jueves, 28 de febrero de 2013

ESCRACHE O DEBATE


Lic. Elsa Lerda

He leído el editorial del viernes 8 de febrero que sostiene que el debate es preferible a los escraches. No estoy del todo de acuerdo, aunque me gustaría estarlo. La realidad me lleva a preguntarme: los que no adherimos al populismo intrínseco que hoy invade a todos los partidos políticos, ¿dónde debatimos? No somos políticamente correctos, ni siquiera para la prensa no oficialista o independiente.
Para no ser destratados, hay que estar de acuerdo con la hipertrofia de las libertades individuales e ignorar (o por lo menos callar), el daño que ese tipo de libertades infinitas hace al tejido social y a los vínculos interpersonales.

A esto hay que agregarle la adhesión a la idea fantasmagórica de un Estado teológico. Es decir, como un Dios omnipotente que se encargará de resolver todos los problemas de sus ciudadanos, siempre y cuando se aporten muchos impuestos. Con una corporación estatal de medios de comunicación, más los paraoficiales, que se autocensuran por las dudas, y el resto que no halla la forma de ser económicamente rentable y al mismo tiempo reflejar la realidad con objetividad y ética ¿sólo queda la resignación? Muchas veces, el escrache, o el cacerolazo, son la única forma de reaccionar frente a un gobierno que usa al Estado para agredir al pueblo en múltiples formas y cotidianamente. Es muy loable promover el debate, pero es más necesario reflejar la realidad.

Por Elsa Lerda

La Voz del Interior, 27-2-13