El presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, vetó ayer un proyecto de ley, aprobado por el Congreso, que prohibía a los agentes de inteligencia de ese país usar el ahogamiento simulado y otros controvertidos métodos para la interrogación de presuntos terroristas.
Considerados por los organismos de derechos humanos como una tortura, Bush aseguró que el uso de estas técnicas es “una de las herramientas más valiosas en la guerra contra el terrorismo”.
Y añadió: “La razón principal por la cual este programa ha sido eficaz es que le permite a la CIA utilizar procedimientos especializados de interrogación para hacerle preguntas a un número pequeño de los terroristas más peligrosos bajo supervisión cuidadosa”.
Al redactar la legislación, sus partidarios dijeron que el objetivo era equilibrar las técnicas de interrogación de la CIA con el manual de campo del ejército de Estados Unidos, que prohibe el ahogamiento simulado y otros métodos controvertidos.
Pero Bush estimó que las técnicas de ese manual fueron diseñadas para que los soldados interrogaran a combatientes legítimos capturados en el campo de batalla, y no “para profesionales de inteligencia específicamente entrenados para interrogar a terroristas empedernidos”.
(La Nación, 9-3-08)
Considerados por los organismos de derechos humanos como una tortura, Bush aseguró que el uso de estas técnicas es “una de las herramientas más valiosas en la guerra contra el terrorismo”.
Y añadió: “La razón principal por la cual este programa ha sido eficaz es que le permite a la CIA utilizar procedimientos especializados de interrogación para hacerle preguntas a un número pequeño de los terroristas más peligrosos bajo supervisión cuidadosa”.
Al redactar la legislación, sus partidarios dijeron que el objetivo era equilibrar las técnicas de interrogación de la CIA con el manual de campo del ejército de Estados Unidos, que prohibe el ahogamiento simulado y otros métodos controvertidos.
Pero Bush estimó que las técnicas de ese manual fueron diseñadas para que los soldados interrogaran a combatientes legítimos capturados en el campo de batalla, y no “para profesionales de inteligencia específicamente entrenados para interrogar a terroristas empedernidos”.
(La Nación, 9-3-08)