Discurso del Contralmirante (R) Carlos Büsser en el acto del 2 de abril de 2008 en el Cenotafio, Plaza San Martín, Retiro, Buenos Aires
Hoy 2 de abril los argentinos recordamos la recuperación de las islas Malvinas y las Georgias del Sur en 1982, a la vez que celebramos el día del Veterano de Guerra y rendimos nuestro homenaje a los hombres que ofrendaron su vida en defensa de la integridad territorial de la Nación.
El 2 de abril es el aniversario de la recuperación de las islas Malvinas, y el 3 el de las islas Georgias del Sur. Dos hechos trascendentes que marcan un verdadero punto de inflexión en la historia de la usurpación británica de nuestros archipiélagos del Atlántico Sur. Esos dos días deben recordarse siempre porque marcaron el cese de la dominación británica que comenzara en las Malvinas en 1833, y en las Georgias muchos años después, ya en el Siglo XX. Ese día fueron expulsadas de las Malvinas y de las Georgias las autoridades y fuerzas británicas y se establecieron autoridades argentinas. Nuestro control de esos territorios fue total y hasta el 14 de junio mantuvimos el ejercicio pleno de nuestra soberanía en ellos. La situación que arrancó el 14 de junio de 1982 es una nueva usurpación, producto de un segundo y más grosero uso de la fuerza por Gran Bretaña.
Las fuerzas militares argentinas que actuaron tanto el 2 como el 3 de abril lo hicieron cumpliendo estrictamente la directiva del gobierno nacional de no causar bajas a los pobladores de las Malvinas ni a las tropas británicas que estaban en los dos archipiélagos. Y el comportamiento de nuestros hombres fue mucho más allá de ese propósito de no causar bajas. Respetaron a todas las personas como tales. No hubo una sola queja de un poblador o de los soldados tomados prisioneros por el trato que recibieron. Y ese comportamiento ejemplar, que no es frecuente en las operaciones militares que ocurren en diversos lugares, se prolongó a lo largo de todo el período en el que mantuvimos el control sobre las islas. Este es un tema en el que los argentinos no parecemos reparar lo suficiente y del que no parecemos estar todo lo orgullosos que deberíamos.
Se ha dicho hasta el cansancio que la decisión de recuperar las islas, y la posterior de defenderlas fueron dos decisiones erróneas. Curiosamente los que hacen esa calificación no explican por qué son erróneas. Y la razón de esa falta de explicación es muy sencilla. No fueron decisiones erróneas, sino aciertos históricos. Si las Malvinas no se hubieran recuperado el 2 de abril, hoy nuestro reclamo de que nos devuelvan las islas languidecería en el olvido. Si no las hubiéramos defendido cuando Gran Bretaña envió su Fuerza de Tarea para atacarnos, habríamos sido despreciados por el mundo en vez de despertar la admiración que despertamos. Cada vez que escuchemos que alguien afirma que no debimos pelear porque el enemigo era superior, debemos responder que ese es un pensamiento propio de cobardes y no de argentinos.
También se recuerda hoy a los hombres que combatieron durante las operaciones en las islas que todavía están en disputa. He tenido la experiencia de ir con algunos de ellos al combate. He visto sus caras la noche anterior al desembarco y cuando se dirigían a embarcarse en los vehículos que los llevarían a la playa. Recuerdo su mirada firme, su andar decidido y el tranquilo proceder propio de los que conocen bien la tarea que van a ejecutar. Algunos de esos hombres eran jóvenes soldados conscriptos de 18 ó 19 años. Recuerdo las palabras que uno de ellos me dirigió cuando nos dirigíamos a nuestros vehículos anfibios, y que me hicieron pensar que si todos eran iguales a él, la victoria estaba asegurada. El comportamiento ejemplar que todos ellos mostraron mientras controlamos la localidad, evidenciando un profundo respeto por todas las personas, fueran civiles o militares, fue una conducta que nos debería enorgullecer como argentinos. Fueron valerosos en el combate y generosos e hidalgos en el momento de la victoria. Y esa conducta ejemplar del primer día se prolongó hasta el 14 de junio. No conozco quejas de británicos por el comportamiento de nuestros soldados en ese prolongado período, donde las privaciones y la fatiga de la vigilia sostenidas largo tiempo, pudieron hacer que alguno de ellos cometiera algún exceso. Ese comportamiento ejemplar, nos debería hacer reflexionar seriamente sobre las cualidades morales de esos hombres que salían, todos ellos, del seno del pueblo argentino. Y además, cuando el enemigo llegó a las islas y nos atacó, hubo tantos ejemplos de coraje de nuestros combatientes que resulta imposible nombrarlos a todos, pero al mencionar el nombre de algunos va el homenaje para todos los que combatieron en ese duro período de lucha. Tenemos la suerte de que algunos de los valientes que voy a nombrar sobrevivieron a la guerra: soldado Poltronieri, Guardiamarina Vázquez, Teniente Silva, Subteniente Bandini, Teniente Estévez, Capitán Giachino, Cabo Ibáñez, todos los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval, que despertaron la admiración del mundo. Y hubo un conjunto de valientes que eran civiles, y que desde sus tareas en los buques mercantes, los pesqueros, los aviones civiles que acompañaron las misiones de los militares, dejaron un ejemplo invalorable para las generaciones que vienen. Y por suerte, muchos de ellos hoy están aquí con nosotros,
Los hombres que combatieron y perdieron la vida en el combate son el tercer destinatario de esta ceremonia. Ir a la guerra y perder la vida en defensa de su Patria es tal vez la entrega más sublime que puede hacer un hombre. Felizmente hay en la Argentina un fuerte grupo de personas, la Asociación de Familiares de Caídos en la Guerra por las Malvinas, que lidera un admirable movimiento que rinde homenaje permanente a esos muertos. Por ese motivo, el recuerdo de esos caídos está siempre presente en la sociedad argentina.
Y cabe considerar una última circunstancia: ¿Qué hacemos hoy los que estamos en esta posguerra malvinera? Las guerras, como enfrentamientos militares, se ganan o se pierden. Pero lo que ningún pueblo se puede permitir es perder la posguerra. Es en ese período cuando los pueblos vencidos se levantan y se recuperan y los pueblos vencedores curan sus heridas y también se recuperan. La guerra por las Malvinas, que incluyó el enfrentamiento por la posesión de las Georgias y de las Sandwich del Sur, se libró en una reducida área atlántica, pero de ella estuvo felizmente libre el resto de nuestro territorio. El 14 de junio de 1982 se rindió la guarnición que defendía las islas Malvinas. No se rindió la Argentina. El gobierno argentino no otorgó ninguna concesión a los británicos con motivo de la derrota militar. Nuestro reclamo siguió intacto, y en las Naciones Unidas recibimos un respaldo que deberíamos valorar e intentar repetir. Pero ¿Qué nos pasó en la posguerra? El intenso proceso desmalvinizador a que se sometió y se sigue sometiendo a la población argentina ha prendido en muchos sectores de la vida nacional, en particular en algunos sectores dirigenciales. Se podrá decir que esas personas demuestran ser malos dirigentes, pero existen y actúan, y algunos, tal vez sin darse cuenta, favorecen la posición británica. Felizmente, en la masa de la población, especialmente en el interior del país, hay un fuerte sentimiento patriótico que mantiene bien alto sus convicciones respecto a nuestros derechos sobre todos esos territorios en disputa. Es este el momento de ganar esta nuestra posguerra.
Es el momento de seguir reafirmando nuestros derechos y nuestra determinación de recuperar las islas. Como pueblo debemos hacerle saber al gobierno y al pueblo británico que podremos ser amigos en tanto cese la usurpación de las islas, pero que de lo contrario se verán obligados a mantener un costoso esfuerzo defensivo contra un tozudo enemigo que a largo plazo los terminará desgastando sin remedio.
Si al retirarnos de aquí todos nos fuéramos con la firme decisión de actuar mostrando nuestra convicción y determinación de recuperar las islas, seguramente este acto de homenaje y recordación, habrá tenido sentido.
www.politicaydesarrollo.com.ar, 08-Apr-2008