Por Roberto
Azaretto
Foro Patriótico
Manuel Belgrano, 11-12-22
La nota “El
antinatalismo es el único ‘éxito’ de esta gestión: 250 mil nacimientos menos
por año en Argentina”, publicada en Infobae,
debería provocar un gran debate en el país. Porque lo más grave que bien se señala en ese artículo es la
coincidencia en legisladores de ambos
lados de la “grieta” en políticas y acciones que buscan limitar la natalidad en la Argentina. Cada una de las
iniciativas, resoluciones, decretos,
fomentando el estancamiento y disminución de la población argentina fue
desmenuzada, como, el protagonismo de legisladores de las coaliciones
La Argentina ha
olvidado, hace tiempo, la importancia de la demografía en la economía y el potencial de los Estados
como lo marcaba hace un siglo y medio
Marx. En nuestro país fueron las obsesiones de Alberdi y Sarmiento. Dos personajes que fueron amigos y se
agraviaron mutuamente, pero coincidían
en buscar los caminos para convertir a este país en una nación grande, próspera, civilizada, educada,
prestigiosa en el mundo.
Tenemos un
territorio continental un 10% menor a la de la India y un 4% de su población. Gran parte del país es un desierto y el
desequilibrio poblacional es notorio.
Eso son los problemas de la Argentina y no la suerte judicial de
una familia que buscó en la política la
fortuna, aunque ello implicara caer en
el delito.
Como si fuera
poco, algunas políticas para buscar el equilibrio territorial, como, los escandalosos
regímenes de promoción industrial que
hubo en varias provincias y el actual vigente en Tierra del Fuego,
solo sirvieron para la evasión fiscal,
la corrupción y elevar el costo para los
consumidores con escasa repercusión en el empleo, que por otra parte se pudo haber logrado con actividades más
lucrativas y sin las taras mencionadas.
En los sesenta se
inicia desde el Banco Mundial la
promoción de la baja de la natalidad en la región, con el argumento, que la pobreza no podía
disminuir por el incremento exagerado de
la natalidad.
La Argentina
duplicó la población en 25 años desde el
censo de 1869 al de 1894 y en 20 años
entre ese año 1914. Sin embargo en esas dos décadas el ingreso por habitante se cuadriplicó. La población crecía
no sólo los nacimientos en el territorio
sino por la fuerte corriente inmigratoria.
En 1869 el Brasil
tenía una población cinco veces mayor a
la Argentina. La apertura a la
inmigración posibilitó que en la primera mitad del siglo pasado la diferencia se redujera a tres brasileños por
un argentino. Pero ahora otra vez la
relación es de cinco por uno.
La disminución paulatina de la tasa de
nacimientos era compensada por la
inmigración. Por eso transcurridos 33 años entre los censos de 1914 y el de 1947 se duplica otra ver el número de
habitantes. De haber mantenido esa
tendencia hoy la población de la Argentina sería de 62 millones de personas.
Si bien los saldos
migratorios son positivos no alcanzan
para compensar la baja de natalidad. Como si
tuviéramos un problema de superpoblación, algunos insisten en frenar la
inmigración, tal vez por venir de países
de la región. Sin embargo el que esto
escribe fue criticado hace 30 años cuando en una publicación propuso
con el colapso del bloque comunista, traer
varios millones de inmigrantes de Europa
Oriental. Es la mentalidad de un país pequeño. Tal vez la guerra europea con su consecuencia de
refugiados puede darnos otra oportunidad
para recibir mayor inmigración, aunque seguramente se alzaran las voces negativas de los que temen
el incremento poblacional y el desafío
que implica para multiplicar la riqueza. Lejos estamos de los cien millones de habitantes con los que
soñaba Sarmiento “para ocupar y poblar
todos los territorios de la República”. Ya hace ochenta años Alejandro Bunge alertaba sobre la
disminución de la tasa de crecimiento
poblacional.
Es una falacia
afirmar que la baja de la natalidad
posibilita mejores niveles de vida, y otra
falacia, comparar con países de territorios pequeños y poco
poblados. Tomemos el ejemplo de Italia,
con un nivel de vida muy superior al
argentino, en 302 mil kilómetros cuadrados, menos que la provincia de Buenos Aires, la habitan 59 millones de
habitantes o la isla de Gran Bretaña que
es habitada por casi 69 millones en 203 mil kilómetros cuadrados.
En la Argentina
somos demasiados para ser Noruega o
Irlanda, como con liviandad, algunos comparan. Nuestro territorio equivale a la casi totalidad de
los estados de la Europa Occidental y
somos muy pocos para contar con una economía de escala y encima se insiste en cerrarla a la
competencia con la distorsiones
previsibles con esos dislates.
Amplios territorios con escasa población en un mundo
con ocho mil millones de habitantes, es
tentar al destino de nuestra soberanía nacional sobre los mismos. Es más segura la soberanía con diez
millones más de habitantes en el sur,
que, dos divisiones del ejército en esa región.
La expansión de
las fronteras agropecuarias con un
programa de ampliación de las áreas irrigadas, y que, la sequía actual como la anterior de 2018, marcan la
necesidad imperiosa de afrontar,
requerirá aumentar la población de esas tierras.
El Río Negro y el Bermejo permiten aumentar en
dos millones y en un millón,
respectivamente, las tierras con riego. La modernización del sistema de irrigación del Río Dulce en
Santiago del Estero puede triplicar las
140 mil hectáreas con derechos a regar actuales.
Convertir los granos y oleaginosas en carne y
producción industrial generará muchos
puestos de trabajo como convertir al gas y el petróleo no sólo en combustible sino en productos como los
fertilizantes para el agro. Estos son
los temas de una agenda de futuro que no es muy distinta a la que permitió a la generación del ochenta dar
el gran salto adelante.
Hay mucho para reconstruir como los ferrocarriles
y mucho por construir como las
autopistas interurbanas, las redes de agua y cloacas para la totalidad de las familias y la eliminación de
la vergüenza de las villas miserias.
Por eso se puede
decir que hay trabajo y se necesitan
brazos para la obra. Orden, moneda sana,
cumplimiento de los contratos, crédito.
Poblar, educar, paz y administración son medios y
metas vigentes, y que puestas en marcha
nos hará recuperar nuestra posición y rango en el mundo y asegurar crecientes niveles de vida para el
pueblo argentino.
Cuantos más seamos más probable es el éxito, por eso
cabe la pregunta que titula esta nota
¿Queremos ser un gran país? Esa era la pretensión de los padres fundadores.