Germán Masserdotti
La Prensa,
05.02.2023
En "El deber
patriótico es poblar la Argentina (II)" (La Prensa, 11/12/2022), señalé
que las "políticas de estado en favor del poblamiento de nuestra querida
Patria deben enfocarse desde una mirada social y no individualista. Cuando digo
social, todavía más en concreto, me refiero a familiar".
Este modo de
entender las "políticas de estado" es el propuesto en Gobernar para
las familias (San Rafael, El Alamo, 2021) de Ignacio Garda Ortiz. En esta
publicación, el autor se ocupa de temas como familia y demografía; los
comportamientos de las familias; envejecimiento demográfico y desempleo; más
nacimientos, más consumo, más trabajo; promover la fecundidad; la cobertura de
la inactividad laboral; el salario maternal y la jubilación familiar; trabajar
fuera del mercado; el arraigo de las familias y el desarrollo; la inserción de
las familias en el desarrollo; la familia y los desarrollos locales; llevar la
producción hacia las familias; el ahorro de las familias y la economía local;
el derrumbe del estado protector; la crisis del desarrollo, la desintegración
social; la redefinición del desarrollo, la reorganización territorial, la
reintegración social; hacia un nuevo orden económico y social y, por último, de
elementos fundamentales para la organización de sistemas locales integrados de
salud.
Como puede
apreciarse, se trata de una obra que se ocupa de los principales temas en
función de gobernar para las familias.
Mi interesa ahora,
debido a que el deber patriótico es poblar la Argentina, detenerme en algunas
consideraciones que Garda Ortiz formula en el capítulo "Promover la
fecundidad". En capítulos anteriores el autor recuerda que, cuando se dice
Población, "no nos referimos solamente a una cantidad de individuos.
Estamos hablando de grupos familiares, afincados en un territorio determinado y
que mantienen entre ellos relaciones de vecindad, de afinidad de oficio, de
complementariedad económica, de unidad y valores de vida". Las familias -y
no solamente los individuos- son el fundamento y el punto de partida a partir
del cual debe (re)edificarse el orden social. De este modo, gobernar para las
familias "es totalmente distinto y opuesto a gobernar para los individuos.
Quizá debamos buscar, en este error básico, los motivos tan evidentes de las
crisis de participación y representación que golpean a nuestra sociedad".
TRES DIMENSIONES
Dicho esto, Garda
Ortiz señala que, en la fecundidad "como bien complejo", se
distinguen tres dimensiones "que actúan simultáneamente": 1) El
comportamiento procreador de las familias. 2) El promedio de hijos por mujer en
edad de procrear y 3) La cantidad de nacimientos que una sociedad aporta cada
año.
El comportamiento
procreador de las familias depende, fundamentalmente, de sus pautas culturales.
Este asunto -el de las pautas culturales- exigiría un tratamiento in extenso.
Agrego de mi parte, ahora, que no es lo mismo pensar la vida social en función
de un bien individual que en función de un bien común. No es lo mismo pensar -y
actuar en consecuencia- de acuerdo a una mentalidad favorable a la natalidad
que a una inspirada en el "control de nacimientos".
En cuanto a el
promedio de hijos por mujer en edad de procrear, Garda Ortiz resalta la
importancia del porcentaje de mujeres fértiles sobre la población total. De
acuerdo a este porcentaje, medido por la tasa global de fecunidad (TGF), se
encuentra estrechamente relacionado con la estructura demográfica de la
sociedad.
Por último, la
cantidad de nacimientos que una sociedad aporta cada año refleja el crecimiento
-o decrecimiento- actual de la población. Aquí habría que consignar información
sobre la Argentina. Todavía están pendientes de publicación los datos del Censo
2022. Puede ayudar, de modo aproximado, tener en cuenta la información del
Censo 2010 en conjunto con estudios más recientes.
Ante la realidad
argentina en lo que se refiere a crecimiento poblacional, ¿qué hacer? Garda
Ortiz propone el deber de "implementar políticas de población de
protección y de promoción de la fecundidad". En este sentido, destaca que,
en todas las sociedades existen familias numerosas cuyas "pautas
culturales" se ordenan a un crecimiento en la natalidad. Por esto se
debería garantizar "que lo hagan efectivamente mediante medidas públicas
de protección y estímulo".
La conclusión
final es realista y exigente y, por cierto, "políticamente
incorrecta": las familias numerosas "deberían se concebidas como
entidades de bien público y de interés nacional y ser protegidas en
consecuencia porque de ellas depende el porvenir de nuestra sociedad".
Dado que gobernar
es poblar, entonces el mejor modo de hacerlo es en función de las familias. De
esta manera se cumpliría con la manda constitucional de "proveer al
crecimiento armónico de la Nación y al poblamiento de su territorio"
(Constitución Nacional Argentina, art. 75, inc. 19).