Por Raúl Leopoldo García
Treinta cinco años han pasado de aquel luctuoso día 25 de Septiembre de 1973, en que siendo las 12.15 horas se daba inicio a la “Operación Traviata” que duraría poco menos de media hora y en el que se ejecutaba un operativo de la organización terrorista Montoneros, urdido, premeditado, planificado y llevado a cabo fría y cruelmente por un comando de operaciones de once delincuentes subversivos, que pondría fin a la vida del Secretario General de la CGT: José Ignacio Rucci un sindicalista que era colaborador leal, amigo personal y de la confianza mas estrecha del General Perón.
Todo el operativo fue concebido con un mayor número de integrantes -los que planificaron la operación, con estudio previo que insumió no menos de cuatro meses de inteligencia y el apoyo logístico en terreno, que da una idea de la magnitud del aparato político militar que manejaba la organización terrorista que logro quebrar los fuertes dispositivos de seguridad de la custodia del gremialista que además acostumbraba a pernoctar en distintos domicilios de familiares y amigos y evitaba sujetarse a una rutina en sus horarios de trabajo. Los disparos fueron todos a traición y por la espalda, y partieron desde los techos y ventanas de las casas vecinas y otro grupo lo fusiló desde la terraza de un colegio frente al domicilio. Fue total la sorpresa y no hubo inmediata respuesta.
Los Montoneros al principio intentaron despegarse del ominoso crimen lamentando la muerte de Rucci, pero al poco tiempo al alcanzar el hecho una trascendencia gravitante en el escenario nacional, dejaron trascender su autoría como acostumbraban hacerlo inmediatamente en los atentados que realizaban y que eran dados a conocer por medio de partes de guerra.
LOS ASESINOS SE CONFIESAN
Años después, por medio de un miembro del Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero, Miguel Bonasso, hoy diputado nacional y conspicuo “kirchnerista”, amigo del matrimonio presidencial , confirmó en marzo de 1997 en una conferencia, lamentándose del error diciendo “en lugar de matar a Rucci deberíamos haber matado a López Rega”, lo que era una verdadera confesión de parte. En este caso era importante. Atribuirse “los lauros” del operativo porque el objetivo del crimen era como se dijo entonces por boca de Juan Gelman, periodista y escritor, además de militante montonero: “Lo de Rucci no se hizo para despertar la conciencia obrera; se hizo con la concepción de tirarle un cadáver a Perón sobre la mesa, para que equilibrase su juego político entre la derecha y la izquierda. Lo que quiero decir es que eso no formó parte de una concepción política con relación a las masas, sino de una estrategia cupular”.
Rucci era el hombre de Perón en la CGT, que era considerado la columna vertebral del movimiento Justicialista y de mucho prestigio y ascendiente en el campo obrero y popular y que tenía gravitación propia. Mucho más poder que el sindicalismo mercenario ahora reducido a los negocios y la transa de intereses económicos de los Moyano.
RUCCI POR EL PACTO SOCIAL
En su condición de máximo representante de las fuerzas del trabajo, Rucci había firmado el Pacto Social con los empresarios, que era la piedra angular del proyecto de gobierno de Perón y todos los nombramientos en el extendido aparato estatal debían pasar por él y por el poderoso ministro de Economía, José Ber Gelbard, el representante de la "burguesía nacional".
Rucci se había convertido en una pieza muy importante del diseño político de Perón, al punto que había sido uno de los arietes de la caída de Héctor Cámpora, consumada el 13 de julio de 1973 según le atribuye el Lic. Francisco Scolaro un agudo periodista que reseña la crónica de esos días.
Con el transcurso del tiempo, las justificaciones por el asesinato de Rucci resultaron más elaboradas; en 2005, ante una pregunta de Felipe Pigna en “Lo pasado pensado”, Firmenich responsabilizó a Rucci de la masacre de Ezeiza: “Este es el sentir popular, el sentir de la militancia de la tendencia revolucionaria. Nuestra gente coreaba alegremente su futuro inminente. «Rucci traidor, te va a pasar lo mismo que a Vandor». Después de su muerte, en actos masivos, se coreaba, «Rucci traidor, saludos a Vandor» (…)”
Cuando Perón resuelve desprenderse de los grupos violentos de la lucha armada incrustados en el movimiento y promover en cambio una revolución en paz y concordia democrática, Rucci fue una pieza importante, su pensamiento era ampliamente conocido como contrario al marxismo y la violencia armada de la guerrilla setentista.
En un reportaje concedido a una revista política decía “No creo que exista un solo argentino que no aborrezca la indignidad que simbolizan los que asesinan para hacer valer sus razones.” - José Ignacio Rucci, 29 de junio de 1972, revista Gente.
Su alevoso asesinato conmovió a la sociedad argentina. El Gral. Perón no perdonó a los traidores y asesinos que desde el gobierno querían "manejar su política nacional". Fue durante su velatorio que el General Perón no pudo contener sus lagrimas y sollozando dijo “me han cortado las patas”.
Perón antes de su muerte ya venía concibiendo la estrategia de aniquilar a la subversión que luego articularía su viuda Isabel Perón dando la orden a las Fuerzas Armadas del inicio de las operaciones en el Operación Independencia en Tucumán.
Esto era percibido por los integrantes de “la tendencia” de formación marxista, naturales enemigos del peronismo y entonces lo que se pretendía era obligar al Gral. Perón a cambiar el rumbo de la conducción hacia una “patria Socialista”, en contra de la Tercera Posición Justicialista preconizada por Perón desde su iniciación doctrinaria nacida al calor del Revolución Militar de 1943 y la Gesta Popular del 17 de Octubre de 1945. Para reafirmar esta posición es que Perón cuando por la cadena Nacional de Radio y Televisión, en uno de sus últimos discursos se dirige al pueblo de la República tras los sangrientos sucesos del frustrado intento de copamiento del Regimiento de Blindados de Azul, lo hace después de mucho tiempo, vistiendo su uniforme de General de la Nación.
MARTIR POPULAR
Sobre Rucci, Jackeline Luisa, una acreditada periodista radial de Avellaneda Provincia de Buenos Aires al reseñar su vida, lo hizo sintetizando con estas breves palabras: “Fue lavacopas, luego operario metalúrgico en 1944 y dirigente gremial. Después del 1955 conoció la cárcel. En 1957 se crean las 62 organizaciones peronistas. En 1960 integra la conducción de la UOM y en 1964 es nombrado Secretario General de San Nicolás. El 3 de julio de 1970 asume la Conducción Nacional de la CGT. Vivió acontecimientos fundamentales antes del regreso definitivo de Perón y se transformó en uno de sus hombres más importantes. Argentino, metalúrgico, peronista y ferviente Nacionalista Católico”.
LESA PATRIA
Por eso el crimen de Rucci, no fue solo un crimen de lesa humanidad como ahora tras 35 años de impunidad sus familiares y sindicalistas reclaman ante la justicia, sino también un “Crimen de lesa Patria”, porque se cometió atentando en su persona contra los principios espirituales y doctrinales de la Argentina fundacional que Perón en su tercera presidencia, intentó dejar a su Patria como preciado legado: una Comunidad Organizada y un Proyecto Nacional y Popular en marcha, en una sociedad cimentada en la paz y la concordia nacional.
www.politicaydesarrollo.com.ar, 27-Sep-2008