P. Usted aparece como uno de los más persistentes críticos de la despenalización de la marihuana. ¿Cuáles son sus argumentos?
R. Que esté en contra de la despenalización no quiere decir que esté a favor de la penalización. Lo importante es obligar a los adictos a tratarse. El problema es que no se puede liberar al consumo aquellas sustancias que crean hábitos patológicos y lesionan el cerebro humano. Es una falacia decir que el hombre debe tener libertad de consumir sustancias que lo aprisionan. Es una ilusión creer que la gente que consume va a ir por sus medios a tratarse. Son conclusiones falsas.
P. El Gobierno sostiene que lo que se propone es despenalizar y no liberar.
R. La posición del Gobierno es ir en contra de una ley que nunca se llevó bien a la práctica y que no se cumple. La Argentina es un país donde no se toman en serio las cosas, y mucho menos las drogas. Lo peor es que la gente habla de temas que no conoce, pero el adicto es un tipo de paciente que no se reconoce como enfermo ni tiene conciencia de lo mal que está. Además, está alimentando un negocio espurio como el del narcotráfico, del que se convierte en cómplice.
P. ¿Qué se debería hacer?
R. Lo contrario a lo que hizo este Gobierno. Con la política actual se ha difundido la droga y no se ha perseguido nunca al narcotráfico, además de quitarle respaldo a organismos nacionales como el Sedronar. La negación de los daños que produce la marihuana, por ejemplo, es fenomenal. Es una marca diferente de tabaco, que es mucho más patológica y cancerizante que otras. Pero dice luchar contra el tabaco y se propone liberar al más peligroso de ellos; me parece una contradicción.
P. Los números marcan que hay más muertos por el consumo de drogas legales, como el tabaquismo y el alcohol, que por estas sustancias ilegales. ¿Habría que prohibirlas también, entonces?
R. Las legales estan mucho más difundidas, por eso es lógico que ocurran las cosas así. Es una cuestión de proporciones. Pero, antes de responder a eso, hay que hablar de cada uno de los casos en particular, porque no es lo mismo tomar vino o cerveza en forma moderada que otras bebidas más fuertes en cantidades mayores. No obstante, yo estoy de acuerdo con las restricciones crecientes también para estas drogas legales, como lo están haciendo los países más desarrollados.
P. ¿Qué opinión tiene del grupo de expertos que asesora al Gobierno?
R. Me parece muy parcial, aunque haya gente que me merezca muchísimo respeto. Además, no hay ningún científico. Están las posiciones sociológicas, económicas, psicológicas, legales, pero no hay especialistas médicos que hayan estudiado el tema. Me parece posiciones líricas, inadecuadas para un país donde no se cumplen las leyes que ya existen.
(Debate, 9-8-08, pág. 28)
R. Que esté en contra de la despenalización no quiere decir que esté a favor de la penalización. Lo importante es obligar a los adictos a tratarse. El problema es que no se puede liberar al consumo aquellas sustancias que crean hábitos patológicos y lesionan el cerebro humano. Es una falacia decir que el hombre debe tener libertad de consumir sustancias que lo aprisionan. Es una ilusión creer que la gente que consume va a ir por sus medios a tratarse. Son conclusiones falsas.
P. El Gobierno sostiene que lo que se propone es despenalizar y no liberar.
R. La posición del Gobierno es ir en contra de una ley que nunca se llevó bien a la práctica y que no se cumple. La Argentina es un país donde no se toman en serio las cosas, y mucho menos las drogas. Lo peor es que la gente habla de temas que no conoce, pero el adicto es un tipo de paciente que no se reconoce como enfermo ni tiene conciencia de lo mal que está. Además, está alimentando un negocio espurio como el del narcotráfico, del que se convierte en cómplice.
P. ¿Qué se debería hacer?
R. Lo contrario a lo que hizo este Gobierno. Con la política actual se ha difundido la droga y no se ha perseguido nunca al narcotráfico, además de quitarle respaldo a organismos nacionales como el Sedronar. La negación de los daños que produce la marihuana, por ejemplo, es fenomenal. Es una marca diferente de tabaco, que es mucho más patológica y cancerizante que otras. Pero dice luchar contra el tabaco y se propone liberar al más peligroso de ellos; me parece una contradicción.
P. Los números marcan que hay más muertos por el consumo de drogas legales, como el tabaquismo y el alcohol, que por estas sustancias ilegales. ¿Habría que prohibirlas también, entonces?
R. Las legales estan mucho más difundidas, por eso es lógico que ocurran las cosas así. Es una cuestión de proporciones. Pero, antes de responder a eso, hay que hablar de cada uno de los casos en particular, porque no es lo mismo tomar vino o cerveza en forma moderada que otras bebidas más fuertes en cantidades mayores. No obstante, yo estoy de acuerdo con las restricciones crecientes también para estas drogas legales, como lo están haciendo los países más desarrollados.
P. ¿Qué opinión tiene del grupo de expertos que asesora al Gobierno?
R. Me parece muy parcial, aunque haya gente que me merezca muchísimo respeto. Además, no hay ningún científico. Están las posiciones sociológicas, económicas, psicológicas, legales, pero no hay especialistas médicos que hayan estudiado el tema. Me parece posiciones líricas, inadecuadas para un país donde no se cumplen las leyes que ya existen.
(Debate, 9-8-08, pág. 28)