sin la base de un sistema ético no hay
democracia
Hernán Bernasconi
Infobae, 05 Nov,
2023
“El gobierno
carente de moral se degrada a una banda de malhechores” (San Agustín)
Haremos una
apretada síntesis y algún comentario sobre la Nueva Democracia siguiendo las
enseñanzas de los dos últimos pontífices.
“La democracia
aparece hoy -afirma J. Ratzinger- como el único sistema de gobierno adecuado:
consigue la distribución y el control del poder y ofrece la más alta garantía
contra la arbitrariedad y la opresión, y el mejor aval de la libertad
individual y el respeto a los derechos humanos” (Papa Benedicto XVI en su obra
Liberar la Libertad Fe y Política en el Tercer Milenio con Prefacio del Papa
Francisco). Y el Papa Francisco nos llama a “cuidar el tesoro de la democracia”
(infobae, 15/1/22).
“El bien es la
participación de todos en el poder (que es expresión de libertad)” (aut. cit.
op. cit. pag 119). Con la participación de todos se logra libertad e igualdad
de todos. Está claro que esa participación en una democracia indirecta como la
vigente tiene dos características: la delegación del poder que por principio
“reside en el pueblo” y su “temporalidad”.
Cuando la voluntad
de los que ejercen el “poder-delegado” se independiza de “la voluntad
colectiva” -es decir, cuando el gobernante hace lo que el pueblo no quiere, o
dicho de otro modo, se aparta de lo que prometió- deben operar los controles a
través de los organismos encargados de llevar a cabo ese contralor. Cuando
los controles no funcionan no funciona la democracia.
“Así -dice Joseph
Ratzinger- al lado de la idea de libertad aparecen dos nuevos conceptos: lo
justo y lo bueno que se hallan en tensión. Mas aún cuando los explicamos a
través de la verdad.”
Y prosigue
diciendo el Papa Benedicto XVI: “La verdad anida en la conciencia de los
ciudadanos; no es un bien público sino privado. Por eso decimos que ese valor
de verdad que reside en la conciencia es relativo. Varía de una conciencia a
otra.”
“Pero no todo es
relativo, hay también “un núcleo de verdad” o de “valores”, de verdad ética,
que no puede coexistir sin corromper la democracia y estos valores éticos no
dependen del juego de mayorías y minorías…¿Cómo los conocemos? ¿Qué es lo que
se sustrae al relativismo? ¿Porqué y cómo?”
Cómo se llega a la
verdadera democracia
Refiriéndose a la
democracia tal como funciona en la realidad, dice Ratzinger que “En la sociedad
el puesto de la verdad lo ocupa la decisión de la mayoría; la democracia no se
define en cuanto al contenido de bien y de justicia sino de manera puramente
formal: como un entramado de reglas que hace posible la formación de mayorías y
la trasmisión y alternancia del poder. La Democracia es un mecanismo de
elección y votación.”
Mas, si nos
introducimos otra vez en esta columna en la lucha por cómo llegar a una
verdadera democracia (“gobierno del pueblo y para el pueblo”) recordemos que
las posturas de la filosofía política.
1.- La posición
relativista radical, radical en el sentido de raíz, del lat. radix, desde sus
fundamentos que es la de aquellos para quienes no hay valores absolutos fuera
de la libertad (política y material). De donde si los conceptos de bien y de
verdad son perjudiciales para la libertad debe prevalecer este última sobre
aquellos.
2.- La de quienes
sostienen que la verdad precede e ilumina la política. Dice Ratzinger donde “La
verdad no es un producto de la política (de la mayoría) sino que precede e
ilumina la política que hace la democracia.
“La política
promueve la justicia y la libertad cuando sirve a un sistema de verdades y
derechos que la razón muestra al hombre. Es decir que por esta vía se deposita
el descubrimiento de la verdad, en la razón. Entonces cabe preguntarnos ¿Qué es
la verdad? (Jn. 18, 38).”
El ejemplo de
Pilato en el juicio en el que se condenó a Jesús
Recuerda Ratzinger
que dice Hans Kelsen -el mayor erudito en ciencias jurídicas del siglo pasado,
ferviente positivista y expresión del relativismo filosófico y también
jurídico- al analizar el juicio que condenó a Jesús cuando Poncio Pilato se
pregunta: ¿Qué es la verdad? Pregunta que es resultado del escepticismo del
político y es también la respuesta del político: la verdad es inalcanzable. La
prueba es que no espera respuesta del imputado y en lugar de eso se dirige a la
multitud. Según Kelsen, así la decisión del asunto quedaría sometida al voto
popular. Kelsen opina que Pilato obra como perfecto demócrata. Como no sabe lo
que es justo, confía el problema a la mayoría para que decida con su voto. De
ese modo se convierte, según la explicación del científico austríaco, en figura
emblemática de la democracia relativista y escéptica, la cual no se apoya ni en
los valores ni en la verdad, sino en los procedimientos. No hay más verdad que
la mayoría, el valor de justicia o injusticia de la ejecución de Jesús no tiene
importancia.
El asesinato de
Jesús
Ratzinger comparte
la crítica que formula el teólogo Heinrich Schlier a todos aquellos que sitúan
en el mismo plano la fe y el pueblo. Dice el Papa Benedicto XVI que según
Schlier Jesús reconoce sin reservas en el proceso, el poder judicial del Estado
que representa Pilato. Pero también lo limita cuando dice que el poder no le
viene a Pilato (léase al gobernante) de sí mismo, sino “de lo alto”. Le dice
Jesús: Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no se te hubiera dado de arriba”
(19,11). Pilato vicia su poder y el del Estado en el momento en que deja de
percibirlos como administración fiduciaria de un orden más alto, que pende de
la verdad, y lo utiliza en beneficio propio. El gobernador (Pilato) deja de
preguntar por la verdad y entiende el poder como puro poder. “Al querer
legitimarse a sí mismo, dio su apoyo al asesinato legal de Jesús” (H. Schlier,
Die Zeit der Kirche, Friburgo 1958 ). Agreguemos que por ese camino antes y
después de Pilato dentro de los distintos sistemas de poder la humanidad
acumula un número de infinitas “injusticias” cuando el poder político o
judicial creen que pueden usurpar el lugar de Dios.
Esa usurpación del
“único poder absoluto” que es el poder de Dios por el poder del Estado,
cualesquiera sea la legitimidad constitucional se de-construye el sistema
democrático. Porque el Estado no es fuente de verdad ni de moral cualquiera sea
la ideología. El Estado no es absoluto. El Estado precisa un mínimo de
verdad y de conocimiento del bien que no se puede someter a especulación. Sin
él se degrada, como dice San Agustín, al nivel de “una banda de malhechores…la
magnitud imprescindible de conocimiento y verdad sobre el bien, el Estado
deberá tomarla el Estado de fuera.”. De la base moral y del diálogo social.
El ejemplo de una
historia ajena y lejana
Una prueba es la
Revolución Industrial que cambió al mundo y tuvo como su cuna a Inglaterra.
Recordemos que Gran Bretaña fue evangelizada a partir del siglo VII, con lo
cual sus raíces cristianas tanto en Inglaterra como en Escocia e Irlanda son
innegables. Los arzobispos de Canterbury datan de esa época. El enjundioso
estudio de T.S.Ashton La Revolución Industrial (1948) es una explicación capaz
de sorprender a los que no se sienten herederos del cristianismo y están muy
lejos de la experiencia religiosa.
Podríamos dar
muchos ejemplos prácticos de la interrelación que existe entre el desarrollo
económico y la base moral de un pueblo y particularmente de su clase dirigente.
Tomamos el de la Revolución Industrial porque resulta muy elocuente. Explica el
autor inglés que “en el siglo XVII la comunidad puritana que se agrupó
alrededor de Richard Baxter, teólogo y pastor cristiano de la Iglesia puritana,
en Kidderminster, evangelizó a grandes empresarios como los Foleys, los
Crowleys y los Hanburys, quienes habían de desarrollar grandes empresas…durante
el siguiente siglo, miembros de la Sociedad Religiosa de los Amigos de la
Religión (cuáqueros) desempeñaron importante papel en el desarrollo de los
molinos de grano, de la fabricación de cerveza, de la farmacéutica y de
empresas bancarias.
Las familias
cuáqueras de los Darbys, Reynols, Lloyds y Huntsmans vinieron a ser directores
de las industrias del hierro y del acero, en épocas de rápido cambio. Había
bautistas como Thomas Newcomen, y presbiterianos como James Watt en la
ingeniería; independientistas como John Roebuck y Joawph Dawson, junto con los
cuáqueros, en la industria del acero, los unitarios en los hilados de algodón….
y más adelante indica que la fuerte inmigración escocesa, aportaron además de
sus principios éticos y religiosos su energía mental…” Y más adelante tras
reconocer la importancia de la influencia de la revolución de las ideas que
significaron Wesley, Paine, Cobbett, Hunt, David Hume o Jeremías Bentham dice:
“dentro de los factores que produjeron la Revolución industrial, hay un
producto de la escuela escocesa de filosofía moral que no puede pasarse por
alto las enseñanzas y los principios morales en la trazabilidad de los negocios
y para gobernar de los académicos.
Se puede concluir
que el éxito del proceso iniciado en Inglaterra hace tres siglos está muy
vinculado a la influencia o base de las iglesias cristianas como anglicanos,
puritanos, cuáqueros, bautistas, presbiterianos, independientes, católicos y a
la práctica devocional, a la lectura del Evangelio y a la fidelidad a Nuestro
Señor Jesucristo. Por tal razón a esa enumeración que tomamos de Ashton sumamos
la imagen del cristiano John Wesley en particular, por su defensa de los
pobres.