Por Abel Posse
Estos son los hechos: el comandante Reyes, con decenios de subversión violenta preguevarista, de raíz maoista y de cosmovisión socialista-leninista, pasa con sus hombres la frontera de Colombia hacia Ecuador, que usarán como “santuarios”. Nadie puede suponer que estaban invitados.
El ejército colombiano pasa la frontera y los abate. Reyes es el verdadero comandante ante la claudicación del fatigado Marulanda.
Colombia puede presumir que el grupo pensaba un ataque o establecer ese lugar para un ataque. Habría legítima defensa en este caso. Si atacó a subversivos de su propio país sin clara autorización, a sólo tres kilómetros de la frontera, sería un pecado venial entre países que defienden el Estado de Derecho. Correa se pliega a algún amigo que lo impulsa y presenta su reclamo. El hecho no costó vidas ecuatorianas. La voluntad del atacante es eliminar a sus connacionales que declararon la guerra al “Estado burgués” colombiano hace cuatro décadas.
Hasta ahora, tanto o guerra de dos. Pero tercia el inefable Hugo Chávez a los insultos y con tono de comisario de las Américas (“general, mándeme 10 batallones a la frontera”).
¿Tenía Chávez vela en este entierro? ¿O tenía una vela oculta, la de un ominoso pacto con las FARC? Única explicación del exabrupto. Hizo suya la posible ofensa a otro país. Con sus amenazas militares, trata de definir lo que se venía incubando desde el papelón del Operativo Emmanuel.
(Extractado de: La Nación, 4-3-08)
Estos son los hechos: el comandante Reyes, con decenios de subversión violenta preguevarista, de raíz maoista y de cosmovisión socialista-leninista, pasa con sus hombres la frontera de Colombia hacia Ecuador, que usarán como “santuarios”. Nadie puede suponer que estaban invitados.
El ejército colombiano pasa la frontera y los abate. Reyes es el verdadero comandante ante la claudicación del fatigado Marulanda.
Colombia puede presumir que el grupo pensaba un ataque o establecer ese lugar para un ataque. Habría legítima defensa en este caso. Si atacó a subversivos de su propio país sin clara autorización, a sólo tres kilómetros de la frontera, sería un pecado venial entre países que defienden el Estado de Derecho. Correa se pliega a algún amigo que lo impulsa y presenta su reclamo. El hecho no costó vidas ecuatorianas. La voluntad del atacante es eliminar a sus connacionales que declararon la guerra al “Estado burgués” colombiano hace cuatro décadas.
Hasta ahora, tanto o guerra de dos. Pero tercia el inefable Hugo Chávez a los insultos y con tono de comisario de las Américas (“general, mándeme 10 batallones a la frontera”).
¿Tenía Chávez vela en este entierro? ¿O tenía una vela oculta, la de un ominoso pacto con las FARC? Única explicación del exabrupto. Hizo suya la posible ofensa a otro país. Con sus amenazas militares, trata de definir lo que se venía incubando desde el papelón del Operativo Emmanuel.
(Extractado de: La Nación, 4-3-08)