de las renovables sesgadas
Por Carlos Andrés
Ortiz
Informador
Público, 7-4-23
Eólicas y solares
las defino como “renovables sesgadas”, pues las leyes específicas de Argentina,
contra toda lógica técnica y realidad empírica, excluyen del concepto legal de
“energías renovables”, a las hidroeléctricas de más de 50 MW.
Eso es una amañada
incoherencia, cargada de ignorancia cuando no de maliciosidad, por parte de los
volubles legisladores, influidos o presionados por los personeros de adentro y
de afuera, de esos intereses creados, que buscan claramente imponerlas al como
sea, obedientes de agendas transnacionales del Bloque Atlantista, pero de cuya
obediencia ciega también se benefician potencias extra atlantistas, como China,
gran exportador de paneles solares, y los europeos, proveedores de centrales
eólicas.
Excluyendo a
hidroeléctricas del concepto legal, les impiden acceder a la sumatoria de
ventajas y facilidades montadas a favor de las “renovables”, y a la vez esos intereses
creados buscan anular la competencia, pues las hidroeléctricas generan Energía
de Base (no como eólicas y solares, que son intermitentes), y sus costos reales
por kWh son sensiblemente menores, entre otras ventajas a favor de la
hidroelectricidad.
Se analizan datos
no difundidos, tergiversados, o falsos de “renovables”.
– Se promocionan
como “energías limpias”, ocultándose los muchos costos ambientales,
cuidadosamente omitidos por sus promotores. Contaminan al fabricarse,
transportarse, instalarse, mantenerse durante sus breves vidas útiles, y
finalmente disponer de sus residuos al término de uso.
– Contaminan más
aún, si se utilizan acumuladores (baterías) para almacenar energía, salvando
con eso las intermitencias, pero los ácidos y otros componentes tóxicos de las
baterías, son de difícil neutralización, al término de las muy cortas vidas
útiles de las baterías.
– Se omiten las
protestas de pobladores, que se oponen a sus instalaciones, por las muchas
molestias y perjuicios que ocasionan. Entre otros problemas, las extensiones de
tierras inutilizadas en torno a las eólicas, como “área de seguridad” para
evitar daños a personas y animales, por desprendimientos de partes y de bloques
de hielo, esto en zonas frías; los desmontes y derribos de flora,
desproporcionados para las casi irrelevantes capacidades productivas de
solares; y tanto en eólicas y solares, las problemáticas disposiciones finales
de sus componentes, no biodegradables e incluso contaminantes (como los
lubricantes en las eólicas y componentes tóxicos de los paneles, además de
vidrios astillados y peligrosos, de las solares).
– Las eólicas
causan ruidos molestos, que alteran a pobladores cercanos, y operan como
degolladores de pájaros, entre otras consecuencias nada “ecológicas”.
– Tampoco se
registran correctamente, las contaminaciones de centrales termoeléctricas, que
deben funcionar como respaldos, en muchos casos “en caliente” (funcionando) de
las “renovables”, para suplir los baches de generación.
– Los ya
mencionados acumuladores, ocupan espacios desproporcionados que impiden su
utilización para grandes potencias. Por algo, la vieja Europa, con muchas
inversiones en eólicas y solares, no aplica la “solución” teórica de los
acumuladores, que evidencian ser hoy por hoy inaplicables para muy grandes
potencias, como las del sistema interconectado de la Unión Europea. Por eso
consumen petróleo, gas y carbón, y en el caso de Francia y el Reino Unido,
apelan a la energía nuclear.
– No se expone con
claridad y precisión, a cuanto ascienden por kWh, las sumatorias de “ventajas
especiales” con las cuales se favorece a las eólicas y solares, para con eso
impedir que, por sus altos costos reales, queden totalmente fuera de
competencia, frente a otras tecnologías de generación. Esas “ventajas
especiales”, forman un enmarañado combo de exenciones impositivas, facilidades
financieras, subsidios y otras ventajas que parecen configurar un cuadro
claramente abusivo, el cual incluye incluso la prioridad para el despacho de
energía (venta al sistema interconectado o a usuarios determinados), sin
importar que, al momento de despachar esas energías, existan otros generadores
que puedan abastecer a costos inferiores.
– Lo lógico sería
que eólicas y solares aporten algún tipo de soluciones, así sea parciales,
adaptándose a las necesidades del servicio público. Pero por el contrario, y
bajo constantes presiones de los “medios especializados”, y seguramente con
gestores que operan para eso, todo funciona al revés, pretendiendo que las
otras usinas operen para facilitar el funcionamiento de las “renovables
sesgadas”, incluso obligando a hacerlas funcionar por fuera de sus
especificaciones técnicas, con lo cual no solo se desperdicia capacidad de
generación más económica y de mejor calidad, sino que se atenta contra la vida
útil de cada central obligada a operar con paradas, arranques, picos y valles
de generación, en los casos de usinas diseñadas para operar en forma constante.
Según referencias de buena fuente, eso se está buscando implementar en los
casos de grandes hidroeléctricas, y no sería raro que buscaran imponer lo mismo
para las centrales nucleares, las que por diseño y especificaciones técnicas
deben generar a pleno, como bases del sistema eléctrico.
– Los costos
reales de generación, por kWh, de eólicas y solares, brillan por sus ausencias,
en medio de las densas palabrerías que a diario se publican en “medios
especializados”, en comentarios de “periodistas especializados”, así como en
expresiones de dirigencias políticas involucradas o que apoyan de uno u otro
modo, a esas poco eficientes y nada limpias generadoras eólicas y solares
Muy pocos o casi
nadie parece tener conciencia que, si nuestro país acepta mansamente las
imposiciones de los sectores del Poder Transnacional que buscan imponer
matrices eléctricas basadas en “renovables sesgadas”, iremos directamente a un
pernicioso cuadro de pobreza energética, de doble efecto, por costos muy altos
de generación, y por problemas técnicos en el sistema interconectado, a
consecuencia de las intermitencias del servicio, que pueden obligar a
implementar costosas soluciones de apuro, en vez de cuidadosas inversiones en
planificaciones a largo plazo que busquen eficiencia y solvencia técnica,
imprescindibles para sustentar nuestro necesario desarrollo socio económico.