POR JOSÉ PAMPURO
EX MINISTRO DE
DEFENSA.
Uno de los problemas
más acuciantes que atraviesa la sociedad argentina es la inseguridad y sus
factores desencadenantes, como el crimen organizado y el narcotráfico. Estos
delitos de índole global exigen un tratamiento acorde a su poderío y a su
capacidad de infiltración y peligrosidad.
Conocida en términos
generales como “ley de derribo” es una de las herramientas más contundentes y
eficaces para intentar disuadir y eventualmente, en última instancia impedir el
libre aterrizaje de vuelos clandestinos en nuestro territorio. No podemos
aceptar que estas organizaciones delictivas avancen sin freno.
Argentina debe darse
los medios para no ser considerada por el crimen internacional como un país
fácil, débil y abierto a la incursión de mafias que por ser globales migran
allí donde encuentran un terreno propicio para su accionar.
Todavía estamos a
tiempo de evitar daños mayores a los ya comprobados en distintas operaciones
que tienen sus raíces en carteles de México y Colombia de alta peligrosidad. El
Estado debe habilitar los mecanismos para debatir, consensuar y presupuestar
una inversión importante en materia de radarización y control aéreo que permita
por lo menos estar en igualdad de condiciones con nuestros vecinos y socios
regionales para no ser un verdadero imán para el delito internacional corriendo
el riesgo de convertir a la
Argentina en el nuevo paraíso de los narcos.
Los avances
realizados hasta el presente en materia de vigilancia y control fronterizo y
aéreo son insuficientes y se impone ir más allá para impedir lisa y llanamente
la penetración de estas bandas organizadas en nuestro territorio. Es evidente
que es un tema delicado y se deben tomar todos los recaudos necesarios siguiendo
un protocolo de varios pasos en la toma de decisiones que evite cualquier
improvisación o error humano.
Por eso se requiere
analizar los proyectos de ley ya presentados en el Congreso Nacional y
cualquier otro que pueda provenir de las distintas fuerzas, y someterlos a un
amplio debate legislativo despojado de parcialidades políticas para arribar al
mejor resultado técnico, jurídico y ético posible.
No sería la primera
vez que la Argentina
necesita darse instrumentos de este tipo por motivos de defensa nacional frente
a las consideradas nuevas amenazas como el crimen organizado y el terrorismo
internacional del que ya fuimos víctimas en dos trágicos atentados como fueron
los de la embajada de Israel y la sede de la AMIA en 1992 y 1994.
De hecho, en ocasión
de la Cumbre
de las Américas realizada en Mar del Plata a fines de 2005 a la que asistían
mandatarios de todo el continente, incluido el por entonces presidente de los
Estados Unidos, George Bush, además del rey de España y altas autoridades de su
gobierno, se firmó el decreto 1345 / 2005 que imponía un protocolo con una
serie de reglas de empeñamiento de máxima seguridad que eran secreto de Estado.
Ese decreto se firmó siendo Néstor Kirchner presidente de la Nación y estando a mi cargo
el ministerio de Defensa.
El sentido era dar
máxima seguridad a los mandatarios y su vigencia se limitaba a la duración de la Cumbre. Hoy
necesitamos la ley de derribo como instrumento permanente para dar máxima
seguridad a nuestros ciudadanos, más allá del despliegue de las fuerzas de
seguridad y de la justicia contra la delincuencia y el narcotráfico.
A problemas serios,
señales claras. Sabemos de lo que hablamos. Contar con una ley de derribo es la
mejor manera de no tener que llegar a utilizarla.
¿Sería esta ley algo
mágico capaz de liberarnos a los argentinos de la droga, del crimen organizado
y de la inseguridad? Sin lugar a dudas que no, pero puede frenar e incluso
revertir el avance de estas mafias que operan en diversas zonas del territorio
nacional donde los vuelos ilícitos aterrizan en pistas clandestinas entre otras
razones porque no se los puede interceptar.
Los vacíos legales de
los países los llena la delincuencia. Teniendo una “ley de derribo” los
argentinos estaremos en condiciones de advertir a quien pretenda entrar en
nuestro espacio aéreo y usurpar nuestro país con su contrabando letal lo que
nos enseñaron alguna vez: en la
Argentina dentro de la ley todo, fuera de la ley nada.
Clarín, 11-11-13