonización hispana, no incide en lo
que es la Argentina hoy. La Argentina apareció de repente el 25 de Mayo. Vos en
cambio decías que Isabel la Católica es un personaje de nuestra historia, no
sólo de la historia española.
— Claro, claro. A
Isabel la Católica deberíamos pensar seriamente en considerarla la madre de
Hispanoamérica. Es la madre que nunca pisó este continente pero que quizás lo
imaginó. Pero ella fue muy clara, cuando dicta su testamento es muy enfática al
pedirle a sus sucesores, y esto esencialmente lo tomará su nieto Carlos, que
traten a los naturales de América, a los indios, como sus vasallos. Hoy quizás
la palabra vasallo suene fea pero en esa época era casi como decir cuídenlos
como si fueran mis hijos.
— Además los
equiparaba con el resto de los españoles.
— Por eso los dos
primeros siglos España no va a tener en su léxico la palabra colonia. Es una
palabra que viene de Francia dos siglos después. Estos territorios eran
llamados Reinos de Indias. Limeños, mexicanos, correntinos y porteños gozaban
de los mismos derechos y obligaciones que un toledano o que un madrileño.
Después sí, con los Borbones en el trono español, a partir de 1700, se va a
trastocar y desdibujar la relación y va a pasar a ser una relación asimétrica
metrópoli colonia. Esto va a ir generando una olla a presión. Pero eso no fue
la situación de los dos primeros siglos de la colonización ni era así cómo
pensaban América desde España Fernando el Católico e Isabel.
— De hecho, la
política borbónica, que buscó apretarles las clavijas a las colonias, provocó
también las revoluciones, contribuyó a generar todo el movimiento
independentista.
— En la propia
Francia esa política termina como vimos que terminó. Porque era una monarquía
absolutista para la que el pueblo era un convidado de piedra. Desde la teoría
se lo justificaba con autores que hablaban del origen divino de la monarquía.
Eso era ajeno a la España que nos parió como cultura, que dio origen a
Hispanoamérica, en donde se predicaba desde el 1500 que el pueblo era un actor
protagónico, no un mero espectador en el origen del poder. Y sobre las
revoluciones, hay que decir que no siempre los revolucionarios tuvieron por
objetivo que la independencia de la metrópoli supusiese, como terminó siendo,
la balcanización en veinte repúblicas. De hecho, hay documentos que hablan de
un San Martín que apuesta a que por lo menos se conserve la unidad de los
virreinatos, porque sabe que contra un poder emergente como va a ser la Inglaterra
que logra vencer a Napoleón es muy poco lo que puede hacer un país pequeño como
muchos de los que se crearon a partir del proceso de 1820.
— ¿Qué
historiadores son tus referentes?
— Empecé leyendo
historia argentina con José María Rosa, un autor bastante conocido dentro del
revisionismo histórico. Su historia argentina en 13 tomos llegaba hasta el 17
de octubre de 1945. Luego de su muerte, Fermín Chávez y otros autores
completaron esa obra. Pero para mí lo más documentado es la Historia argentina
de Vicente Sierra. Llega hasta la Batalla de Pavón. Son nueve o diez tomos en
los que se encuentra a alguien que realmente se pasó la vida buscando en
archivos y uno agradece tanto que haya habido gente que fue la contracara de
aquellos que vos mencionabas al comienzo, gente que no estaba en el chisme
historiográfico. Un trabajo serio, documentado. Una obra titánica. Por supuesto
con un sesgo, con una impronta nacionalista e hispanista. Hasta no hace mucho
tiempo rescatar la obra de España era bastante común en los historiadores
porque es tan visible y evidente la impronta que dejó en un continente con
universidades que aún hoy funcionan, hospitales, infraestructura y sobre todo
una cultura artística, que es muy difícil denostar de un día para el otro. Es
muy difícil. Pero lo están haciendo.
— ¿Qué pasa
actualmente en los colegios con la enseñanza de la historia?
— Lo sé por mis
hijos que incluso van a un colegio privado pero en esto no hay demasiada
diferencia con los públicos. En la escuela pública se asume como un dogma, por
ejemplo, se sintetiza que España cometió un genocidio y que no hay nada más que
discutir. Básicamente el mensaje se reduce a eso. Colón llegó a una América que
era una suerte de Edén, era idílico, no había combates entre tribus, en fin.
— ¿Se está
instalado eso como una verdad?
— A lo sumo algún
docente puede dar una visión algo distinta, pero la corriente, la línea que se
baja a nivel Ministerios, es esa. En el ámbito privado podés tener alguna
disidencia puntual pero también ha calado mucho esto de la dictadura de lo
políticamente correcto. Porque ahora hay una forma más sutil (de censura) que
en otras épocas, que es lo políticamente correcto, aquello que se supone que
hay que decir y opinar y de lo cual los centinelas ideológicos no te permiten
apartarte, bajo pena de linchamiento. Eso genera un miedo que se traduce en
autocensura que es la peor de todas porque el que está del otro lado ni
siquiera tiene que levantar el dedo. Eso ha calado mucho, ha entrado mucho. Por
supuesto que hay excepciones. Por supuesto que hay resistencia. Y por supuesto
que puede cambiar de un día para el otro porque en el fondo esas políticas
educativas las hacen los políticos que cada dos años elegimos.
— ¿Eso pasa
únicamente en Santa Fe o es a nivel nacional? Sospecho que debe estar bastante
extendido…
— No puedo hablar
más allá de la realidad que me toca vivir pero intuyo que sí. No hay 12 de
Octubre en el que los medios oficiales de comunicación se priven de decir lo
mismo. Y no cambia demasiado según el color político que gobierne. A lo sumo
puede haber un matiz más moderado, pero en general, como con otras cuestiones,
lo políticamente correcto es como un dogmatismo laico que todos asumen, de
distintos ámbitos del arco político. Tiene que venir alguien que realmente
hable con la verdad, que no tenga temor. Pero eso cuesta.
— De la producción
actual, ¿hay algo que valga la pena?
— Por supuesto. Yo
sigo a autores, según la temática. Ahora hay una revitalización de la cuestión
de la hispanidad. En España se ve que ha calado mucho esto de los centenarios
entonces ha habido autores como la española María Elvira Roca Barea
[Imperiofobia], o Marcelo Gullo [Madre Patria], amigo y rosarino como yo, que
siendo argentino ha tenido mucho éxito en España.
— En el tema de la
conquista y colonización de América.
— Sobre todo de la
conquista y de la colonización, de la formación de nuestros pueblos, de la
conciencia hispanoamericana, de la cual somos herederos, y de cómo eso juega en
la política internacional de hoy. Ese es un dato clave. Uno va a la historia no
tanto con nostalgia por un pasado que ya no existe o para buscar piezas ocultas
y exhibirlas en una vitrina sino para encontrar respuestas. Es como ir a la
historia personal de cada uno. Cuando uno se pregunta de dónde vengo, quién
soy, cuál es mi identidad. Pero sobre todo para utilizarla como una herramienta
con proyección a futuro. A ver, al día de hoy en Estados Unidos están tirando
abajo las estatuas de Colón. Eso tiene que obedecer a algo. No es casual ni
gratuito. Cuando la historia documentada nos dice, por ejemplo, que California
fue evangelizada por los franciscanos y que la verdadera masacre demográfica y
el genocidio lo cometen los anglosajones en el siglo XIX. Y lo mismo en Texas.
Pero cuando te están fogoneando que el culpable es Colón…
— Colón o Junípero
Serra, el superior de los franciscanos que colonizó la zona. Fundaron todas las
ciudades de la costa oeste. Por eso tienen nombres de santos. San Diego, San
Francisco, Santa Mónica, Santa Bárbara...
— Exactamente. Por
eso rescatar la hispanidad es también una herramienta útil para la lucha
ideológica del hoy. Por algo quieren que sigamos con este complejo de
inferioridad y esta eterna culpa. Pedido de disculpas que se le exige cada 12
de Octubre a España y que no se les exige a las actuales autoridades alemanas,
belgas, francesas u holandesas.
— Los belgas, en
el Congo… Si hubo genocidio fue el de los belgas.
— En pleno siglo
XIX. Ya no era el siglo XVI, era el siglo XIX. Y los belgas no creo que tengan
demasiado complejo de culpa. No hay una idea de que Bélgica tiene que dar
cuentas de nada en su historia. En cambio sobre nosotros pesa esa condena
injusta.
— ¿Los temas de
los Mates con Historia los decidís en función de tus gustos, de lo que te pide
la gente, lo que sugieren tus hijos?
— A veces
respetamos ciertas efemérides. Por ejemplo, el 20 de noviembre, la Vuelta de
Obligado. Cada 25 de Mayo, cada 9 de Julio, siempre algo rememoramos, porque
hay aspectos puntuales que conviene que no queden en el tintero. También hay
pedidos de la gente que uno procura atender. A veces son temas que no dan para
un video porque son quizás muy pequeños, anecdóticos. Y en otros me tengo que
poner a estudiar porque uno no puede conocer al detalle toda la historia
argentina, que es muy rica y es muy extensa.
— ¿Qué período te
atrae más?
— En el siglo XIX,
la figura central de Juan Manuel de Rosas me sigue atrapando como cuando era
adolescente. Creo que hay muchos documentos por descubrir que den sentido a
algunas cosas que en ese período de unos 20 años aparecen como oscuras o poco
estudiadas.
— ¿Quién es un
buen biógrafo de Rosas? ¿Es a Saldías que Mitre le encarga la tarea y después
no le gusta el resultado? Esa anécdota es muy buena.
— La obra de
Adolfo Saldías es un caso único. Él nace en Buenos Aires en 1852, el año que es
derrotado Rosas, y es criado y educado escuchando pestes sobre él. Rosas es una
figura mítica, legendaria, él lo dice, una especie de monstruo devorador de sus
enemigos. La crueldad hecha gobernante. Saldías crece, estudia abogacía, era un
liberal. Para la juventud porteña, Bartolomé Mitre era un ídolo viviente. La
contracara de aquel ogro siniestro. Entonces Saldías le dice, mire general, me
parece que hay que hacer una historia de Rosas, porque usted estudió a San
Martín, a Belgrano, hay que estudiar de modo serio y documentado el período de
Rosas, porque tenemos las Tablas de sangre de Rivera Indarte pero eso es para
asustar criaturas; los alumnos universitarios no pueden estudiar todo en base a
decapitaciones de opositores... Y Mitre, que era un apasionado de la historia
documentada, lo impulsa y le dice muy bien Adolfo, tiene mi aprobación, vaya.
En esa época todavía los archivos permanecían en manos de los descendientes de
los protagonistas. Saldías contacta a la hija de Rosas y le pide el archivo.
— ¿Ella se lo
cede?
— Sí, Manuelita lo
pone a disposición. Al exilio Rosas se va con poca plata, con lo justo, pero se
lleva los papeles de su gobierno, todas las constancias de un período en el
cual habíamos estado en guerra casi permanentemente. Saldías empieza a escribir
su historia argentina de cuatro tomos. En el primer tomo habla de Rivadavia que
para él es un ídolo. El visionario en lucha contra los bárbaros salvajes del
interior. Pero cuando llega a la época de Rosas, se vuelve rosista. Es decir,
presenta la historia en base a documentos, como se había comprometido a hacer.
Y en su ingenuidad, aunque esto habla de su honestidad intelectual, le envía el
tomo a Mitre, su mentor y le dice “general, se ha cometido una gran injusticia
contra este hombre porque no era lo malo que se nos dijo; tenía cosas malas y
tenía cosas de patriota”. Y Mitre, que sabía perfectamente bien quién había
sido Rosas, no tiene mejor método que apercibirlo o amonestarlo desde las
páginas de su diario, que leía todo Buenos Aires. En una carta abierta dirigida
a Saldías lo reprime como un maestro al alumno díscolo y le dice que hay cosas
que no conviene revisar en la historia. En 1852 en Caseros se derribó la
tiranía y, por si hubieran quedado dudas, en 1861, en Pavón, sus resabios
quedaron definitivamente sepultados. Lo de Saldías deberíamos tenerlo mucho más
presente.
— Hay que
rescatarlo, está un poco olvidado.
— Sí. Cuando lo no
podía creer lo que estaba viendo. En general uno ya tiene un posicionamiento y
sale a la palestra a fundamentar y a documentar lo que uno piensa.
— Acá es al revés.
— Sí, Saldías es
un ejemplo de alguien que, mientras va descubriendo los documentos, se va
rectificando. Me encanta un personaje así.