y Javier Milei
Jorge Fontevecchia
Perfil, 13_07_2024
Javier Milei se
ufanó de haber sido foto de tapa del diario The Wall Street Journal recorriendo
la avenida Del Libertador en un tanque del Ejército durante el desfile del 9 de
Julio. Irónico, tituló su mensaje con “Fenómeno barrial” haciendo gala de
pertenecer a una liga internacional mientras sus críticos solo son actores
locales.
Pero quien
realmente sea lector de The Wall Street Journal sabe que las tapas de ese
diario combinan fotos del tema obligado y excluyente del día siendo en ese caso
el título principal y la foto de la misma noticia: “Ganó Trump”, por ejemplo;
con tapas donde la foto es sobre un hecho de actualidad que no llega a ser título
principal, pero dentro del diario hay una nota sobre el tema, como fue el día
anterior y posterior a la foto de tapa de Milei: “Palestinas lloran a las
víctimas de la huelga en los albergues” el martes, y “Misil ruso alcanza
hospital infantil en Kiev” el jueves, en ambos casos con imágenes de mujeres
llorando. Pero también con fotos de tapa curiosas que no merecen siquiera una
nota interior, como fue el caso de la de Milei u otra anterior de una osa panda
bajo este título y explicación: “La insoportable levedad de ser adorable. Come
brotes y se va: Fu Bao estuvo en cuarentena el jueves en la base de pandas de
Shenshuping, en China. Nacida en 2020, hija de una pareja de pandas alquilados
a China, fue trasladada en avión el miércoles desde Corea del Sur, donde los
fanáticos lloraban para asistir a una ceremonia de despedida”.
Se podría
argumentar que para The Wall Street Journal Milei es tan curioso como Fu Bao
(“Tesoro de la suerte” en coreano), la osa panda de la otra tapa, y en el caso
de nuestro presidente, llamando la atención en países donde se libraron las dos
guerras mundiales del siglo XX con millones de muertos para quienes un tanque
de guerra es algo serio y puede resultarles ininteligible el gesto festivo de
un jefe de Estado casi como un niño en esa situación donde se esperaría una
posición de recogimiento y respeto. Se agrega en nuestro país en particular que
desfilaban los veteranos de Malvinas.
Javier Milei puede
estar confundiendo la fama de comediante que bien merecida tiene con su autopercepción
de ser el faro de occidente y creer que en tal condición lo invitan, por
ejemplo, a la Conferencia de Sun Valley en Ohio donde se encuentra hoy. Los
organizadores del evento no solo invitan a gran parte de los principales
empresarios norteamericanos, sino también a atracciones del show business, como
la actriz Oprah Winfrey, el jugador de la NBA LeBron James, el cantante Dan
Chandler y la diseñadora Stacey Bendet Eisner.
Así como la panda
Fu Bao disfruta y padece “la insoportable levedad de ser adorable”, Milei
debería reflexionar si le cabría a él mismo la condición de espécimen extraño
disfrutando y padeciendo la insoportable levedad de ser una atracción. Quizá
como tantas veces mencionamos en estas columnas, el deseo profundo de Milei
haya sido siempre ser famoso, como jugador de fútbol, como actor de stand up,
como conferencista o como presidente, siendo este cargo un medio y no un fin.
Pero lo que da
rating y por momentos votos se convierte en contraproducente a la hora de
gobernar, porque esa obligación de estar siempre en el centro de la escena
llamando la atención le hace creer que está haciendo lo correcto cada vez que
maltrata a alguna persona o sector relevante porque observa que suma clicks y,
en realidad, se está cavando su propia fosa, porque como bien le advirtió
Miguel Ángel Pichetto: “No se puede gobernar con ira”.
Y lo mismo del
rating vale para los clicks de redes sociales, donde el lenguaje analógico de
una imagen, un meme, comunica más rápidamente a más gente, porque requiere menor
esfuerzo cognitivo para la audiencia que un texto. Pero la otra tapa festejada
y retuiteada por Milei fue la de la revista Time donde el texto de la nota era
crítico. Ser tapa de una newsmagazine como Time o en Argentina la revista
Noticias es más veces por lo malo que por lo bueno. Probablemente su asesor de
comunicación, el ya célebre Santiago Caputo, adscriba al axioma del mundo del
espectáculo: “Que hablen, que hablen mal, pero que hablen”, total nadie lee y
ser tapa implica ser relevante. Mediáticos que toman para sí esa estratagema de
ser celebridades a toda costa, como el abogado Burlando o la modelo Wanda Nara.
El otro axioma del
mundo del espectáculo es que el peor pecado es aburrir, y lo que se repite
aburre: un ejemplo actual es cómo cada nueva crisis matrimonial de Wanda Nara
sorprende cada vez menos y resulta menos
verosímil.
Así como se le
asigna al peronismo la neurosis de no darse cuenta de que ha perdido, a Milei
se le podría atribuir la neurosis de no darse cuenta de que ya ha ganado y lo
que precisa ahora en gobernar y gestionar con eficiencia más que a los seis
meses de haber asumido estar preocupado por las elecciones de fin de 2025.
Comparto siempre con los lectores de PERFIL que en lo personal siempre pensé
que Rodríguez Larreta era quien podía ejercer mejor el cargo de presidente, y
una de sus ideas de haber asumido era anunciar desde el primer día que no se
presentaría para la reelección y concentraría todo su tiempo en ejecutar las
reformas que el país precisa, varias de las cuales también trata de ejecutar La
Libertad Avanza, aunque sin mucha pericia y demorando el doble de tiempo
estancado en peleas inútiles, aunque den rating.
En lugar de ocupar
el cómodo espacio de némesis del kirchnerismo tan redituable mediáticamente, le
haría un bien al país encarnando el poskirchnersmo y no el antikirchnerismo,
que ya huele a viejo. Si como le habría dicho Santiago Caputo a Mauricio Macri:
“Con todo respeto, pero este no es su segundo tiempo, el nuevo líder de la
derecha es Milei”, debería crear “otra canción” diferente a la cantinela “ah,
pero el kirchnerismo” que pronto se le va a acabar y la sociedad pasará a
cobrarle las promesas incumplidas. Cada día está más cerca el fin del vínculo
mágico entre la sociedad y su presidente.