Ucrania se está desangrando
Por Gabriel
Camilli
La Prensa,
29.09.2024
Cuando el otoño
pasado comenzó la ofensiva rusa en el este de Ucrania, los líderes del ejército
ucraniano comenzaron a formar nuevas unidades de tropas pesadas. Actualmente
están operativas diez nuevas brigadas, que normalmente están compuestas por
unos 2.000 soldados, cada una. Algunas brigadas son poderosas, como la 63º,
pero no todas representan el refuerzo deseado en el frente.
Como informa el
portal ucraniano independiente Military Land, Ucrania carece de vehículos
modernos para equipar adecuadamente sus unidades militares. En consecuencia, se
dice que la 154º Brigada Mecanizada está formada principalmente por vehículos
militares más antiguos y ligeros: vehículos de combate de infantería con orugas
BMP-1 de los años 60, vehículos de reconocimiento con ruedas BRDM-2, también de
los años 60, vehículos blindados de transporte de personal con ruedas VAB de
fabricación francesa de los años 70, tanques T-62 capturados, de 60 años y en
parte rusos, y vehículos de seguridad con ruedas M-1117 de los años 90, donados
por Estados Unidos.
El general
Oleksandr Syrskyi, comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas,
también citó como razón la lentitud en las entregas de armas por parte de los
aliados occidentales en una entrevista reciente con CNN, afirmando que
"las entregas previstas de armas y equipos nos permitirán poner en
servicio lo más rápidamente posible nuestras nuevas brigadas, que ya han sido
establecidas y están en construcción", dijo.
Asimismo, y según
el periódico ‘The Washington Post’, Ucrania se está desangrando y,
sencillamente, no puede luchar eternamente. Apoyar a Ucrania “mientras sea
necesario” no se corresponde con la realidad de este conflicto. La voluntad de
luchar es tan fuerte como siempre, pero su ejército está exhausto por una
incesante guerra con drones que no se parece en nada a la historia del combate
que relatan los medios.
La consigna de
apoyo de la administración Biden -“hasta que sea necesario”- simplemente no se
condice con la realidad de este conflicto. Ucrania no tiene suficientes
soldados para librar una guerra de desgaste indefinida. Necesita consolidar
algún objetivo importante para ser lo suficientemente fuerte como para alcanzar
un acuerdo decente (hasta hoy eso no sucede).
En esta columna
hace meses venimos insistiendo en la falta de recursos humanos, falta de tropa,
como un factor determinante para el desarrollo de las operaciones de las
fuerzas ucranianas.
Esto también lo
confirma el analista Rosendo Fraga: “El mismo 16 de septiembre, cuando Rusia
decidió un nuevo llamado a filas, el parlamento ucraniano aprobó una norma que
permite el reclutamiento militar de ciudadanos extranjeros. Lo hizo en medio de
los problemas de movilización que están teniendo las Fuerzas Armadas ucranianas
a dos años y medio de la invasión rusa. Ucrania -cuya población actual sería de
treinta y cinco millones de habitantes- no sólo enfrenta un problema de falta
de efectivos, sino también un promedio de edad muy superior al de Rusia”.
Y sigue: “El
gobierno de Zelensky ha recurrido también al alistamiento forzoso entre la
población carcelaria a cambio de una baja en las condenas, lo que ya había
hecho previamente Rusia. Cabe señalar que el responsable del segundo intento de
atentado contra Donald Trump trató, en los primeros meses de la guerra, de
reclutar soldados afganos exiliados por el triunfo de los talibanes para
combatir en Ucrania, aunque sin éxito, y que las unidades de extranjeros que
combaten en este país hasta el momento no tienen demasiados efectivos”.
A pesar de la gran
cantidad de mártires ucranianos del conflicto, la opinión general de la
dirigencia de la OTAN envió el mensaje de que, sin un mayor poder de fuego,
Kiev se vería obligada a aceptar los términos del presidente Ruso, Putin, para
poner fin a la guerra. Siempre más medios, más dinero y más munición pero está
claro que la dirigencia atlantista, aparentemente no tiene intención de admitir
que esta lógica se aplicó consistentemente a lo largo de los dos años y medio
del conflicto: Kiev obtuvo armas y cada vez más poderosas de sus aliados
occidentales, quienes gradualmente aumentaron el nivel del conflicto con Moscú.
Ucrania no ha logrado nada más (excepto el breve interludio en el otoño de
2022) que una lenta pero constante pérdida de territorio y una hemorragia
continúa de hombres y equipos.
TASA DE
MORATALIDAD
Los medios de
comunicación ucranianos informaron recientemente que el país ha logrado la nada
envidiable distinción de tener la tasa de mortalidad más alta del mundo,
acompañada por la tasa de natalidad más baja.
Pese a ello, la
dirigencia Ucraniana insistió en la necesidad de que el presidente
estadounidense Biden elimine las actuales limitaciones al uso por parte de Kiev
de los misiles estadounidenses de largo alcance Atacms, permitiendo así a los
ucranianos atacar en profundidad el territorio ruso.
"Esto me
parece incorrecto", comentaron varios analistas serios, porque "una
de las principales responsabilidades de todo presidente estadounidense es
evitar una guerra con una superpotencia nuclear".
Por otro lado, la
discusión del 14 de septiembre entre el primer ministro Keir Starmer y el
presidente Biden en la Casa Blanca, terminó sin que se haya tomado ninguna
decisión sobre la cuestión de los misiles (además del Atacms estadounidense,
están en juego el Storm Shadow británico y el Scalp francés, mientras que
Berlín y Roma optaron por no participar).
Pero el asunto no
ha sido archivado y probablemente resurgirá durante el viaje de Zelensky a
Estados Unidos próximamente.
Mientras tanto, el
parlamento europeo ha considerado oportuno ejercer más presión sobre los países
miembros, aprobando una resolución en la que os insta a eliminar todas las
restricciones al uso, por parte de Ucrania, de las armas europeas "contra
objetivos militares legítimos en territorio ruso".
MOSCU Y EL
PENTAGONO
Moscú ya ha
advertido que considerará el uso de misiles occidentales de largo alcance, para
impactar su territorio, como un movimiento directo de Occidente para unirse a
Kiev, por el simple hecho de que este tipo de armas pueden ser utilizadas
únicamente por técnicos militares occidentales a través del uso de códigos
específicos y del uso de datos de satélites de la OTAN.
Por otra parte,
tanto el Pentágono como varios analistas estadounidenses, han subrayado que las
ventajas militares derivadas de posibles ataques profundos en territorio ruso
no compensan las desventajas ligadas a los riesgos de escalada.
La reacción rusa:
“Existe riesgo de guerra nuclear”. “El hecho de que el Parlamento Europeo esté
conduciendo a una guerra mundial con armas nucleares”: así lo afirmó el
presidente de la Duma rusa, Viaceslav Volodin, al comentar la aprobación, por
parte de la Cámara Europea, del apartado 8 de la resolución sobre el apoyo a
Ucrania que “pide a sus estados miembros que levanten inmediatamente las
restricciones al uso de armas occidentales entregadas a Ucrania contra
objetivos militares legítimos en territorio ruso”. Volodin afirmó que, en caso
de ataques ucranianos en la profundidad de Rusia con armas occidentales, su
país dará “una respuesta dura utilizando armas más poderosas” y agregó: “El
tiempo que se tarda en volar un misil Sarmat hasta Estrasburgo es de tres
minutos y veinte segundos”.
SIGUE LA ESPADA DE
DAMOCLES NUCLEAR
El reconocido
académico estadounidense John Mearsheimer, analizando las guerras de hoy,
advierte sobre una conflagración nuclear, en el suplemento Animal Político, de
La Razón, que publicó un análisis de la coyuntura mundial titulada ‘Jugando a
la Tercera Guerra Mundial’. La nota examina los peligros geopolíticos actuales
en Ucrania y Gaza.
Ucrania hoy:
Mearsheimer presenta una visión pesimista de la situación actual en Ucrania.
Considera que Rusia está ganando la guerra y que la posición de Ucrania y
Occidente se está deteriorando rápidamente. En sus palabras, “el hecho es que
los rusos están ganando, y la gente de la administración seguramente lo sabe, y
seguramente saben que no hay forma de revertir la situación”. Mearsheimer cree
que la administración Biden es consciente de esta realidad, aunque públicamente
mantenga una narrativa diferente.
El profesor
describe la situación de los Estados Unidos en Ucrania como “desastrosa”,
señalando que “la administración Biden realmente se enfrenta a dos grandes
desastres y no tiene salida”. Esto sugiere que considera que EEUU está atrapado
en un conflicto que no puede ganar.
Riesgos:
Mearsheimer identifica varios riesgos significativos de escalada en el
conflicto ucraniano, siendo el más grave la posibilidad de un enfrentamiento
directo entre Rusia y la OTAN, que podría llevar al uso de armas nucleares.
“Hay que recordar
que lo que está sucediendo en Ucrania es algo que los rusos han dicho durante
mucho tiempo que representa una amenaza existencial para ellos”, afirma
Mearsheimer. Esta percepción aumenta el riesgo de que Rusia tome medidas
drásticas si se siente acorralada.
El autor señala
que el objetivo declarado de Occidente de “expulsar a los rusos de las filas de
las grandes potencias” ha intensificado la determinación rusa: “Los rusos están
obviamente asustados. No tienen intención de perder”. Esto sugiere que Rusia
podría estar dispuesta a escalar el conflicto para evitar la derrota.
El riesgo de uso
de armas nucleares es una preocupación central para Mearsheimer: “Si se
desesperan, si piensan que estamos subiendo la apuesta de una manera que los
pone en gran desventaja, pueden estar seguros de que al menos considerarán
seriamente el uso de armas nucleares”. Advierte que Rusia podría usar armas
nucleares contra Ucrania porque, en ese escenario, ese país “no tiene capacidad
para tomar represalias”. La guerra larga e irrestricta tiene altas
posibilidades de salirse de control.
Gabriel Camilli
Cnl My (R) -
Director del Instituto ELEVAN.