El gobierno de Estados Unidos reivindicó ayer
dos operaciones en territorios extranjeros, una contra una casa de la milicia
islamista Al Shabab al sur de la capital somalí y otra en la ciudad libia de
Trípoli, que terminó con la captura de un importante líder de la red Al Qaeda.
Los dos ataques o
“redadas” representan una violación a las soberanías territoriales de los
países africanos y al principio básico del derecho internacional de no
agresión. Sin embargo, el secretario de Estado, John Kerry, celebró ayer las
intervenciones realizadas y prometió que no serán las últimas.
“Esperamos que esto
deje en claro que Estados Unidos jamás cesará en su esfuerzo por hacer que rindan
cuentas quienes conducen actos de terrorismo”, sentenció el secretario de
Estado, desde Bali, donde participa de una cumbre económica.
“Los miembros de Al
Qaeda y otras organizaciones terroristas, literalmente, pueden escabullirse
pero no pueden esconderse”, agregó el jefe de la diplomacia estadounidense.
Pese a que fue el
expresidente George W. Bush quien lanzó la llamada “guerra contra el
terrorismo”, su sucesor, Barack Obama, la continuó y hasta reforzó algunas de
sus armas más cuestionadas, como los aviones no tripulados o drones, que de
manera sistemática bombardean el noreste paquistaní, lindante con Afganistán.
Esta vez la “guerra
contra el terrorismo” estadounidense se trasladó al continente africano. La
primera redada ocurrió el sábado a la madrugada y tuvo como objetivo una
residencia a unos 240 kilómetros al sur de Mogadiscio, la capital somalí.
Según confirmaron
fuentes militares estadounidenses, el Destacamento 6 de las fuerzas especiales
Seal de la Marina de Guerra –la misma unidad que en 2011 localizó y mató al
jefe de Al Qaeda, Osama bin Laden, en Abottabad, Pakistán– asaltó la casa en
busca de jefe de la milicia islamista Al Shabab.
En apariencia, el
objetivo era la captura o muerte de Mukhtar Abu Zubeyr, conocido también como
Ahmed Godane, quien asumió la autoría del ataque de septiembre en el centro
comercial Westgate de Nairobi, Kenia, que dejó más de 70 de muertos.
Horas después, un
destacamento de fuerzas especiales Delta, del ejército estadounidense, con
apoyo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Oficina Federal de
Investigaciones (FBI), capturó en la ciudad de Trípoli, capital libia, a Nazih
al Raghie, alias Abu Anas al Libi, uno de los hombres más buscados por
Washington.
Según Estados Unidos,
Al Libi planificó los atentados de 1998 contra las embajadas estadounidenses en
Kenia y Tanzania que dejaron más de 220 personas muertas y cientos heridas, y
fueron los ataques que dieron fama a la entonces no tan conocida red Al Qaeda.
La captura de Al Libi
fue un audaz asalto en la capital libia. Acababa de estacionar su auto frente a
su casa de Trípoli, al regresar de la oración del amanecer del sábado, cuando
10 comandos en varios vehículos lo rodearon, dijo a The Associated Press su
hermano Nabih al Ruqai. Rompieron la ventana del coche de Al Libi y se
apoderaron de su arma antes de llevárselo y salir huyendo. Fue sacado con
rapidez del país.
El Pentágono confirmó
ayer la captura de Al Libi e informó que el líder de Al Qaeda “se encuentra
detenido, de manera legal, en un sitio seguro fuera de territorio de Libia”.
Inmediatamente
después de conocerse la confirmación de Washington, el gobierno libio se quejó
de que la superpotencia nunca se comunicó con sus autoridades, ni antes ni tras
el ataque para dar explicaciones.
Desde la caída del
gobierno de Muamar Kadhafi facilitada por la intervención militar de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), el nuevo Ejecutivo libio
mantiene una buena relación con las potencias occidentales, pese a no poder
controlar la creciente violencia contra embajadas y otros edificios
occidentales o simplemente extranjeros en el país.
Varias decenas de
miembros del grupo islamista Ansar al-Sharia, que tiene vínculos con las
milicias integristas, se manifestaron ayer en Bengazi, la segunda ciudad de
Libia, para denunciar el secuestro de Al Libi y criticar al gobierno. “¿Dónde
están los hombres de Trípoli mientras esto está sucediendo?” gritaban, agitando
banderas islámicas negras.
En el caso del ataque
contra la casa en el sur de la capital somalí, el Departamento de Defensa
estadounidense no dio detalles sobre la operación militar. Según diversas
fuentes militares, los soldados Seal encontraron allí más resistencia de la
esperada y después de un enfrentamiento de unos 15 a 20 minutos se retiraron al
mar de donde habían llegado. Un vocero de Al Shabab, Abdiaziz Abu Musab,
informó que la incursión estadounidense no había logrado su objetivo.
Esta no es la primera
vez que las tropas estadounidenses tienen que encarar una retirada forzada de
Somalía. En 1993, tras perder 19 soldados en la batalla Mogadiscio con milicias
islamistas, Estados Unidos retiró a todas sus tropas.
Precio por su cabeza
Desde 1998. Nazih Abdul
Hamed al Ruqai, conocido por su alias de Abu Anas al Libi (foto) es acusado por
el gobierno de Estados Unidos de participar en los ataques con explosivos
contra las embajadas estadounidenses en Dar es Salaam, Tanzania, y Nairobi,
Kenia, el 7 de agosto de 1998, en los que murieron más de 220 personas. Ha
estado en la lista de terroristas más buscados del FBI desde que se dio a
conocer poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, y se
ofrecía por su cabeza una recompensa de cinco millones de dólares.
Reproches. Libia
pidió ayer a Estados Unidos “aclaraciones” sobre lo que llamó un “secuestro” y
subrayó que todo libio debe ser enjuiciado en su país.
La Voz del Interior,
7-10-13