otro proyecto movido por intereses espurios
La mirada del
especialista José Cabrera Forneiro en base a la experiencia española sobre las
limitaciones, alcances y controversias de una normativa ideológica, que busca
separar al Estado de las fuerzas morales de la religión y sin demanda real de
las personas.
Agustina Sucri
La Prensa,
12.03.2023
Así como en su
momento la ley del aborto se convirtió en una prioridad para la Argentina,
ahora se avecina otra legislación que persigue intereses que nada tienen que
ver con el bien de la comunidad: la ley de la eutanasia. Otra normativa para la
cual se usan vergonzantes eufemismos que no alcanzan a esconder su siniestra
índole. En este caso, se habla de la “muerte digna” o de la “prestación de
ayuda a morir”, tal como se la ha denominado en España. Allí, la ley de
eutanasia tiene casi dos años de vigencia, desde su aprobación el 25 de marzo
de 2021, que son suficientes para tener noción de los alcances, limitaciones,
controversias -y sobre todo- falta de trascendencia que ha tenido, según lo
puso de manifiesto el doctor español en Medicina y Cirugía José Cabrera
Forneiro durante una masterclass virtual organizada por la Diplomatura en
Derecho de la Salud de la Universidad Austral, titulada “Eutanasia, la
experiencia española”.
"Muchas leyes
que se están aprobando en el mundo y en España se aprueban a tenor de intereses
espurios, no tanto de intereses de la colectividad. Y esto hay que dejarlo
claro. Las leyes al final se aprueban y luego ya veremos si son de aplicación o
no”, expresó de manera categórica Cabrera Forneiro, especialista en psiquiatría
y en medicina legal y forense, quien además está diplomado en criminología y
salud pública.
En esa línea, el
experto remarcó que en la actualidad -siguiendo una tendencia mundial- España
tiene una cantidad de “leyes absurdas, tales como la ley de la protección
animal, la ley de transexualidad, la ley del Sí es Sí… Una serie de leyes que
son para llorar, pero lamentablemente esas leyes están aprobadas por las Cortes
Generales y ya tienen una aplicación. Por lo tanto, los juzgados y los
tribunales están obligados a su cumplimiento”, evaluó.
Respecto de las
motivaciones detrás de proyectos de ley de eutanasia, Cabrera Forneiro mencionó
algunas. “Esta ley, cuando se aprueba por las Cortes Generales, busca sancionar
el hecho de que el Estado es laico, que el Estado no es religioso. Los estados
laicos se defienden de la fuerza moral de las religiones estableciendo
criterios absolutamente neutros. Así pues, el Estado español dice el cuerpo
humano es de cada individuo, y cada individuo del Estado español es muy libre
de poner fin a su vida cuando quiera”, argumentó.
"Como persona
religiosa, no veo mal que un Estado sea laico y quiera establecer un marco
neutro y objetivo. Pero se me hace muy duro que lo hagan imponiendo unos
criterios que van a obligar a mucha gente a ser objetores de conciencia”,
expresó el especialista para luego añadir: "Los hospitales no están hechos
para morir, están hechos para vivir. A mí no me gusta ver gente que vive con
dolores horrorosos, pero hay muchas personas que viven con dolores horrorosos,
que tienen sentimientos trascendentes y que quieren vivir con ese sacrificio y
ese dolor porque quieren ver crecer a sus hijos, a sus amigos, a sus hermanos y
están dispuestos a padecer ese dolor y ese sufrimiento a cambio de poder ver
cada día por la mañana el sol y poder ver a su hijo, a su hermano. No tenemos
por qué empujar a nadie a la Barca de Caronte porque lo digan las leyes”.
Por otra parte,
Cabrera Forneiro hizo hincapié en que la ley de eutanasia española, en su
propio preámbulo dice que “pretende dar una respuesta jurídica, sistemática,
equilibrada y garantista a una demanda sostenida de la sociedad actual” y
aclaró: “Es decir, esta ley surge porque
hipotéticamente millones y millones de personas estábamos anhelando tener una
ley sobre la eutanasia… ya sabéis que todo esto es mentira. Aquí no había
millones y millones de personas pendientes de que hubiera una ley de eutanasia.
Lo que sí había era miles y miles de individuos, políticos o no, que lo que
querían era jugar al juego político de hacer una ley muy democrática, muy
vanguardista, muy progresista y constituirnos así en la vergüenza de ser el séptimo
país del mundo con una ley de eutanasia”.
Asimismo, hizo
referencia al modo erróneo en que se utilizan las palabras con el afán de
disfrazar el verdadero significado de estas leyes. “Eutanasia, significa ‘buena
muerte’. Es un poco ridículo, la muerte nunca es buena. La muerte es el fin de
la existencia. En vez de ponerle ‘ley de eutanasia’, podían haber escrito la
ley para morirse pronto. Además, morirse pronto significa una pensión menos a
pagar, un ahorro”, apuntó.
En ese sentido, el
médico legista y forense admitió que “la muerte siempre ha sido un negocio”.
“En España mueren al año 400.000 personas. Una muerte vale unos 3.000 euros,
entre caja, el entierro, la incineración… Multiplicad 3.000 euros por 400.000
personas, a ver los millones de euros que salen”, graficó.
Para dar idea del
verdadero impacto que tuvo la ley de eutanasia en España hasta el momento,
estimó que a lo sumo arreglará entre 10 y 20 casos al año en un país que tiene
más de 50 millones de habitantes. “¿Por qué digo que va a arreglar tan pocos
casos? Porque la mayor parte de las veces la naturaleza opera maravillosamente
bien. Cuando alguien tiene una enfermedad grave, pero al final se va a morir,
el médico puede luchar todo lo que pueda, pero el corazón falla, se apaga y
adiós”, ilustró.
Según describió
Cabrera Forneiro, luego de los largos debates, la ley de la eutanasia ahora en
España se ha olvidado. ¿Por qué? “Porque a los ciudadanos al principio les
gusta mucho estar en la pomada de las leyes y luego se olvidan. Hasta que le
toca a él. Y la mayor parte de las personas que en su día firmaron ‘yo no
quiero que me hagan nada en la UCI’, cuando se hacen mayores y están en la UCI
dicen ‘yo no quiero morirme’, porque al final hay un instinto básico de querer
sobrevivir y en ese instinto básico de querer sobrevivir, la vida es una fuerza
imparable. Todos queremos vivir”, explicó.
DEFINICIONES
AMBIGUAS
En cuanto a las
principales limitaciones que muestra la ley de eutanasia española, el
especialista mencionó por un lado la necesidad de que el interesado en ser
asistido para morir firme un consentimiento informado. “La persona que quiere
dejar de vivir porque no puede más y se quiere acoger a esta ley, tiene que
estar en conformidad, libre, voluntaria y consciente, en pleno uso de sus facultades
mentales, porque si no está en pleno uso de sus facultades mentales, ya tiene
que intervenir la justicia, el juez como garante de los derechos
fundamentales”, precisó.
Otra limitación
tiene que ver con el hecho de que, según esta normativa, es necesario que la
persona presente un “padecimiento grave, crónico o imposibilitante”. “¿Qué significa padecimiento grave? Puede ser
un cáncer tremendo, lleno de metástasis. Hay que hablar ya de enfermedad ‘grave
e incurable’, con lo cual tiene que intervenir un médico que certifique que
efectivamente esta persona tiene una enfermedad grave e incurable. Pero si yo tengo una depresión grave, es algo
grave y mucha gente se suicida ante una depresión de este tipo… Entonces ¿cómo
definir el límite de la enfermedad? En la ley de la eutanasia no se especifica
cáncer de páncreas, no especifica demencia de Alzheimer, no especifica psicosis
esquizofrénica”, subrayó, para luego agregar: “Hay muchas enfermedades que son
imposibilitantes, que son incurables, que son crónicas, algunas de las cuales
ni siquiera son mortales. Sin embargo, esto queda a vuestra imaginación”.
En tanto, Cabrera
Forneiro afirmó que ante estos casos será necesario dilucidar “si las
facultades mentales de la persona que decide poner fin a su vida están libres
de polvo y paja. Es decir, aquí no se puede obrar si el consentimiento está
viciado, porqué entonces volvemos a la intervención del juez como garante
supremo de las libertades”.
OBJETORES DE
CONCIENCIA
Sin dudas, un aspecto
no menor será también el de los médicos que deseen ampararse en la objeción de
conciencia al momento en que se les solicite administrar los medios para causar
a la muerte a quien haya expresado esa voluntad. "Todos -médicos,
enfermeros, etcétera- hemos jurado defender la vida a ultranza. Yo no me hice
médico para matar, me hice médico para tratar de curar. Es cierto que hay veces
que uno ve situaciones sangrantes y uno dice qué sufrimiento tan injusto, tan
inhumano, tan doloroso. Pero soy médico, no soy Dios. Entonces, ese médico -que
va a aplicar la medicación o va a dar la sustancia a las personas para que se
la tomen-, puede objetar la conciencia”, enfatizó.
"La objeción
de conciencia en la legislación española está sancionada en la Constitución y por
lo tanto se aplica. Esto genera un problema y es que ahora hay que hacer listas
de médicos objetores de conciencia en cada hospital, que son aquellas personas
que no se prestan a la aplicación de esta ley. Así ya se establecen como
partidas. Es decir, yo soy objetor, tú no eres objetor, ¿por qué tú sí, por qué
yo no?”, prosiguió.
Para finalizar,
Cabrera Forneiro pronosticó que la ley de eutanasia también será una realidad
en la Argentina. “La ley saldrá porque los políticos se dedican a sacar leyes
para justificar un sueldo y que nadie diga que son unos vagos. Saldrá y habrá
que aplicarla seguramente. Habrá que confrontar derechos: la objeción de
conciencia, la conveniencia, los límites, las certificaciones, aquellos
documentos que tengan que estar firmados, tiene que haber bastante armonía
entre los informes médicos de unos y otros… las leyes están ahí, las
cumpliremos porque hay que cumplirlas, pero objetaremos. No aceptaremos las
cosas como verdades porque sí”, sostuvo.
Y en esa línea
consideró que en la Argentina debe establecerse un criterio de polémica y de
debate, “para que no solo sean grupos políticos los que se apunten el tanto de
decir mirad qué bueno soy, acabo de aprobar una ley de la eutanasia”.
Citando a José
Saramago, cuando en una oportunidad le consultaron sobre la conveniencia de
legalizar las drogas, Cabrera Forneiro animó a la sociedad argentina a exigirle
a nuestros políticos que se ocupen de los verdaderos problemas que nos aquejan:
“Deme usted de comer, no sea usted corrupto, haga carreteras buenas, haga
hospitales buenos, ayude a la gente que está pasando sufrimiento y necesidad,
mejores escuelas, que no haya la delincuencia que hay y luego hable usted de
otras cosas. Como dijo Saramago: primero vamos a comer todos pan y luego ya legalizamos
la droga, la eutanasia y el bienestar animal”, concluyó.