Autor: Maria Teresita Vexenat de Francisco
LosPrincipios,
3-10-13
Intentamos presentar
un panorama, de cómo las redes del narcotráfico cumplen un rol financiero y de
control social para los países desarrollados. Utilizando a los países
subdesarrollados, en este caso de América Latina, como puertos para el embarque
de las sustancias, en especial cocaína, y los bancos y paraísos fiscales para
lavar el dinero.
El narcotráfico es un actor de marcada relevancia a nivel
internacional. Esto se ve reflejado en
la coordinación y organización empresarial de las mafias. Las
mismas han logrado incluirse en el mercado mundial, por medio de la división internacional del trabajo, con un circuito de producción, transito, consumo
y lavado de dinero. A esto se le suma
el incremento de la capacidad económica y penetración en
las estructuras sociales y del poder político en las distintas regiones del
planeta.
Actualmente se pueden
mencionar seis rutas, principales, del narcotráfico a nivel mundial:
1.- Zonas de
difusión y macroflujos de la cocaína, la
heroína, el hachis y la marihuana: la cocaína sale desde Centro América y se
distribuye hacia Estados Unidos, Europa
y Australia. La heroína sale desde el sur este de Asia y se distribuye hacia
Australia, al centro de Asia, desde allí a Europa y luego a Estados Unidos. El
hachis y la marihuana, parten del noroeste de África y se dirige hacia Europa.
2.- Ruta de la
cocaína: sale desde Centro América y se distribuye hacia
a.- Australia y de
allí hacia el Este de Asia. b.- A Argentina de allí a África y Europa. c.- a México y Estados Unidos
3.- Rutas de la
heroína: tres centros de producción, Colombia; Iran , Pakistan y Afganistán
y por ultimo, Laos; Myanmar y Tailandia.
Desde estos centros se distribuye al resto del mundo.
4.- Ruta de los
Balcanes.
5.- Rutas del
canabis: hachis y marihuana. Desde Centro América hacia Estados Unidos y
Europa. Desde África a Asia y desde allí a Australia.
6.- Rutas de las anfetaminas
y del éxtasis: desde el centro de Europa hacia Estados Unidos, Asia, Australia
y África. [1]
Atendiendo
particularmente a América Latina, la misma
funciona principalmente como productora y ruta de tránsito para
despachar los estupefacientes hacia Europa. La droga baja desde Colombia hacia
los puertos del Río de la Plata. Esto ha sido
posible, debido a que la DEA
(Drug Enforcement Administration), solo tiene radarizado hasta el sur del
Perú. Por lo tanto Bolivia, Paraguay y
Argentina, han quedado fuera del “control” de la DEA.
Específicamente
Argentina, posee las características
necesarias para ser ruta de tránsito de narcóticos: falta de radares, zonas
desérticas para arrojar la cocaína, falta de control y puertos. Desde el 2007 el vocero de las Fuerzas
Armadas Argentina, Jorge Reta, mencionaba que el territorio argentino estaba
radarizado en un 15%, mientras Brasil tiene el 85% de su geografía
radarizada.[2]
En el año 2011, el
Senado argentino planteo que la
instalación de radares, anunciada a partir de un decreto del Poder Ejecutivo
Nacional, es absolutamente ineficiente e insuficiente.
Desde la Cámara Federal de
Apelaciones de Salta se informo que el funcionamiento de los radares colocados
en la frontera norte de Argentina, sólo
hacen tareas de controles diurnos, durante 6 horas al día, y que la Gendarmería recibe las
notificaciones muy tarde y no pueden realizar los operativos a tiempo. [3]
Sin embargo, a pesar
de este escenario, el Departamento de Estado de Estados Unidos, en sus informes
sobre Control de Narcóticos, no llama la atención, ni pena las irregularidades
argentinas en materia de radares. Si bien expresa que este país, es una ruta de
tránsito de cocaína y marihuana, considera que el paso de estupefacientes hacia
Argentina está dada, no por su falta de control en las fronteras, sino por la
ineficacia de los controles de frontera de Bolivia y Paraguay. Es mas, el informe concluye que Argentina, ha
trabajado y trabaja para abordar todos los aspectos de la lucha contra las
drogas. Textualmente en el informe de
Control de Narcóticos dice que en
el 2010 se amplió la cobertura del
radar del norte argentino.[4]
Esto se contradice
con lo que expresan las Fuerzas Armadas
y el Senado de Argentina, sobre la
desradarización del territorio. Sin embargo, al leer los informes del año 2011
con respecto a Bolivia y a Paraguay, el panorama es distinto. Expresa que los
mismos, son centros de lavado de dinero, tráfico de estupefacientes, de bienes.
Recalcan la apertura de sus fronteras, el limitado “control” sobre sus
territorios y la corrupción generalizada
de los inspectores de aduana y de la policía.
Ante este escenario
aparentemente dicotómico, surge la
pregunta de qué es lo que sucede realmente.
La realidad es
la siguiente, la cocaína sale de
Colombia, en avión, y arrojada en bultos en las zonas desérticas del sur, luego
son trasladadas al puerto en
Argentina. Allí se la carga en
containers, de empresas cuyos propietarios son los propios narcotraficantes. De
allí se embarcan hacia Europa.
Las actividades del
tráfico de estupefacientes, están
coordinadas y llevadas a cabo por un
grupo mafioso italiano que se llama la N'drangheta o mafia calabresa. Compran el kilo de
cocaína a los proveedores en colombianos
a 1.700 dólares. Luego la venden
España a 50 mil dólares. [5] Las cifras lo indican: las ganancias son
descomunales.
Sumado a esto, los
países despenalizan el consumo, tratando al consumidor como enfermo y penalizan
el tránsito. Ya que, esto es lo que hace que la droga cueste tanto y deje
abultada ganancia.
Las mafias ponen
estas ganancias en los paraísos fiscales, que son los que solventan a los
bancos de todo el mundo. El día que las mafias lleven el dinero a otro lado y
quieran blanquearla en otras actividades,
serán demandados y enjuiciados.
En este escenario,
las mafias en el mundo tienen una doble función: por un lado son las encargadas
de financiar a los paraísos fiscales del mundo. Es decir, son las que aseguran
que los bancos de los distintos países tengan solvencia financiera para
realizar las distintas operaciones. Y por otro, cumplen una función de control
social y sanitaria. Ya que, si se dejara de exportar la cocaína a Estados
Unidos y Europa, habría alrededor de 100 millones aproximadamente de personas
que padecerían síndrome de abstinencia,
los hospitales y las instituciones clínicas se encontrarían abarrotados, el
caos social tomaría las calles.
En los países que son productores y rutas de
tránsito, se ha producido un efecto 'derrame': el consumo de
estupefacientes ha aumentado, pero no de
la droga de máxima calidad, sino de la cocaína boliviana, que se distribuye
como pasta base, y que es preparada en el sin fin de pequeñas cocinas,
esparcidas por toda América Latina.
Lo anteriormente
descrito genera consecuencias a nivel social en el interior de cada país. Estamos ante la
presencia de dos sociedades, A y B. La sociedad “A” la de la gente incluida, la
que trabaja, estudia y tiene posibilidades de progresar. La “B” es la de la
gente excluida totalmente, la de la periferia de las grandes ciudades, que ha
sido abandonada por el Estado, y cuyo lugar lo ocupó el narcotráfico, la trata
de blancas y los desarmaderos de
automóviles.[7]
A nivel mundial el
esquema se repite, los países “A”, los desarrollados, los que pueden llevar a
cabo sus políticas de Estado, pedir préstamos, tener solvencia financiera y
tener un lugar privilegiados en las mesas de negociaciones de las distintas
organizaciones mundiales. Por el otro lado, los países “B”, los
subdesarrollados, aquellos que viven de los préstamos de los organismos
financieros y de los países “ricos”, los que tienen que seguir las recetas al
pie de la letra. Los encargados de hacer la producción y tránsito de
estupefacientes y alimentar los mercados de Europa y Estados Unidos, entre
otros. Por ultimo, los países “C”, aquellos donde se encuentran los paraísos
financieros, que mueven alrededor de 4.6 billones de dolares al año.[8] Esta
cantidad de activos se encuentra disperso entre
el Caribe, Asia, Londres, Estados Unidos y Japón.
En resumen, no basta
que los países cumplan las leyes de antilavado de dinero, es necesario que se
ponga fin a los paraísos fiscales, sede
cuyos fondos mayormente son provenientes del tráfico de drogas.
Los sistemas
financieros internacionales deben ponerles fin a la introducción de dineros
provenientes de actividades ilícitas a los mercados financieros nacionales a
través de los 120 paraísos fiscales que existen en el planeta. Argentina,
Bolivia y Paraguay, deben cumplir con las normas internacionales dispuestas por
la Junta
Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) y en
consecuencia proceder a radarizar sus territorios y efectuar el control aéreo de sustancias
estupefacientes o derivados químicos.
Por último, es necesario voluntad política por parte de los Estados, para
acabar con la pseudo persecución del narcotráfico, es decir, la despenalización
del consumo y penalización del traslado. Ya que, lo único que
genera es un aumento de la
demanda de estupefacientes, por ende el encarecimiento del mismo y la
alimentación de los sistemas financieros
ilícitos.
[1] Forgione Francesco. Mafia Export. Barcelona, 2010. Ed. Anagrama. Pag 224 y 225
[2]
http://www.minutouno.com.ar/minutouno/nota/18241/
[3]
http://www.agensur.info/index.php?option=com_content&view=article&id=2802:la-instalacion-de-radares-es-ineficiente-e-insuficiente&catid=60:argentina&Itemid=130
[4]
file:///F:/politicainternacional/stategov.htm
[5] García Elorrio,
Aurelio. Revista Veintitrés 17.03.2011 | 17.26
http://uol.elargentino.com/Content.aspx?Id=130547
[6]
file:///F:/politicainternacional/narcotic_drugs_2010.html
[7] García Elorrio,
Aurelio. Revista Veintitrés 17.03.2011 | 17.26
http://uol.elargentino.com/Content.aspx?Id=130547
[8]
http://www.imf.org/external/spanish/index.htm