de miocarditis, pero sigue instando a
vacunarse contra la Covid
di Andrea Zambrano
Brújula cotidiana,
27_09_2023
Todo está escrito
claramente en un documento oficial de la Comisión Europea: las vacunas
contra la Covid provocan miocarditis y, en algunos casos, ingresos en la unidad
de cuidados intensivos e incluso la muerte. Habíamos empezado con aquello
de “es la vacuna más segura del mundo y de la historia” y ahora, tras dos años
de mentiras, hemos llegado a una afirmación que la experiencia real ya había
ilustrado sobradamente.
El documento es el
Registro Europeo de Medicamentos, prácticamente la biblia del medicamento, que
contiene todas las especificaciones de los más de 1300 principios activos que
componen la farmacopea universal de medicamentos de uso humano y veterinario
aprobados para su comercialización por la Comisión de la UE.
Pues bien. El
anexo I describe las especificaciones actualizadas de las inoculaciones de
Comirnaty MRna de Pfizer/BioNTech y Spikevax de Moderna.
“Tras la
vacunación con Comirnaty –se puede leer-, existe un mayor riesgo de desarrollar
miocarditis y pericarditis. Estas afecciones pueden desarrollarse a los pocos
días de la vacunación y se han presentado principalmente a los 14 días. Se
observaron con mayor frecuencia tras la segunda dosis de vacuna y en varones
jóvenes (véase la sección 4.8). Los datos disponibles indican que la mayoría de
los casos se resuelven. Algunos casos han requerido cuidados intensivos y se
han observado casos mortales”.
En el caso del
medicamento de Moderna, en cambio se lee: “Tras la vacunación con Spikevax
existe un mayor riesgo de desarrollar miocarditis y pericarditis. Estas
afecciones pueden desarrollarse a los pocos días de la vacunación y se han
producido principalmente a los 14 días de la vacunación. Se han observado con
mayor frecuencia en varones jóvenes, y más a menudo después de la segunda dosis
que después de la primera (ver sección 4.8). Los datos disponibles indican que
la mayoría de los casos se resuelven. Algunos casos requirieron cuidados
intensivos y se observaron casos mortales”.
Son dos
descripciones iguales de un mayor riesgo de desarrollar la peligrosa infección
cardiaca. No está mal para un medicamento que se ha administrado a millones de
ciudadanos y se ha hecho pasar por muy seguro. Imagínese lo que habría ocurrido
si, en plena campaña de vacunación, la Comisión Europea nos hubiera advertido
de que existía tal riesgo con las dos vacunas. ¿Cree que para prevenir o
proteger contra un virus curable a casi toda la población, la gente habría
corrido el riesgo de exponerse a una miocarditis? Obviamente no, y esto habría
tenido un efecto en cadena en la campaña masiva que ha alcanzado más de 50
millones de inoculaciones en Italia. Sin embargo, el riesgo de inflamación
cardiaca ya había sido señalado, pero sólo ahora, en vísperas de la campaña de
otoño, la Comisión se ve obligada a admitirlo después de que la propia Ema
hubiera incluido este peligro potencial en su luz verde a la nueva vacuna.
En resumen: no
sólo son los dos fabricantes del fármaco los que admiten la peligrosa reacción
adversa, sino también la propia institución que ha estado presionando a los
Estados para que vacunaran al mayor número de personas posible, logrando tasas
de adhesión casi universales en países como Italia.
“Esto lo cambia
todo –comenta la abogada Renate Holzeisen en un post-. La EMA y la Comisión
Europea admiten por fin las muertes por las ‘vacunas’ contra la Covid-19
Comirnaty de Pfizer/BioNTech y Spikevax de Moderna. Exigimos la dimisión
inmediata de los magistrados del Tribunal Constitucional”.
De hecho, el
Tribunal Constitucional había rechazado las cuestiones relativas a la
obligación de los médicos precisamente sobre la base de un principio que no
sólo no estaba probado, sino que estaba desmentido por los hechos, a saber,
que, si bien admitía en teoría el riesgo de efectos adversos, la literatura
científica y las instituciones de control habían descartado cualquier tipo de
problema. No fue así: por el contrario, el Tribunal justificó la imposición de
la vacunación al personal sanitario y confirmó las suspensiones de empleo
impuestas por el Gobierno a los trabajadores sanitarios que, en nombre del
principio de autodeterminación, habían decidido no someterse a la vacunación,
perdiendo así su salario y, en algunos casos, su puesto de trabajo.
Según Holzeisen,
“esto es imperdonable, se ha condenado a la población al matadero”. Fuertes
palabras las del abogado del Tirol del Sur, que recuerda los términos de una
larga y dolorosa batalla para hacer valer el derecho a no vacunar: “Nosotros
(unos pocos) abogados hemos señalado desde 2021 –con creciente desesperación
sobre la base de documentación oficial, como el RMP (Risk Management Plan = Plan
de Gestión de los Riesgos) de los fabricantes- que faltaba información
fundamental sobre la seguridad de estas sustancias experimentales basadas en la
ingeniería genética”.
Y prosigue:
“Sabíamos lo que iba a pasar, porque sabíamos que estas sustancias iban a
causar a un gran número de personas a corto, medio o largo plazo daños muy
graves para la salud e incluso la muerte. Los datos oficiales han demostrado
muy pronto que estas sustancias causan un enorme número de muertes y otros
casos de daños graves irreversibles. No podemos perdonar a los responsables de
la justicia y de la administración local y nacional este incumplimiento total y
letal para con los ciudadanos”.
La actualización
europea arroja una luz desacreditadora sobre la próxima campaña de vacunación:
la Covid es poco más que un resfriado, ¿quién sería tan insensato como para
arriesgarse a sufrir una afección cardiaca con la esperanza de evitar contraer
un virus tratable? ¿Y ahora qué pasa con la sentencia del Tribunal
Constitucional? Seguro que hoy habría más elementos para lograr una victoria y
afirmar así el sacrosanto principio de que la salud no puede ser
instrumentalizada ni sometida a los intereses del poder.
E incluso el
recurso que el Comité italiano Ascoltami interpuso ante el TEDH, el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, podría encontrar, con esta admisión, una vía para
ser considerado y analizado sin prejuicios. Pero todo esto se ha hecho a costa
de muertes y lesiones a menudo irreversibles, que aún hoy no han sido escuchadas
y atendidas como se merecen.