están destruyendo a la Argentina
Claudio Chávez
La Prensa,
19.02.2023
Continuar
discutiendo la nacionalidad de los indígenas para luego proceder a entregarles
tierras ancestrales, en el caso que sean considerados argentinos, es un
error de consecuencias fatales para la
vida del país que aspira a vivir en armonía política y equilibrio social. El
Auditor General de la Nación acusa de traición a la Patria a los funcionarios
responsables de la entrega de tierras en Mendoza ampliando la denuncia al resto
del país. El ex senador interpreta que los mapuches son chilenos por lo tanto
extranjeros y nos les cabe el artículo 75 inciso 17 de la Constitución
Nacional. Veremos este asunto más adelante.
Dejemos a un lado
el debate sobre los violentos del sur que roban, incendian y atacan, pues ya
está harto demostrado y escrito que son un grupo de delincuentes asociados al
terrorismo de la CAM chilena y en esos términos lo que buscan no es la tierra sino la revolución. El viejo
sueño guevarista de transformar la Cordillera de los Andes en una nueva Sierra
Maestra. Por supuesto que si en el trayecto se quedan con tierras mejor. No hay
ingenuidad en estos dichos sabemos que su mayor aspiración es la creación de un nuevo país: La Araucanía, pero eso es
un sueño irrealizable. Cuentan con el apoyo de sectores de la izquierda
latinoamericana y europea, además del kirchnerismo que a través de Pietragalla,
Presidente del INAI, se sienta a hablar
con ellos en rueda de alienados.
El indigenismo
europeo es chic y mundano, propio de almas bautismales dispuestas a empuñar la
antorcha del discurso encendido que ennoblece la vida y calma la angustia de
absoluto. ¡Pero hasta ahí llegó mi
amor! No hay más. Hay argentinos que ven
sombras y bultos que se menean o conspiraciones imperiales, donde hay
mistongos, errándole al vizcachazo. En
esas ONG no está el problema ni en los grupúsculos progre. El problema está en las organizaciones
internacionales como la OIT y en
nosotros. Autogenerado. Nuestras
almas bellas de ayer, de hoy y de siempre.
¿Pero cuando
comenzó el disgusto?
EL INICIO DEL
DISPARATE
La resolución 107
de la OIT de 1957 abre el camino para la reivindicación de las comunidades
indígenas de los países independientes.
Las naciones imperiales buscaban lavar su cara interfiriendo en la vida
jurídica de las naciones periféricas. Se podía o no, tomar la sugerencia. La
soberanía nacional era aún un valor en el país. Se la ignoró.
Pero los años
pasaron y bajo el gobierno del doctor Raúl Alfonsín se aprobó la Ley 23.302
puntapié inicial del progresismo
indigenista. El Doctor Fernando de La Rua presentó su proyecto de ley que es la
raíz de los conflictos indígenas desatados en el sur del país. Fundamentalmente
porque ubica a los aborígenes como
diferentes de los argentinos, con la
intención de reparar lo actuado en el
proceso de conquista y colonización y al mismo tiempo reconocer a los indígenas
en tanto comunidades y no como
ciudadanos argentinos. El clima
anti conquista española y anti roquista era evidente. Se crea el INAI y por el
artículo 2 de dicha ley se afirma: “se entenderá como comunidades indígenas a
los conjuntos de familias que se reconozcan como tales…” Aquí comenzó la idea
de la autopercepción.
En su exposición
dijo De La Rua ¨que esta Ley preserva una pauta cultural que debemos cuidar, la
existencia de la comunidad indígena.¨
En esos debates de
1984 el peronismo no pudo sostener la política que Perón se había dado frente al problema del indio, que a mí ver y
entender tenía la misma orientación
que la de la generación del 80, esto es construir la Argentina como un
crisol de razas y no un mosaico. El peronismo renovador borraba lo actuado por
Perón, que en la Constitución de 1949 no contemplaba la cuestión indígena, como
si lo hacía la de 1853.
Lo que hubo en el
gobierno de Perón fue la Dirección de Protección del Aborigen dependiente de la
Dirección Nacional de Migraciones, lo que revela el tratamiento dado al
asunto. En 1953 se sancionó la Ley
14.254 por la cual se crearon colonias granjas de adaptación y educación de la
población aborigen. En los establecimientos se impartía enseñanza primaria y
clases prácticas de enseñanza agraria.
LA MUNDIALIZACION
PROGRESISTA
La OIT
(Organización Internacional del Trabajo) en 1989 volvió sobre lo mismo de 1957,
y aumentó las exigencias. La resolución
169 que Argentina ratificó por medio de la Ley 24071 del año 1992 guarda un
decisivo sesgo indigenista. El país no
debió firmar esa resolución pues en la Argentina los indígenas o sus
descendientes gozan de igualdad de
derechos que el resto de la población. La justicia social no ha tenido una
mirada étnica.
Resolución que hoy
complica cualquier obra que contribuya al crecimiento económico del país y
perturbe la vida de pueblos auto percibidos indígenas, como por ejemplo Vaca
Muerta o el gasoducto a construirse. Pues el articulo sexto de dicha resolución obliga a consensuar, con
los auto percibidos indígenas, resoluciones electivas o administrativas del
Estado Nacional o Provincial. Creando de esta forma prerrogativas de sangre que
el artículo 16 de la Constitución Nacional expresamente prohíbe.
La Argentina como
un perrito faldero caminó al lado de organizaciones internacionales que
levantando derechos de minorías desconocen las esencias constitutivas de una
Nación. La Constitución de 1994 siguió la misma dirección.
LA CONSTITUCION DE
1994
En su artículo 75
inciso 17 dice: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos
indígenas argentinos y la posesión y propiedad de las tierras que
tradicionalmente ocupan, y regular la entrega de otras, en propiedad
comunitaria.”
Aquí nos
encontramos con varios problemas. Primero: la propiedad comunitaria. ¿Propiedad
social? Un dislate. No confundir con cooperativismo. Segundo y lo que hoy
genera serios problemas: pueblos indígenas argentinos. Historiadores, políticos
y periodistas vienen discutiendo acerca
de si les corresponde a los araucanos
recibir nuestras tierras, pues son chilenos. Veamos; las primeras oleadas de
araucanos pasan la cordillera a mediados del siglo XVII y durante todo el XVIII
y después continuaron. ¿Existía la
Argentina?
Para no entrar en
un debate historiográfico acerca del asunto que ya dieron historiadores como
Francisco Ramos Mejía o José Nicolás Matienzo,
recomiendo al lector buscar las declaraciones del Club Político
Argentino o del historiador Luis Alberto Romero, entre otros críticos del
gobierno actual, acerca de que recién
podríamos hablar de Argentina a partir de la creación del Virreinato, aunque
con pinzas.
A juicio de los
citados somos Argentina al organizarnos constitucionalmente o sea a partir de
1853. Estas declaraciones fueron realizadas en el marco del derecho argentino
sobre Malvinas. La Diputada Ajmechet de Cambiemos sostiene la misma tesis, no
son argentinas pues cuando los ingleses las ocuparon no estábamos constituidos
como país.
De modo que lo que
vale para Malvinas acerca de si son o no argentinas vale para los araucanos:
¿vinieron de Chile? ¿Existía este país? ¿Llegaron a la Argentina? ¿Existíamos
como tales? Mientras estos temas se discuten académicamente no podemos seguir
entregando tierras a nadie. Ni discutir sobre la nacionalidad de puelches,
pehuenches, huiliches y la mar en coche. Hay que derogar la ley 23.302 y
24.071. Desconocer la resolución 169 como en su momento se ignoró la 157.
Derogar la ley 26.610 que frena los desalojos de tierras usurpadas. Cuando ese
clima arraigue en el país será el tiempo de que la Corte apoyándose en el
artículo 116 de la Constitución observe el conflicto existente entre el artículo 75 inciso 17 y el artículo 16