Por Alberto Asseff *
La reunión de la Comisión de Asuntos
Constitucionales de la Cámara
de Diputados de la Nación
abrió una luz de esperanza para la boleta única. Tenue, pero visible.
El diagnóstico acerca
de nuestro arcaico sistema de votación es claro: Mesas electorales sembradas de
boletas, confundiendo y descorazonando a los ciudadanos; falta de boletas, sea
por hurto o porque la distribución del correo las ‘extravió’; destrucción
adrede por algún militante (¿mercenario?) rival; falsificación; manipulación
del votante (¿clientelismo?); posibles fraudes del tipo ‘voto en cadena’;
sobrecosto, tanto para el Estado como para los partidos; dispendio jurisdiccional
en el proceso de aprobación de los modelos de boletas múltiples; denodados
esfuerzos para lograr que las imprentas cumplan la impresión en los plazos
propios del cronograma electoral, en el enfajamiento destinado a cada circuito,
en la distribución y logística; complejos control y escrutinio.
La solución es
modernizar esta vetustez. Toda nuestra América tiene la boleta única, salvo la
vecina República Oriental.¿Qué es la boleta única? Es una papeleta que diseña e
imprime el Estado – con control de los partidos políticos participantes- en la
que se hallan todas las opciones electorales, incluyendo la fotografía del
principal candidato. En cada propuesta, un visible rectángulo está destinado
para que el elector marque su preferencia mediante una lapicera de tinta
indeleble que le provee la autoridad de mesa y que devolverá al sufragar. Todos
los partidos figuran con igual grafía. La paridad es absoluta. En la grilla de
partida, pues, nadie saca ventaja.
La boleta única no la
manipulan los partidos ni se distribuye entre la ciudadanía con antelación al
comicio. Las tiene, numeradas, el presidente de mesa y cada sufragante recibe
una al momento de presentarse para cumplir con su obligación y derecho cívico.
En los casos de
listas abultadas, como la de la provincia de Buenos Aires, con sus 35
candidatos a diputados nacionales, la solución es simple: en las paredes del
cuarto oscuro se exponen las listas completas de todos los partidos. El
ciudadano puede así examinar la propuesta con comodidad, inclusive mayor que la
que permite el modo actual, ya que en las boletas algunas nóminas son
literalmente ilegibles.
Existen dos
alternativas: la que rige en Córdoba, que en una sola boleta única reúne a
todas las categorías de votación, desde presidente hasta concejal o la que
tiene vigencia en Santa Fe que presenta varias boletas únicas, una por cada categoría.
En Santa Fe, la
boleta única además de sus ventajas naturales, adiciona la de quebrar la
llamada “sábana horizontal”, es decir el voto arrastre. Éste consiste en que
por lo general el voto por un presidente “arrastra” el de los demás candidatos.
En Santa Fe el votante debe elegir varias veces: por presidente, por senadores
y/o diputados nacionales, por gobernador, por legisladores provinciales, por
autoridades municipales, siempre con boletas únicas y separadas. Algo así como
ciudadano potenciado. Más soberano que en otros lares.
La modalidad
cordobesa vendría a ser un paso intermedio entre el avejentado régimen que
padecemos y la alta calidad institucional y sistémica que propone Santa Fe.
El oficialismo – y
quizás la UCR –
le temen al modo santafesino de votar porque podría, dicen, afectar la
gobernabilidad ya que un presidente podría ser ungido simultáneamente con un
Congreso de signo político contrario. Esto, en virtud de que se neutraliza
el mencionado efecto arrastre. Sin
embargo, a la gobernabilidad también la lesiona el descontrol propio de un
Congreso del tipo escribanía. Por sobre todas las cosas, un gobierno uniforme y
unicromo es tan o más peligroso que otro que deba lidiar con un Congreso
opositor.
El partido hoy
dominante en el país exalta como la mayor virtud del procedimiento de boletas
múltiples que “es la forma como el militante se vincula con el votante,
entregándole en mano la boleta”. Le hemos respondido que eso, en romance
verdadero, es manipulación, cuando no presión, inherente a la red clientelar
que se extiende. Y que si se busca y quiere genuinamente estableces lazos
directos de los dirigentes con los ciudadanos, el ‘casa por casa’ debe
practicarse para dialogar e informar sobre ideas y propuestas y no para
entregar la boleta electoral.
Sostener la boleta
única no empece a la idea – a la que adhiero – de que debemos llegar, más
temprano que tarde, al voto electrónico, en un paso tecnológico y
despapelizador ineluctable.
¿Por qué hay
esperanzas de que prospere la boleta única? Porque el régimen actual es
insostenible y porque madura en la
ciudadanía la idea de que este avance no puede dilatarse más.
*Diputado nacional por
Compromiso Federal UNIR de la
Provincia de Buenos Aires