Jorge Fontevecchia
Perfil, 2023_10_21
Es coherente que
Alberto Benegas Linch proponga a un gobierno libertario romper relaciones con
el Vaticano. PERFIL publica mañana (y hoy a las
22 por NET TV) un reportaje al
Premio Pulitzer y autor del libro Cuando un libertario se encuentra con un oso,
que narra la experiencia de Grafton, un pueblo rural norteamericano donde en
2004 el sueño de un gobierno sin Estado se convirtió en una pesadilla. Los
valores que representa la Iglesia católica son incompatibles con una ideología
libertaria y la experiencia de Grafton demuestra las consecuencias prácticas de
su aplicación.
Lo que no es
consistente con la rigurosidad intelectual de Benegas Linch es circunscribir el
problema en quien conduce actualmente el Vaticano, el papa Francisco, porque el
conflicto entre la ideología libertaria y la Doctrina Social de la Iglesia lleva tantos años como el nacimiento de la
Escuela Económica Austríaca.
Ya en 1843 un
sacerdote –justamente jesuita–, Luigi Taparelli, en su Ensayo teórico del
derecho natural fundado sobre los hechos, utilizó la expresión “justicia
social”. Dos décadas después, en 1864, el papa Pío IX, en la encíclica Quanta
Cura (Con cuanto cuidado), critica el materialismo tanto del socialismo como
del liberalismo económico (no confundir con el político). Ambos textos son
prólogos de la encíclica fundante de la doctrina social de la Iglesia: Rerum
Novarum (Sobre las cosas nuevas), donde se critica la explotación de los
obreros tanto del marxismo como del capitalismo, escrita por el papa León XIII
en 1891, iniciando la serie de las 15 encíclicas sociales.
Las más
importantes fueron Quadragesimo Anno (a los 40 años precisamente de Rerum
Novarun) en 1931, del papa Pío XI, en la que confronta con el marxismo al
defender la propiedad privada y con el capitalismo pre-Keynes ante la injusta
retribución salarial.
Cuatro décadas
después, en 1961, el papa Juan XXIII, en su encíclica Mater et Magistra (Madre
y maestra), critica la falta de solidaridad de los países ricos con los más
pobres, describiendo el subdesarrollo. Seis años después, en 1967, el papa
Pablo VI, en la encíclica Populorum Progressio (El desarrollo de los pueblos),
enfatiza que la economía está al servicio de las personas y no al revés.
También Paulo VI dedicó una encíclica a Rerum Novarum: Octogesima Adveniens a
los 80 años, en 1971.
Una década
después, en 1981, Juan Pablo II, en su encíclica Laborem Exercens, describió el
valor cristiano del trabajo, su dignidad y la importancia de los sindicatos,
como el de los portuarios de su Polonia natal, Solidaridad, de Lech Walesa, su
aliado en derrotar la hegemonía de la ex Unión Soviética en Europa del este. Y
justamente el papa elogiado por Benegas Linch, Juan Pablo II, vuelve con otra
encíclica social en 1987 titulada Sollicitudo rei Socialis (Preocupación
social), en la que retoma Rerum Novarum y Populorum Progessio y critica el
“abismo” de desarrollo entre el norte y el sur del planeta alertando
concretamente sobre las consecuencuencias de la deuda externa de los países
subdesarrollados. Y sobre el destino universal de los bienes, como si fuera
destinado a los libertarios, Juan Pablo II allí escribió: “Entre las opiniones
y actitudes opuestas a la voluntad divina y al bien del prójimo y las
estructuras que conllevan, dos parecen ser las más características: el afán de
ganancia exclusiva, por una parte, y por otra, la sed de poder, con el
propósito de imponer a los demás la propia voluntad”.
El papa Benedicto
XVI, tras la crisis financiera de las hipotecas de 2007/2008, en su encíclica
Caritas in Veritate (La caridad en la verdad), de 2009, se refirió a la
necesidad de fraternidad en el desarrollo económico, criticó la
financiarización además de volver a Rerum Novarum y la otra encíclica social de
Juan Pablo II, Centesimus annus, en 1991, homenaje al centenario de Rerum
Novarum.
Se incluyen entre
las 15 encíclicas sociales las dos del papa Francisco Laudato si’ (Alabado
seas), de 2015, y Fratelli tutti (Hermanos todos), de 2020, más conocidas por
los argentinos, pero la justicia social y la Doctrina Social de la Iglesia no
son creaciones del ‘papa comunista’ o el ‘papa peronista’ argentino. Por el
contrario, hace décadas sese debate sobre cuánto de la doctrina peronista está
basada en la Doctrina Social de la Iglesia como subproducto de esta y plasmada
en el texto de Perón titulado Comunidad organizada, de 1949, para el primer
Congreso Nacional de Filosofía en Mendoza.
Cierto grado de
narcisismo megalómano argentino tiende a pesar: “El peronismo conquistó el
Vaticano”. De hecho, Jorge Bergoglio explicó en extenso que tiene un origen
radical en una familia gorila y antiperonista. Se podría agregar que el
candidato que representa al peronismo, Sergio Massa, más allá de elogios
electorales que ahora le profesa, cuando Bergoglio era arzobispo de Buenos
Aires tuvo muy mala relación con él.
Aprovechando la
propuesta pública de Benegas Linch de romper relaciones con el Vaticano, Sergio
Massa se explayó sobre el supuesto problema de parte de los argentinos con el
éxito internacional de sus compatriotas comparando las críticas que recibía
Messi hasta salir campeón mundial con las que recibe el papa Francisco. El
problema no es que Francisco sea argentino sino que la Doctrina Social de
Iglesia siempre generó tensiones con el capital y, circunstancialmente, hoy le
toca continuar desarrollando las ideas económicas fundadas en Rerum Novarum a
este argentino. Lo que conflictúa son las ideas y no la persona.
La controversia de
Alberto Benegas Linch con el papa Francisco es en realidad con los papas: Pío
IX, León XIII, Benedicto XV, Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y
Benedicto XVI. Como titula esta columna, “no es este papa, es el Vaticano”. De
la misma forma que en la elección de este domingo en Argentina la cuestión no
es el nombre de cada candidato sino las ideas que representan. En el caso de la
Doctrina Social de la Iglesia, son: la dignidad de la persona humana
trascendente por sobre cualquier materialidad, la primacía del bien común, el
destino universal de los bienes, donde el reconocido derecho a la propiedad
privada no llega a ser incondicional y absoluto, el principio de solidaridad y
de subsidiariedad que obliga a prestar ayuda, y la primacía de la ley moral por
sobre las ideologías, ya que no existe una única verdad (sic).
Hay una
contemporaneidad de incio entre Rerum Novarum y la llamada Escuela Económica
Austríaca, que comienza en 1871 con el libro Principios de economía política,
del menos conocido Carl Menger, cobra impulso desde la segunda década del siglo
XX con Ludwig von Mises, su teoría del valor y la praxeología, explicada mejor
en su libro cumbre, La acción humana. Y el discípulo de Von Mises, Friedrich
Hayek, ganador del Premio Nobel de Economía en 1974.
Ideas, valores y
principios, esa es la discusión. Friedrich Hayek dijo: “La libertad de elección
debe ser más practicada en el mercado en vez de las urnas, la libre elección
puede al menos existir bajo un régimen de dictadura pero no bajo una democracia
sin límites, que no puede limitarse”.
Buen domingo.