al que también le decían El Loco y duró solo 6
meses en el poder
Leandro Rosso
STDP, junio 1,
2024
La noticia de que
el presidente de Argentina, Javier Milei, iba a presentar su último libro en el
Luna Park, donde incluía un show musical donde él mismo iba a cantar, sonó como
un eco de raíces sudamericanas noventosas. No es que sea poco habitual que los
mandatarios de este subcontinente pretendan aferrarse a una espectacularización
de la política, que interpele a un sector de la sociedad que dice representar.
Sino que se trata del eco de un hecho puntual, de un momento fugaz y duro en
otro país, que aun retumba y reverbera.
A Javier Milei le
dicen “El loco”. Según Juan Luis González, el biógrafo no oficial que escribió
el libro homónimo, en distintas partes de su vida recibió ese mote, que va más
allá de su histrionismo televisivo ya conocido. En el colegio, al introvertido
Javier lo llamaban así, cuando se volvía pocas veces expresivo en ciertas
juntadas, por ejemplo, cuando imitaba el paso de baile de Mick Jagger, o cuando
empezaba a revolear su pelo.
Ya como adulto, el
propio Eduardo Eurnekian se reía de sus acotaciones furibundas y burlonas en
cenas distendidas, ya cómo su empleado en Aeropuertos Argentina 2000. Finalmente,
está su lado íntimo, e involuntariamente mediatizado, sobre su contacto con
espectros del más allá, desde su perro Conan, pasando por pensadores económicos
renombrados, hasta el mismísimo Dios. “No se lo digas a nadie. Van a pensar que
estoy loco”, le dijo supuestamente a alguien de confianza.
Cuando Javier
tenía 25 años de edad, ya existía un país cercano que tuvo como presidente a
alguien se le adjudicó el mote de “El Loco”. Su mandato duró solo seis meses,
fruto de una dura crisis económica y desprestigio social que desencadenó en ese
poco tiempo. Se trata de Abdalá Jaime Bucaram Ortiz, quien fue presidente de la
República del Ecuador durante el período 10 de agosto de 1996, al que asumió
por un contundente resultado electoral, similar al de Milei. Y el 6 de febrero
de 1997, exactamente 180 días después, fue destituido por el parlamento, para
remediar la dura crisis socioeconómica que vivía esa nación, con protestas
callejeras de grandes dimensiones.
A diferencia del
minarquista porteño, “el loco” Bucaram estaba familiarizado con la política
partidaria. Su cuñado fue Jaime Roldós, el presidente que había iniciado el
actual período democrático del país en 1979, al frente de la alianza CFP,
Concentración Fuerzas Populares, pero quien falleció en el cargo el 24 de mayo
de 1981, en un misterioso accidente aéreo.
Gran parte de la
opinión pública considera su muerte como un magnicidio, siendo los principales
sospechosos, la cúpula militar y el gobierno estadounidense. De ahí que Bucaram
decidió crear su propio partido en homenaje a él: el Partido Roldosista
Ecuatoriano.
Bucaram llegó a
ser alcalde de su ciudad natal Guayaquil en 1984. Pero duró menos de un año,
debido a que fue condenado por injurias por parte de las Fuerzas Armadas de
Ecuador. Les dijo que no servían “para nada que no sea para gastar plata y
desfilar en días cívicos”. Ante eso, decidió exilarse a Panamá para escapar de
su condena. Luego de ser beneficiado por una amnistía, retornó a Ecuador para
disputar las presidenciales de 1988, en la cual salió segundo. La justicia
ecuatoriana volvió a imputarlo, por lo que nuevamente viajó a Centroamérica, y
regresó en 1990 por ser sobreseído. No fue esta la última vez que tuvo que
empacar a las apuradas sus valijas con ese mismo destino.
Salió tercero en
su segundo intento en 1992. Y en 1996, realizó un tercer intento. A diferencia
del futuro León argentino, quien proclama sin titubeos ser un derechista y un
libertario, Bucaram no ocultaba sus raíces de izquierda nacional. Hablaba en
nombre de los pobres, de establecer una dicotomía entre patriotas y los
anti-patria, defender los reclamos de las comunidades indígenas, etc.
Según escribió la
periodista ecuatoriana Yalilé Loaiza, Bucaram pudo “desplegar una ingeniosa
campaña política en contra de los partidos políticos dominantes, las élites
económicas, la banca y los medios de comunicación. Los socialcristianos
creyeron equivocadamente que el sobreseimiento a Bucaram les beneficiaba, que
un populista en la carrera presidencial conseguiría dividir los votos de la
izquierda y que pavimentaría el ascenso a la presidencia de Jaime Nebot, el
delfín de León Febres Cordero, presidente de Ecuador entre 1984 y 1988. Pero
estaban muy equivocados”.
Loaiza escribió
esto para Infobae en el 2022, cuando todavía no se especulaba que parte del
aparato del Partido Justicialista ayudaría a La Libertad Avanza a inflar la
figura de Milei para dividir los votos de Juntos Por El Cambio en las
presidenciales del año pasado.
Durante un acto
proselitista, ante sus bases, el candidato Bucaram hizo una recordada
performance sobre cómo debían actuar ante el cuarto oscuro: “Te voy a enseñar
qué es un solo toque (el publico ríe). El 7 de julio cuando vayas a votar te
paras en la cola, miras que no haya socialcristianos que quieren chorear la
cartera, sacas la cédula (…) te vas a la urna, abres la papeleta, cuando ves a
Nebot dices `no Dios mío, Satanás’ (el público aplaude) y cuando ves a Abdalá,
con cariño, suave, suavecito, no hagamos lámpara, hay que ser humildes y
sencillos en el triunfo, verdad, coges la pluma, miras la 10, que sea la 10,
tuc: ¡un solo toque! (Abdalá hace la mímica de rayar la papeleta).(…) Alzamos
las manos todos para ver cómo vamos a votar, `un, dos, tres, tuc, ¡un solo
toque!’ (la gente: un, dos, tres, tuc, ¡un solo toque!; un, dos, tres, tuc, ¡un
solo toque!)”.
Según un paper del
economista de FLACSO, Alberto Acosta, publicado en los comienzos de la era
presidencial, titulado El bucaramisno en el poder, Bucaram tenía el mérito de
que “supo entender e interpretar el sentir popular, al tiempo que transforma
los insultos y críticas de sus rivales en cualidades éticas. Con canciones y
bailes, con denuncias más o menos fundamentadas y alusiones sexistas asumió las
angustias de los pobres: su exclusión, sus carencias, su opresión. Pretendió
ser uno más de ellos. Aparecía ante los ojos de los marginados como un ejemplo
de quien puede superar la pobreza. Y aun arrastrando sus propias oposiciones,
sus imprudencias y hasta sus controvertidas declaraciones, gestó, en su tercer
intento para llegar a la Presidencia, un respaldo masivo para derrotar a las
fuerzas socialcristianas, que inicialmente parecían imbatibles”.
Con eso, Bucaram
llegó al balotaje y obtuvo el 55% de los votos del 7 de julio de 1996. En
YouTube, se puede ver un informe televisivo de dos horas, realizado por la
televisión ecuatoriana, dando un paneo crítico de lo que han sido los seis
meses de su gestión, a continuación se puede ver un breve extracto del mismo.
Además las siguientes imágenes del presente informe, fueron extraídos de ese
material fímico.
El medio año de
gestión del loco Bucaram se caracterizó por sus exposiciones de showman, sobre
todo con el canto; los insultos a dirigentes opositores y a la prensa; la
megalomanía de estampar su nombre y su figura en productos de ayuda social; los
casos de corrupción, en beneficios para sus familiares y allegados; y un modelo
económico “cavallistico”, con el que trató de emular la gestión de Carlos
Menem. Todo eso, desencadenó graves problemas económicos, que a su vez
finalmente, tras un breve periodo de encantamiento, desencadenaron enormes
protestas sociales.
Sobre sus
peculiaridades, era insistente en asistir a shows musicales. Su “Panic Show”
fue la versión castellanizada de Rock de la cárcel. Incluso lo hizo en vivo
junto con la banda uruguaya Los Iracundos en el mes de diciembre, en un
programa de televisión para juntar colectas solidarias. También grabó su propio
disco de temas, titulado Un loco que ama. Todo en plena gestión gubernativa.
Al igual que trató
de hacer Milei en Dinamarca, en su frustrado aspiración de subirse a uno de los
aviones militares F-16 adquiridos a EEUU, Bucaram sí pudo subirse a una nave
supersónica de sus propias fuerzas araadas, al grito de: “Soy el Loco
cero-cero-cero, totalmente Rambo”.
En ayuda social y
de servicios públicos, el presidente pretendió patentar distintos bienes y
servicios que estén a su nombre. La entrega de leche para fines humanitarios,
por ejemplo, debía figurar en los paquetes con la flamante marca “Abdalact”.
Además, entregaba bolsas con agua, donde quedaba estampado su silueta y con un
comentario escrito en primera persona en singular. O incluso planes de ayuda,
con el nombre “Un solo toque”.
Insólitamente, en
enero de 1997, fue un “doble presidente”, porque también ejerció al mismo
tiempo la presidencia del Barcelona de Guayaquil, el equipo más popular en el
fútbol ecuatoriano. Una aspiración que todavía motiva al ex presidente
argentino Mauricio Macri.
En el mientras
tanto, no se sabía bien cuál era su plan económico. Retomando el comentario del
economista Acosta, se consideraba en ese entonces que “no sorprende que el
neoliberalismo electoral de Bucaram haya cobrado nuevos bríos a las pocas horas
del triunfo. Basta recordar la rápida formación de su frente económico,
constituido por poderosos empresarios, encabezados por el presidente del banco
más grande del país y por el heredero de la mayor fortuna nacional, una de las
mayores en el ámbito latinoamericano; personajes que, antes del domingo 7 de
julio, ya asomaron entre los principales financistas de la multimillonaria
campaña del candidato populista. A ellos se sumó el gerente general del Banco
Central y otras figuras relevantes del gobierno saliente, artífices fundamentales
del esquema macroeconómico vigente. Con esto, de hecho, Bucaram empezó
apostando por la continuación de las políticas aperturistas y liberalizadoras a
ultranza”.
Como dijimos, su
gestión duró exactamente 180 días, pero hubo que esperar hasta el día 113 para
que anunciara su paquete de medidas. Al igual que Menem, que prometía la
revolución productiva y el salariazo, o si se quiere su gran seguidor Milei,
que prometió que el ajuste lo iba a pagar la casta, el Loco ecuatoriano
prometió por izquierda y ejecutó por derecha. Ya que para ello, recibió el
asesoramiento económico del ex ministro de Economía de Argentina, Domingo
Felipe Cavallo, el padre de la Convertibilidad argentina, que supuestamente iba
a durar mil años.
Lo que se
implementó fue un cambio fijo de 4.000 sucres respecto el dólar, para luego
alcanzar el mes de julio del año entrante a una quita de tres ceros para
mantener la equivalencia de 4 sucres = 1 dólar, o quizás con una nueva moneda
en circulación. En la conferencia de prensa en la que anuncio ese plan, Bucaram
definió que el objetivo era conseguir un sucre “sin-cero”.
A la par, para
mantener las reservas estables, impulsó la privatización de rubros que estaban
ligados a la energía, como el petróleo y la electricidad. A eso se le suma la capitalización
de los seguros sociales, una suerte de AFJP. Además, propuso un paquete de
leyes tributarias. Dichos proyectos fueron rechazados por el Congreso.
Ante ello, el
presidente Bucaram decidió habilitar tarifazos en los distintos servicios, como
teléfono, electricidad, gas y transporte, además de aplicar el arancelamiento
en la salud pública. Unas medidas semejantes a la que están ocurriendo en
Argentina, donde el recorte de los alcances de la Ley Bases, enfrenta la
amenaza del presidente Milei que si el Poder Legislativo no apoya sus medidas,
el ajuste lo hará él mismo.
Estas medidas
desencadenaron las protestas de los sindicatos ligados a las empresas que iban
al desguace, las clases medias duramente afectadas por el aumento de tarifas, e
incluso se sumaron las comunidades indígenas. Desencadenando enormes
movilizaciones sociales, cortes de calles, y acciones represivas policiales,
que antecedieron a lo vivido en nuestro país en diciembre de 2001.
Finalmente, el 6
de febrero de 1997, los principales bloques partidarios en el Congreso
ecuatoriano sumaron la cantidad de votos suficientes como para anunciar como
vacante el puesto de Presidente, declarando que Bucaram era persona con
“incapacidad mental para gobernar”. Inmediatamente después “El Loco” pidió su
tercer asilo a Panamá.
Pasaron pocos
años. En el 2000, Jamil Mahuad también fue destituido como presidente, luego de
aplicar la dolarización en el país, que continúa hasta hoy. En 2002, asumió Lucio
Gutiérrez, quien fue el edecán de Bucaram, e impulsó el descabezamiento de los
jueces de la Corte Suprema de Justicia, y logró que en el 2005 se declarara la
nulidad de todos los juicios contra Bucaram.
Éste, muy contento
con el resultado, regresó a su país, prometiendo llevar adelante una
“revolución boliviarana” a lo Hugo Chávez. Pero, la sociedad no lo tomó con
gracia y desencadenó una nueva oleada de protestas, llevando incluso a la
destitución de Gutiérrez, en la llamada Revuelta de los Forajidos. Esto hizo
que, nuevamente, Bucaram volviera precipitadamente a Panamá por cuarta vez.
Finalmente, en
2017, las causas en su contra proscribieron y regresó a Guayaquil. En mayo de
este año, fue noticia que su hijo fue arrestado por estar implicado en una organización
criminal. Desde las redes sociales, el ex presidente acusa a la prensa de
“corrupta”. Un eco a “no la ven”.-