Dos noticias
publicadas el mismo día, ayudan a visualizar con claridad, dos enfoques
contrastantes con referencia a la injerencia de la política en la cobertura de
cargos superiores en la administración del Estado.
------------------------------------------------------------
El concurso para
director del Bellas Artes se quedó en el relato
PATRICIA KOLESNICOV
Imagínense una
película: el tipo está sentado en su despacho, en la institución que dirige hace
más de cinco años. En la puerta suena un toc-toc y aparecen dos de sus
superiores. Tres palabras y su tiempo ha terminado; ese no es más su despacho.
Uno de sus superiores ocupa su silla. Así fue el cambio de autoridades en el
Museo Nacional de Bellas Artes, en abril. El director saliente era Guillermo
Alonso; los que llamaron a su puerta eran la subsecretaria de Gestión Cultural
de la Nación ,
Marcela Cardillo, y Alberto Petrina, director nacional de Patrimonio y Museos.
La que se sentó en la silla fue Cardillo que, sin dejar su puesto en los
papeles, “bajó”, en la práctica, a directora de museo.
Por esos días, la Secretaría de Cultura
anunció la apertura del concurso para elegir nuevo director y hasta daba los
nombres de los jurados. Pero las bases nunca estuvieron y el concurso nunca
abrió: el principal Museo del país está, cómo decirlo, intervenido. ¿Hasta
cuándo? En forma oficial, el Museo responde: “No sabemos”. Además del Gran
Bonete, debería saberlo la
Secretaría de Cultura. Pero la Secretaría de Cultura
no contesta. Tal vez porque no sabe, no contesta. O porque no decide.
Cabe recordar que los
directores del Museo de Bellas Artes empezaron a ser concursados en 2007,
durante la gestión en Cultura de José Nun, gobierno de Néstor Kirchner. La idea
era apartar el rumbo del Museo de los avatares políticos. El primer ganador por
concurso fue Alonso.
El mandato había
vencido en diciembre; por eso se debió haber llamado a concurso unos meses
antes, tener un ganador con tiempo y hacer un traspaso civilizado, quién te
dice un par de meses de cogestión para que el que se iba ayudara al que
llegaba. Impensable. Toc toc en la puerta y afuera.
Claro que un director
concursado tiene estabilidad en el cargo y, por lo tanto, independencia. Para
armar muestras, decidir cuándo abren y con quién habla. Esta cronista se cansó
de pedir, por medios formales e informales, una entrevista con la nueva
directora del Museo. El pedido nunca fue contestado. Los que saben lo que pasa
explican el por qué, en los términos a los que nos fuimos acostumbrando: “Si le
da una entrevista a Clarín le meten una patada en el culo”.
Marcela Cardillo es
una abogada recibida en la
Universidad de Belgrano que en 2005 empezó a trabajar como
asesora del entonces diputado –y hoy Secretario de Cultura– Jorge Coscia. De su
mano, entró a la Secretaría
de Cultura en 2009, en el área de Legal y Técnica primero y unos meses después
como Subsecretaria. Aunque su gestión lleva la marca de origen –toc-toc–,
quienes trabajan en Bellas Artes o desde otras instituciones interactúan con el
Museo, hablan bien de su gestión. Cardillo puede ser una buena directora a
dedo, pero está puesta a dedo. Y no es lo mismo.
Clarín, 3-8-13
---------------
En Israel, quien iba
a presidir el Banco Central debió renunciar
El economista argentino-israelí
Leo Leiderman debió declinar su nombramiento, pues se supo que… acostumbra
consultar a un astrólogo. Ocurre que en este país, las propuestas de
nombramiento de funcionarios de alto nivel que realiza el gobierno, son
revisadas por un organismo, la llamada “Comisión Tirkel”, que define si hay
conflictos de intereses en la elección de los candidatos.
Fuente: Clarín,
3-8-13