“Como David contra Goliat”
La inesperada
victoria del “No” en el referéndum irlandés para eliminar de la Constitución el
derecho de la mujer a quedarse en casa para cuidar de la familia y la
singularidad de la familia natural. La Brújula Cotidiana entrevista a Angelo
Bottone, uno de los promotores del “No”: “Es una ruptura con la última década
de reformas liberales”.
Paolo Gulisano
Brújula cotidiana,
12_03_2024
En las intenciones
de Leo Eric Varadkar, a la cabeza del Gobierno irlandés, se suponía que iba a
ser una forma de celebrar el 8 de marzo; pero en realidad ha sido una especie
de adelanto de la fiesta de san Patricio, patrón de Irlanda. Un referéndum
sobre dos cuestiones que, de haber prosperado, habrían continuado con el
drástico proceso de secularización en curso de Irlanda. La primera pregunta se
refería a la definición de la familia, que, como en la Constitución italiana,
se basa en el matrimonio. La propuesta de referéndum, rechazada por el 67,7% de
los votantes, pretendía definir la familia como fundada en “el matrimonio y las
relaciones duraderas”.
Esta expresión
“relaciones duraderas”, en plural, habría incluido no sólo las llamadas
“relaciones horizontales”, es decir, entre adultos, como la cohabitación, sino
también las “verticales” entre padres solteros y sus hijos. El principal
problema es que, a diferencia del matrimonio, que debe ser consensuado, público,
registrado, etc., el Estado no sabe quién mantiene estas “relaciones
duraderas”, no sabe cuándo empiezan ni cuándo terminan porque el registro civil
no tiene en cuenta las cohabitaciones.
Paradójicamente,
la inclusión de estas “relaciones duraderas” en la definición constitucional de
familia habría otorgado un reconocimiento jurídico obligatorio incluso a
quienes, por deseo explícito, no lo querían.
La segunda
cuestión es algo más compleja. La redacción actual reconoce el valor de la vida
doméstica de las mujeres para el bien común y dice que el Estado debe
garantizar que “las madres no se vean obligadas a trabajar fuera del hogar por
necesidad económica, negando así sus deberes en el hogar”. El lenguaje puede
parecer anticuado. Algunos se quejan de que refleja la mentalidad de 1937,
cuando se redactó la Constitución irlandesa, pero, con el tiempo, los
tribunales han interpretado que el artículo se refiere no sólo a las madres,
sino también a los padres.
Este artículo
justifica la ayuda pública a quienes trabajan en casa y, a diferencia de lo que
han escrito algunos periódicos italianos, no obliga a ninguna mujer a quedarse
en casa. La propuesta de referéndum, rechazada por el 74,4% de los votantes,
habría sustituido el artículo actual por uno completamente nuevo basado en el
reconocimiento por el bien común de la atención que los miembros de la familia
se prestan mutuamente. Esta propuesta ha sido criticada por todos aquellos que
no estaban conformes con la redacción original y que además consideraban que la
nueva era demasiado débil. Algunas organizaciones de defensa de los
discapacitados, por ejemplo, argumentaron que de esta forma el Estado relegaría
los cuidados a la familia en lugar de asumirlos.
El resultado del
referéndum ha sido la -totalmente inesperada y sorprendente- aplastante
victoria del “no”. Un resultado casi chocante, incluso a nivel internacional.
La Brújula
Cotidiana ha entrevistado a uno de los intelectuales católicos más
significativos de Irlanda, Angelo Bottone, profesor de filosofía e investigador
del Iona Institute, un think tank provida y profamilia que ha desempeñado un
papel destacado en la campaña a favor del no. El profesor Bottone es también
presidente de “Solidaridad Familiar”, una asociación de familias católicas
implicada también en la campaña del referéndum. “Solidaridad Familiar” es
miembro de FAFCE, la federación europea de organizaciones familiares católicas.
Profesor Bottone,
el resultado del referéndum ha sorprendido a muchos observadores. ¿Se lo
esperaban los organizadores?
Sinceramente, no.
El domingo pasado, los sondeos daban al “No” un 25% y a los indecisos un 35%.
Lo único que nos daba esperanzas era ver cómo crecía el apoyo a nuestra
posición entre los ciudadanos más informados. Se percibía un movimiento en la
buena dirección, pero los días estaban contados. Los últimos debates
convencieron a los indecisos y el resultado ha sido extraordinario. El
porcentaje de votos negativos en la segunda pregunta (74,4%) es el más alto
registrado en la historia de los referendos, mientras que la primera pregunta
recibió el tercer porcentaje más alto (67,7%). Que es como decir que nunca
antes el pueblo se había expresado con tanta claridad.
Teníais a todo el
mundo en contra, como siempre: los medios de comunicación y casi todos los
partidos con la excepción de Aontù, la pequeña formación que se ha separado del
Sinn Fein precisamente por la secularización radical de la formación
nacionalista histórica.
Cierto, y esto
hace que el resultado sea aún más significativo. Todos los partidos tanto del
Gobierno como de la oposición apoyaban ambos referendos. Aontù, el único
partido de la oposición, sólo tiene un representante electo en el Parlamento y,
a diferencia de los demás, no recibe financiación pública porque no ha superado
el umbral necesario. Se puede decir que ha sido la batalla de David contra
Goliat de verdad. Sobre todo porque la campaña del “Sí” estaba dirigida por
varias organizaciones sin ánimo de lucro fuertemente financiadas por el Estado,
mientras que en nuestro bando había pequeños grupos de inspiración cristiana y
algunos senadores independientes, todos ellos bienintencionados pero con pocos
recursos.
También hay que
señalar la participación de algunas organizaciones feministas radicales en la
campaña del “No”, organizaciones con las que estamos en desacuerdo por otras
cuestiones. Estas feministas se han opuesto especialmente a la segunda
pregunta, que habría eliminado la palabra “madre” y “mujer” de la Constitución.
Las feministas radicales, que siempre han estado en contra de la ideología de
género, lo interpretaron como un intento de neutralizar las referencias
explícitas a la mujer en la Constitución.
El Gobierno había
elegido el Día Mundial de la Mujer como fecha simbólica, pensando que las dos
preguntas se aprobarían más fácilmente, y en lugar de eso ha ocurrido lo
contrario. El 8 de marzo será recordado como el día en que los irlandeses no
borraron a las mujeres de su Constitución. Entre las organizaciones religiosas,
sólo la Iglesia Católica y la Iglesia Presbiteriana se levantaron en defensa de
la familia: anglicanos, musulmanes y judíos no estuvieron presentes. ¿Quizás en
nombre de la corrección política?
Los obispos
católicos escribieron una bonita carta explicando las consecuencias de las dos
propuestas. Los presbiterianos han sido los únicos, entre las confesiones
protestantes, que se han opuesto públicamente, mientras que no ha habido
ninguna indicación de voto por parte de las organizaciones islámicas, pero yo
diría que por una razón específica. La primera pregunta pretendía equiparar las
“relaciones duraderas” con el matrimonio y, de este modo, daría reconocimiento
legal a las uniones polígamas. El matrimonio polígamo, aceptado por los
musulmanes, habría seguido siendo ilegal porque la Constitución prevé
explícitamente sólo dos cónyuges. Sin embargo, no es ilegal que un musulmán
casado en el extranjero con más de una esposa venga a vivir con ellos a
Irlanda. Uno de los efectos de la enmienda constitucional habría sido equiparar
las familias polígamas a las basadas en el matrimonio. No es de extrañar, pues,
que los musulmanes no se opusieran a ella.
¿Cómo habéis
convencido al electorado?
Como no
disponíamos de muchos recursos, nos concentramos en debates televisivos y
radiofónicos, más que en anuncios de televisión, carteles o folletos. Lo más
destacado fue el debate en horario de máxima audiencia en la televisión pública
el martes pasado. Maria Steen, también del Iona Institute, ha sido la cara que
representaba el “No”. Madre de cinco hijos, arquitecta y abogada. Una mujer de
fe, muy activa en la campaña antiaborto de 2018. Por el contrario, el bando del
“Sí” ha estado representado por el viceprimer ministro y líder del partido
mayoritario Fianna Fail, Michael Martin. Un político prominente y experimentado
que representó bien al establishment. Es difícil cuantificar la eficacia de
estos debates pero, a la vista de los resultados, no cabe duda de que la
contribución de Maria Steen ha sido mejor.
Hablando de
partidos: esta votación es una solemne bofetada a la diarquía Fianna Fail -
Fine Gael, pero también una señal para el Sinn Fein y los demás partidos, muy
alejados del país real, ¿no cree?
Ha sido un
terremoto que ha afectado a toda la clase política. La gente ha ido en la
dirección exactamente opuesta a la de los partidos. Y no ha sido sólo un voto
antigubernamental, ya que la oposición también apoyaba el referéndum. La
distancia entre la realidad y su representación política, o mejor dicho, la
falta de representación política, no ha podido ser más explícita. Ha sido un
voto totalmente antisistema que los comentaristas no habían previsto.
¿Se puede mirar al
partido Aontú con una esperanza razonable?
De momento sigue
siendo pequeño, pero representa la única alternativa al pensamiento único
dominante. La campaña del referéndum ha dado mucha visibilidad a su líder,
Peadar Tóibín, y dados los extraordinarios resultados, estoy convencido de que
el partido también se beneficiará de ello.
¿Puede leerse esta
clara votación como un freno que los irlandeses querían poner a la deriva
descristianizadora de los últimos años?
Yo sería prudente
a la hora de sacar tales conclusiones. El proceso de descristianización
continúa, pero el voto del viernes representa una fractura. Es el final de una
década de reformas liberales que implicaron no sólo la redefinición del
matrimonio en 2015, abriéndose a las parejas del mismo sexo, y la legalización
del aborto en 2018, sino toda una serie de leyes y decisiones políticas. Justo
en los últimos días, una comisión parlamentaria ha propuesto la legalización de
la eutanasia. Parece que la clase política irlandesa, como para compensar un
sentimiento de inferioridad debido a un pasado excesivamente religioso, se
desvive por parecer la más anticristiana en temas delicados. El resultado del
referéndum apunta definitivamente en otra dirección. El pueblo ha dicho no, al
menos esta vez.
¿Podría el
resultado de este referéndum iniciar una recuperación significativa, tras años
muy difíciles, de la presencia social y política de los católicos?
No hay ninguna
formación política de inspiración católica explícita. Hay políticos, no muchos,
que no se avergüenzan de su fe. Además sigue existiendo un sentimiento
religioso muy extendido, pero esto no se traduce en una propuesta política.
Anoche mientras lo estábamos celebrando nos preguntábamos cómo capitalizar este
éxito. Hay mucho que reflexionar, pero por ahora, vamos a disfrutar de esta
fantástica victoria.