viaje a la primera
línea de infiltración narco
Por Hernán Lascano
(Rosario)
LPO, 04/08/2024
Desde el puente
que enlaza Resistencia con Corrientes hasta la zona de Rosario el río Paraná,
aunque desborda de caudal, es un desierto. La mayor parte del trecho de
navegación transcurre sin que se vea a nadie en las costas o en el agua. La
Prefectura está ausente porque no hay equipamiento que posibilite patrullar
semejante autopista fluvial por donde baja todo tipo de cargas en la Hidrovía.
Lo que genera una gran preocupación a las empresas privadas que explotan los
puertos donde se embarca mayormente el cereal con destino de exportación.
Inquietud que se acrecentó hace 12 días cuando se descubrieron en una terminal
privada cercana a Asunción 4 mil kilos de cocaína que debían terminar en el
puerto de Rotterdam.
Los temas de
seguridad en la zona encienden todas las luces de alarma en el complejo
cerealero oleaginoso situado 30 kilómetros al norte de Rosario donde están los
grandes puertos por los que sale un 70 por ciento de esas cargas a ultramar. Lo
más perturbador es que a las bodegas de los buques de gran calado que mueven
los embarques lleguen cargas de drogas. "Para nosotros el narcotráfico es
una amenaza por la fuerte afectación de la relación de las empresas con la
sociedad", indica un funcionario de seguridad de una de las compañías
privadas de la zona. Los moviliza el fantasma de que los puertos queden tocados
por sospechas de tener vínculos con esos contrabandos.
Contaminar
depósitos con las cargas a granel que llegan en las barcazas es difícil pero
las empresas disponen controles propios porque saben que no es imposible. No
hubo incautaciones en puertos privados de la zona del Gran Rosario en esta
variante. Mientras que la supervisión de las cargas graneleras es a ojo, las de
contenedores se hace a través de escáner aunque no fue impedimento para que en
la terminal de Rosario pudieran ingresar cocaína en containers.
En julio de 2022
se detectó que en el puerto frente al Monumento a la Bandera fueron metidos
1300 kilos de cocaína en una carga de maní llegada de Córdoba. La maniobra se
hizo en el mismo puerto aunque la cocaína no llegó por agua sino mediante
camiones ingresados a una plazoleta fiscal del Terminal Puerto Rosario. Todo
esto se supo un mes después de que la droga saliera. La detectaron en Santos,
Brasil, desde donde reportaron el hecho, que permitió mediante los circuitos de
cámaras en la planta rosarina corroborar lo ocurrido con el hecho consumado.
Para los
responsables de puertos privados hoy la posibilidad de actuar ante un evento
sospechoso no es inmediata. Algunas compañías tienen cámaras en la cubierta del
barco amarrado que carga en una terminal. Eso permite advertir la actividad
allí, un bote una lancha que se acercaran por ejemplo. Pero las imágenes
captadas son analizables una semana más tarde cuando se entregan los CD con los
registros. Para entonces los navíos o las barcazas ya se fueron.
Ahora se
implementará un proceso de registro de imágenes captadas por antenas móviles
via Starlink, la empresa de Elon Musk, que permite la conectividad de áreas
remotas del territorio nacional mediante el enlace provisto por una
constelación de satélites. Eso facilitará el seguimiento online en centros de
monitoreo de las empresas que controlan los puertos, algo que hoy no existe, y
con ello eventualmente capacidad de respuesta inmediata ante acciones
sospechosas. Tal mapeo habilitará a que unas tres mil barcazas sean seguidas en
tiempo real durante la navegación los 365 días del año.
Hoy por un sistema
obligatorio de GPS en los remolcadores que impulsan los convoyes, la Prefectura
y las empresas sí pueden conocer el desplazamiento de barcazas y de los barcos.
No pueden, en contraste, visualizar qué pasa durante la navegación de las
flotas.
A nivel nacional
desde el Ministerio de Seguridad han confiado a directivos de la Cámara de la
Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA), que nuclea a los
ejecutivos de los puertos privados, la posibilidad de habilitar acciones de
inteligencia con tecnología para identificar mediante inspección facial a las
tripulaciones de las flotas que circulan por el tramo nacional de la hidrovía,
mediante las cámaras que fiscalizan en sus centros de monitoreo. Esto
facilitaría determinar si alguien del personal de flota está registrado en las
bases de datos por denuncias que pudieran tener los países que comparten la red
fluvial.
Desde la zona de
Timbúes hasta San Lorenzo, pegado a Rosario, hay una decena de puertos
privados, algunos de las firmas más renombradas del mundo. Están Renova,
Dreyfus, Cofco, Cargill, Buyatti, Terminal 6, Bunge y ACA San Lorenzo. Una de
las empresas que es Cargill tiene en Rosario un centro regional de operaciones
y monitoreo global desde donde se supervisan cien instalaciones de esa compañía
en 14 países. El hecho de haberlo instalado en la zona revela la preocupación
especial por los controles en esta zona donde la navegación fluvial discurre en
tierra de nadie. Son más de 700 kilómetros en los que están la mayoría de los
28 puertos del Paraná.
Un argumento
conveniente para la fuerza de seguridad, aunque verosímil. Pero muy dañoso para
la reputación de cualquiera de los puertos privados en un contexto
desfavorable. En este caso puntual Renova puso a disposición de las autoridades
todos sus registros de cámara de todo el tiempo que estuvo amarrado el buque en
cuestión, el "Areti GR", y la Aduana descartó actividades sospechosas
durante el proceso de carga.
En mayo de 2022 en
un barco puerto frente a Australia con 40 mil toneladas de harina de soja
encontraron 50 kilos de cocaína junto a un buzo de nacionalidad brasileña sin
vida. El barco había sido cargado en Renova, en Timbúes, y pasado por el puerto
de Santos en Brasil.
El rudimentario
control de la Hidrovía facilita todo tipo de contrabando. Ante ese agujero
negro en la supervisión desde algunos puertos privados tienen métodos propios
de control de cargas desde el ingreso desde Paraguay al Paraná en aguas
argentinas. Los trabajos incluyen antes de que se afiancen los convoyes de
hasta 20 barcazas de no más de diez pies de calado, unos tres metros, que se
utilizan para trasladar cargas a granel como cereal, harinas y aceites que
llegan a los grandes puertos donde esperan los buques de ultramar. Voceros de
empresas privadas dicen que no solo hay que abrir el ojo para que no metan nada
allí sino para que no saquen. Mientras las barcazas esperan salida hay
oportunistas que pueden subir y robar hasta 100 toneladas de carga utilizando
baldes.
Los convoyes se
consolidan en un amarradero y allí algunas firmas hacen inspecciones con drones
desde el aire para advertir si se acerca gente. Paso de la Patria en Corrientes
es el primer puerto. Hacia abajo a 40 kilómetros está el puente entre
Resistencia y Corrientes. Hasta allí hay acompañamientos de las barcazas de parte
de Prefectura e inspecciones con perros. Pero desde Empedrado hasta Timbúes hay
unos 700 kilómetros no hay nada. Ni retenes, ni controles, ni puestos de
Prefectura que tiene a cargo demasiados kilómetros de costa para su capacidad
de supervisión.