En este nuevo año
electoral, en el cual vamos a elegir a quienes decidirán las políticas
públicas, como Iglesia de Reconquista, a través de Pastoral Social y la Comisión Justicia
y Paz, queremos estar presentes y plantearnos algunas consideraciones que sean
útiles para orientarnos a quienes somos cristianos y a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad que habitan estas tierras, reflexionando sobre la
importancia del acto cívico-ciudadano que realizaremos en dos oportunidades:
las primarias en agosto y las generales en octubre.
Valoramos
profundamente el sistema democrático, ya que asegura la participación de los
ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la
posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes (cf. CA 46).
Mediante la participación comprometida y consciente de todos los ciudadanos se
puede facilitar la consecución del bien común y la construcción de una nación
más equitativa, justa y fraterna, que incluya a todos.
La democracia y la
participación se hacen realidad cuando los ciudadanos somos conscientes de
nuestros derechos fundamentales y nuestros deberes correspondientes (cf. DA
77). En tal sentido, apreciamos positivamente la formación cívica y ciudadana
de los más jóvenes y su progresiva inserción en la dinámica democrática, aunque
advertimos sobre el riesgo de que dicha inclusión sea usada en pos de intereses
sectoriales o coyunturales.
La democracia implica
también una actitud de responsabilidad permanente de sus ciudadanos, el
compromiso cotidiano con un proyecto común, mayor participación, mayor diálogo
entre gobernados y gobernantes, implica gestos de grandeza de ciudadanos y
políticos, de empresarios y obreros, de profesionales e instituciones
intermedias. Nuestra participación como ciudadanos en la vida democrática no
solo debe reducirse a concurrir el día de los comicios a votar.
Algunas prioridades a
tener en cuenta en la decisión electoral
La participación
consciente y comprometida en las elecciones supone que conozcamos a aquellos
que vamos a elegir, a los ciudadanos que se han presentado como candidatos para
asumir la función pública.
Cada uno de los
electores debe preocuparse por exigir y ahondar en el pensamiento y la
plataforma de los candidatos, sus opciones ideológicas, su pensamiento acerca
de realidades fundamentales, como ser:
Bien común: el bien
común es la finalidad de la política y la gestión pública. Cabe recordar, sin
embargo, que el bien común no es simplemente la suma de los bienes
particulares. “Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es
indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y
custodiarlo, también en vistas al futuro” (Compendio DSI 164). Como el actuar
moral del individuo se realiza en el cumplimiento del bien, así el actuar
social alcanza su plenitud en la realización del bien común. El bien común se
puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral. Es la
creación de las condiciones necesarias e indispensables para que cada persona
pueda vivir dignamente. En este sentido, es imprescindible que el ejercicio
democrático apunte al bien común, tratando de evitar toda desviación hacia la
búsqueda de intereses sectoriales, que favorezcan la corrupción, la inequidad
social y el asistencialismo de corte electoralista.
Políticas de Estado,
trabajo y desarrollo social: La política social debe afrontar en forma decidida
y sostenida los factores estructurales generadores de la pobreza como son la
baja tasa de empleo o inserción laboral, el empleo informal, el abandono
escolar, la mala calidad de educación, la carencia de viviendas sociales
apropiadas, la falta de estructura sanitaria adecuada y otros factores que
afectan las posibilidades de progreso de los sectores más pobres. Es necesario
tener, en las políticas sociales, una visión estratégica de mediano y largo
plazo, que prevalezca por sobre las tentaciones de subordinar el gasto social
asistencial a los intereses políticos de corto plazo.
Desarrollo y
crecimiento no son siempre una misma realidad. Para crecer se necesita, sobre
todo, capacidad de diálogo y habilidad para crear y gestar consensos que se
traduzcan en políticas de Estado, abiertas a todos los sectores sociales y a
todos los ciudadanos que puedan aportar sus dones y capacidades hacia un
proyecto común de país.
Vida y familia: es
necesario que reconozcamos y demos protección jurídica a toda vida humana desde
la concepción hasta su fin natural, excluyendo cualquier tipo de ataque a la
misma: aborto, eutanasia, la trata de personas, violencia de diferentes tipos,
entre otras cosas. La vida es un don y un derecho humano primario que debemos
respetar. Nunca puede ser manipulada en pos de intereses personales,
sectoriales, económicos o ideológicos. Por eso mismo, cabe recordar que no todo
lo científicamente posible es éticamente aceptable.
La familia es la
célula de la sociedad, es la primera responsable de la educación de los hijos,
la cual necesita ser fortalecida y apoyada por el Estado en sus derechos y
ayudada para que cumpla con su deber de educadora. Queremos una sociedad en la
cual se fomenten vínculos estables, y donde se tenga como prioridad a los más
indefensos.
La participación
ciudadana
Valoramos que haya
personas, que respondiendo a la inquietud de trabajar por el bien común, se
comprometan como candidatos a ocupar cargos legislativos. Les recordamos que la
función pública implica una carga, un servicio y no es -bajo ningún aspecto- un
lugar de privilegio; y menos una oportunidad de enriquecimiento o sometimiento
de aquellos que los han elegido. Abogamos
por que no dejen de escuchar la voz de sus conciencias, evitando que las
legítimas pertenencias partidarias los lleven a votar leyes que vayan en contra
de sus propias convicciones.
Es “necesario recrear
la política como principal instrumento de gestión del bien común, es necesario
rehacer nuestra cultura, recuperando los valores que nos dieron existencia.
Sólo asumiendo una vida de auténtica justicia y de verdadera libertad, en la
que el hombre sea el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones,
encontraremos los caminos que nos lleven a construir una sociedad más justa y
equitativa” (CEA, Hoy la Patria
requiere algo inédito, 12-05-01).
Todos, con nuestra
participación activa, somos protagonistas de la democracia. Pensamos que ya es
el tiempo en que, definitivamente, los que habitamos esta Nación Argentina,
entendamos que para comprometernos de verdad, debemos pasar de ser HABITANTES a
ser auténticos CIUDADANOS, solidariamente involucrados con nuestro presente y
comprometidos con el futuro de las generaciones venideras.
Aica, 3-7-13