Por Ariel Corbat
La Prensa, 25.07.2024
El 11 de julio, los diputados nacionales de La Libertad Avanza Beltrán Benedit, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra, Lourdes Arrieta y María Fernanda Araujo, a quienes en lo sucesivo llamaré Quinteto Irreverente visitaron en el Penal de Ezeiza a algunos de los hombres que se encuentran privados de su libertad por causa del más alevoso prevaricato de la historia judicial argentina. No hace mucho yo también estuve en Ezeiza visitando al capitán Alfredo Astiz y otros presos políticos, que bien pueden considerarse prisioneros de guerra, oportunidad en la que pude apreciar la grande y alta dignidad con que sobrellevan la injusticia que padecen.
Como era de esperar, el kirchnerismo y el resto de la izquierda se contorsionaron en un espasmo feroz cuando trascendió la visita. Porque el punto no es la visita en sí, sino el miedo a que expongan el prevaricato sistematizado surgido a partir de la inconstitucional anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Igual que el mago usa a la chica bonita para que la mano sea más rápida que la vista, Néstor Kirchner necesitaba una cortina de distracción para su proyecto totalitario de corrupción estructural, y los derechos humanos tal como los difundían minorías hiperactivas afines a las organizaciones terroristas, Montoneros y ERP principalmente, le venía de perlas para montar un show distractivo de revancha disfrazada de justicia. "Roban pero encarcelan", es la brillante síntesis formulada por Jorge Asís sobre la lógica en esa alianza entre la izquierda y el kirchnerismo.
Y así el proceso de pacificación iniciado por Carlos Ménem, que parecía estar resuelto junto con la caída del Muro de Berlín, el colapso de la URSS y el fin de la Guerra Fría pudo ser revertido por esas minorías hiperactivas operando sobre la frustración de una sociedad que tocando fondo por sucesivas crisis necesitaba desde su hipocresía cobarde dar con chivos expiatorios. Los Kirchner, que nunca se habían interesado por los derechos humanos, hicieron del odio su fortaleza.
Pero puesta a rodar la sobreactuación kirchnerista fue tan grosera que los derechos humanos en lugar de servir de telón para la corrupción se convirtieron en la corrupción misma, las madres de los terroristas comenzaron a ser vistas como “las chorras de la plaza”, y aunque desde el uso faccioso de todos los recursos del Estado se pretendía ocultarla, la estafa con los desaparecidos quedó a vista de todos más allá de la certera investigación de José D’Angelo.
Con la sociedad cobrando conciencia del engaño, los políticos y jueces cómplices del prevaricato siguen a aferrados a su pacto de impunidad desde el poder que conservan. Mucho más poder del que puede cambiar una sola elección.
CLIMA DE FIN DE EPOCA
Sin embargo, por aquello de que es posible engañar a uno todo el tiempo y a muchos mucho tiempo, pero no a todos todo el tiempo, hoy ya es evidente un clima de fin de época en la sociedad. Las urnas decidieron un Presidente, Javier Milei, que prometió el camino duro del ajuste económico y a una vicepresidente, Victoria Villarruel, que representa la defensa de las victimas del terrorismo castrista. Y en esa misma campaña electoral, la candidata presidencial del tercer espacio, Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich prometió a los militares “salida justa” al trato “inequitativo y en ocasiones inhumano” que reciben a consecuencia de los juicios del prevaricato.
En ese devenir histórico que hace al actual contexto, es sumamente interesante lo que la visita del Quinteto Irreverente a militares presos ha dejado en evidencia.
Lo que en otro momento hubiera terminado en un linchamiento institucional, como fueron los atentados contra la representatividad del sufragio en impedir que asuman sus bancas Domingo Bussi y Luis Patti, esta vez presenta un desarrollo completamente distinto.
Así pasó diluyéndose en la indiferencia de la gente la primera oleada (que no será la última) del ataque del kirchnerismo y demás izquierdas contra los cinco diputados de La Libertad Avanza.
Queda claro pues que la gente, nosotros, la sociedad ya se hartó del relato sobre los 70's con la mentira que quiso ser consagrada como verdad dogmática de los 30.000 desaparecidos y la negación de la misma guerra que Montoneros y ERP alardeaban de haber declarado. Solamente los cómplices del prevaricato y las minorías hiperactivas, sostenidas desde sectores ideológicos afines al terrorismo castrista, pretenden hoy continuar con esas farsas de jucios.
Hay un fin de ciclo donde a la enorme mayoría de la ciudadanía no le interesa mantener a los militares presos y que, además, considera absurdo desperdiciar recursos estatales en revolver falseado un pasado ya lejano juzgando ancianos que no son una amenaza para nadie mientras tanto criminal delinque impunemente.
Por ese clima de fin de ciclo, lo que hace poco hubiera sido el fin de 5 carreras políticas, ahora las potencia. Desde que asumieron sus bancas, Beltrán Benedit, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra, Lourdes Arrieta y María Fernanda Araujo, nunca recibieron tanto apoyo de su base electoral como en estos días.
Borges lo sabía: el coraje siempre es mejor.
El cambio cultural es imparable. Y el Quinteto Irreverente lo demuestra.
Ariel Corbat
* Periodista. Experto en seguridad y temas militares. Editor de la página web http://plumaderecha.blogspot.com