A CARLOS ALBERTO SACHERI
Por Juan Marcos
Pueyrredón
Academia del Plata, 14-3-1919
Quiero rendir hoy
un sencillo homenaje a ese gran católico argentino que fue el Dr. Carlos
Alberto Sacheri.
En la mañana del
domingo 22 de diciembre de 1974, a la salida de misa del catedral de San Isidro
fue asesinado por la espalda en presencia de su mujer y de sus siete hijos (el
mayor -mi amigo José- tenia por ese entonces 13 años).
Él atentado se lo
atribuyó la guerrilla marxista, -EL ERP 22 de Agosto-, aunque también se dijo
que había sido la Triple A su verdugo.
Su prédica
constante contra el marxismo y también contra los vicios y la corrupción del
partido peronista gobernante, no le convenía a ninguno de ambos bandos.
Fue uno de los
intelectuales católicos argentinos más brillantes de la época. Gran profesor
universitario, orador extraordinario, proclamó a diestra y siniestra la verdad
cristiana, siempre de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia y los principios
del derecho natural como sustento firme de la sociedad política.
Predicó y luchó
contra la violencia marxista que intentaba tomar el poder y que se había
infiltrado en toda la cultura, incluso dentro de la Iglesia.
Proclamó siempre
la verdad y la defendió con su vida hasta sus últimas consecuencias, costara lo
que costara; sostuvo siempre que la lucha armada contra la subversión marxista
debía llevarse a cabo conforme a derecho y a través de medios lícitos.
Maestro de la
verdad y de la paz, Carlos Alberto Sacheri, entregó su vida por Cristo, o sea
por la Verdad con mayúscula y se convirtió así en Mártir, o sea en Testigo de
la Fé.
Como ha sido
dicho, la fuerza provocativa que dimana del martirio y que mueve a reflexionar
sobre el sentido de la existencia y sobre el significado esencial que hay que
dar a la vida es tan evidente que no se necesita ninguna demostración para
convencer de ella.
La decisión de
llegar a una opción coherente y definitiva encuentra aquí su espacio vital. La
historia de los mártires manifiesta con toda lucidez que la muerte de cada uno
de ellos, si por una parte dejaba atónitos a los espectadores, por otra sacudía
hasta tal punto su conciencia personal que se abrían a la conversión y a la fe:
sangre de los mártires, semilla de cristianos.
Recordaba Juan
Pablo II en el 2000, citando a Tertuliano que la sangre de los mártires es
semilla de nuevos cristianos! CCL 1,171). Acordaos de su valor, continuaba,
«fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y
hoy y siempre» (Hb 13,7-8).
Estoy seguro que
la sangre derramada por Carlos Alberto Sacheri ha sido, es y será semilla de
conversión y renovación espiritual nuestra y de muchos otros argentinos.
Solo basta, como
dice Juan Pablo, ¡recordar a Carlos, fijarse en el desenlace de su vida e
imitar su fe. ¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Hb 13,7-8)!
Para terminar,
quiero recordar a todos las palabras finales de la conferencia que pronunció
Caros Alberto Sacheri en la mañana del 9 de junio de 1973 ante más de 1000
universitarios en la Jornada de Estudios sobre Marxismo que organizaran
conjuntamente Acción y Misión (instituciones de la Obra del P. Echeverry
Boneo), del cual el suscripto formaba parte. Yo tenía por ese entonces 21 años.
Hacía menos de un
mes, el 25 de mayo Cámpora había asumido la Presidencia de la Nación, se había
dictado la ley de amnistía, todos los guerrilleros presos del ERP y Montoneros
en Trelew habían sido liberados y el marxismo había tomado por asalto la
universidad y toda la educación argentina. Todos los días morían argentinos
víctimas de la violencia.
Al final de esa
extraordinaria conferencia, el Dr. Carlos Alberto Sacheri, hace profecía de su
muerte un año después, con estas palabras:
“Leía hace unos
días, un texto de San Pablo, de esos textos que son tan terriblemente simples
de la Escritura y que uno nunca se cansará de meditarlos y dice esto San Pablo
hablando de la redención: “Sin sangre no hay redención”.
Yo no creo jugar a
la fácil profecía –porque son hechos que ya se están dando en la realidad
argentina-, en la Argentina de 1973 correrá mucha sangre y si nosotros los
católicos, universitarios católicos, no estamos dispuestos a dejar correr
nuestra propia sangre en una militancia heroica, la Argentina será marxista y
no será católica.
En nuestras manos
está eso. Sin sangre no hay Redención. Y lo que vale en el orden estrictamente
sobrenatural para el cual habla San Pablo de la Redención de Cristo, vale
también para la Redención secular de una Argentina, de una sociedad
tradicionalmente cristiana, que debe reencontrarse definitivamente a sí misma
en el sendero de la cual lo apartó el liberalismo de nuestros abuelos.
Todo el mundo
marcha a esto, pero no por los postulados gratuitos del marxismo, sino por
nuestra inercia, por nuestra fatiga en el combate.
Entonces, esto
¿Cómo se supera?, se supera con una militancia nuestra. Y termino recordando un
texto muy paulino de las “armas de la justicia”. Recordemos que las armas de la
justicia son armas de justicia, pero tienen acero muy afilado en la punta. Nada
más. Carlos A. Sacheri"
En esta Argentina
tan descreída muchas veces con razón de su clase dirigente, el testimonio de la
vida y de la muerte de Carlos Alberto. Sacheri es como una corriente de aire
fresco, como un canto a la esperanza, que nos mueve a todos a buscar una Patria
mejor…