Ricardo Lagos
Ex Presidente de Chile
El mundo ve asombrado y temeroso esta enorme crisis financiera mundial desatada desde hace un año por Estados Unidos.
Finalmente, hemos llegado a lo que nadie creyó posible: el gobierno norteamericano, con dinero de todos los contribuyentes, busca “comprar” los créditos otorgados con irresponsable riesgo por las instituciones financieras. La operación salvataje, si llega a resultar, una vez más estará también confirmando aquella norma según la cual “las ganancias son privadas y las pérdidas son públicas”.
Ahora, ante el descalabro que se presenta, uno comparte lo dicho por un analista financiero del New York Times: si una actividad es tan importante que justifica la intervención del gobierno para evitar su insolvencia, ello significa que esa actividad debe estar regulada.
Mientras en los Estados Unidos se prepara “la nueva legislación” para intervenir y poner más dinero público. Surgen dos grandes ironías:
La culminación de la ideología neoliberal tan en boga está provocando la intervención gubernamental más grande que se conozca sobre el sistema financiero de los Estados Unidos, para salvarlo de su desplome. Ello medido por la cantidad de dólares que ha costado. Esta claro que el mercado no supo cómo “autorregularse”.
La otra ironía es que esto ocurre en el país percibido como el más grande mercado financiero y para muchos, el más serio. Cuesta imaginar a dónde habrían llegado las cosas si esta debacle se hubiera iniciado en América latina. ¿Cuántos estarían hoy dándonos lecciones? ¿Cuántas misiones habrían llegado a enseñarnos lo que se debe hacer?
La responsabilidad de lo ocurrido es doble: de una parte, el afán de obtener grandes beneficios otorgando créditos respaldados por valores irreales de la propiedad, luego “empaquetando” esos créditos para ser traspasados en una infinita cadena financiera.
La otra responsabilidad es de los reguladores, quienes dejaron crecer la “invención” de muchos instrumentos financieros fuera del alcance del reglador. Ellos nada hicieron para evitar la propagación de estas malas prácticas.
La crisis es el resultado de una visión neoliberal extrema, la cual permitió que el regulador no hiciera su trabajo e hizo posible, a un sistema financiero poco transparente, dar espacio para que bancos y entidades de fondos mutuos sólo pensaran en el beneficio de corto plazo.
(Extractado de: Clarín, 28-9-08)