Carlos Ialorenzi - Myriam Mitrece
Pasó otro 12 de
octubre. Se cumplieron 532 años de la gran epopeya de Cristóbal Colón
encomendada por la corona española y su figura siguió sin los honores
merecidos.
Durante años, su
hazaña y su personalidad, fueron objeto de estudio y homenajes, pero el avance
de la izquierda cultural comenzó la demolición simbólica y real de su figura.
Quien fuera en otros tiempos conocido como el protagonista de una gran gesta de
la humanidad, para el relato de los primeros años del siglo XXI, pasó a ser uno
de los mayores genocidas de la historia.
En distintas
partes del mundo, varios monumentos en honor al almirante fueron vandalizados o
directamente destruidos. Buenos Aires no fue la excepción. El maravilloso
conjunto escultórico que desde 1921 estuvo emplazado detrás de la Casa de
Gobierno en la Plaza que lleva su nombre, fue desmontado por orden de Cristina
Fernández de Kirchner en 2013, violando la ley nacional vigente que dispuso su
emplazamiento en ese lugar y dañando severamente la majestuosa obra del
escultor florentino Arnaldo Zocchi.
El monumento fue
una donación de la colectividad italiana en la Argentina, con motivo del primer
centenario de la Revolución de Mayo. Todavía son muchos los que recuerdan los
actos que realizaban allí, tanto la colectividad italiana como la española.
Este 12 de octubre, Buena Data acompañó la soledad del almirante.
Recordamos que en
2013 un grupo de ciudadanos autodenominados “Colón en su lugar” se levantó
contra su traslado. Organizaciones de la sociedad civil se unieron en el
reclamo, realizaron manifestaciones, recogieron más de 40.000 apoyos
explícitos, recurrieron a los tres poderes del Estado nacional y de la Ciudad,
pero primó la “corrección política”.
Después de dos
años de tenerlo desarmado en junio de 2015, ejecutando una de sus últimas
maldades, el gobierno kirchnerista junto con el gobierno macrista de la ciudad,
decidieron su traslado al espigón que está frente al aeroparque, que se
denominaba “Puerto Argentino”, en donde existían placas recordando a los héroes
de Malvinas que fueron retiradas.
Fueron
infructuosos los informes presentados por especialistas, entre ellos el del
Arq. Magadán; para que no fuera erigido allí por estar muy cerca del aeroparque
y junto al río. Pese a los insistentes reclamos y a las presentaciones
efectuadas a los gobiernos de Cristina Kirchner y de Mauricio Macri ambos
desoyeron el justo reclamo ciudadano. Los daños preanunciados sobre el mármol
ya se visualizan.
LA CASA ROSADA
Desde sus redes,
este año, la Casa Rosada difundió el siguiente mensaje: “El 12 de octubre de
1492 con la llegada de Cristóbal Colón a América se abrió una nueva era de
progreso y civilización en el nuevo mundo. Este hito histórico sin precedentes
sentó las bases de la modernidad en América marcando una influencia cultural
lingüística y económica que ha moldeado nuestra historia e identidad lejos de
ser una simple expedición marítima. La llegada de Colón representó un cambio de
paradigma global. Colón como símbolo de la expansión y el progreso, nos
recuerda la capacidad del ser humano para superar lo desconocido y buscar
nuevas oportunidades para el desarrollo y la civilización”. Y se refirió a la
celebración del “Día de la Raza”, generando una nutrida polémica.
DESCUBRIMIENTO Y
RAZA
“¡No fue un
descubrimiento, ya estábamos acá!” es una de las ingenuas críticas. Quizás haya
que decir, so pena de ser muy obvio, que descubrir no es inventar. Se descubrió
lo que ya estaba, como ocurre con todo lo que se descubre, y se vio que era
bueno, por eso se celebra.
“¡No somos
animales para dividirnos por razas!”. Hay que conceder que la alusión a “raza”
puede tener un tufillo a “racismo”. Pero no debería confundirse una con otro.
La existencia de diferentes razas biológicas entre los humanos no implica la
superioridad de unas sobre otras. Con perdón de la comparación, no es más perro
un Caniche que un Doberman, pero igualándose en especie, tienen diferencias
biológicas evidentes. La raza alude a esas diferencias biológicas que se
manifiestan en el fenotipo y se perpetúan por herencia. El encuentro de los
“dos mundos” originó al criollo, que si bien se trata de una novedad biológica,
no es lo más importante que se logró con la incursión de España en América.
LO QUE FALTA
Quizás la objeción
al texto que emitió la Casa Rosada no sea criticable por lo que dijo sino por
lo que dejó de decir. Es cierto que “la influencia cultural lingüística y
económica ha moldeado nuestra historia e identidad lejos de ser una simple
expedición marítima”, pero la llegada de la evangelización a América, tiene una
fuerza mucho mayor que la de ser un simple acontecimiento cultural.
Es una realidad
palpable que desde ese encuentro de los dos mundos, sobre todo América Latina,
quedó signada por los valores cristianos. Valores que se fundieron
constitutivamente en la historia común, aún de quienes no profesan la fe
católica, o se dicen ateos.
Reconocer y
enaltecer la propia historia no implica subestimar ni discriminar a quienes
tienen ancestros autóctonos. Uno de los valores recibidos con la colonización
es considerar a todos los seres humanos como hijos de Dios, por lo tanto,
iguales en dignidad.
La Prensa, 17.10.2024