Por Ceferino Reato.
"Una sociedad
necesita conocer la Historia ,
no solamente tener memoria. La memoria colectiva es subjetiva: refleja las
vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad; por eso, puede ser
utilizada por ese grupo como un medio para adquirir o reforzar una posición
política. Por su parte, la
Historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una
mala Historia), sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos".
La frase pertenece al
prestigioso semiólogo, filósofo e historiador búlgaro-francés Tzvetan Todorov y
está incluida en un artículo publicado en el diario español El País el 7 de
diciembre de 2010, luego de una visita a la Argentina , que se
reprodujo en esta página. Es decir, no fue una columna escrita en abstracto,
sino una reflexión sobre la política de derechos humanos del gobierno de
Cristina Kirchner, que privilegia la memoria a la verdad y, por lo tanto, a la
justicia.
Todorov enfatiza que
la memoria es siempre parcial, subjetiva: uno recuerda lo que más lo impactó y
no siempre en orden cronológico. En cambio, la verdad, en la que se funda la
historia, incluye las memorias de grupos diversos sobre hechos comunes.
Vamos a un ejemplo
concreto: el lunes 24 de marzo coincidí en un programa de televisión con
Horacio Pietragalla, un joven diputado kirchnerista, pero, más importante aún,
uno de los nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo, hijo de Horacio
Chacho Pietragalla.
Pietragalla padre era
un dirigente de peso de la Juventud Peronista , a tal punto que viajó en el
chárter que trajo de regreso al general Juan Perón en su primer retorno del
exilio, el 17 de noviembre de 1972; tres años después, era "oficial
primero" de Montoneros y el jefe de la Columna 26: tenía a su cargo el norte de Santa
Fe, Chaco y Formosa; es decir, era el número dos de la Regional Nordeste
de esa organización político-militar.
La historia de
Pietragalla hijo es conmovedora: la pérdida de su padre y de su madre, ambos
detenidos desaparecidos; su condición de nieto recuperado.
En el caso concreto
del padre, de Chacho Pietragalla, fue la primera víctima del Comando
Libertadores de América, un grupo paraestatal creado en Córdoba en octubre de
1975, en pleno gobierno constitucional de la presidenta Isabel Perón.
Pietragalla padre fue
apresado en un bar de la capital cordobesa el 15 de octubre de 1975 junto con
otro "oficial" montonero, Eduardo Jensen. El 8 de noviembre sus
cuerpos fueron encontrados a 25 kilómetros de la ciudad de Córdoba; los
cadáveres presentaban numerosas heridas de bala y estaban parcialmente quemamos
y cubiertos con tierra y ramas. Ya durante la dictadura, fueron sepultados en
una fosa común en el cementerio San Vicente junto con otras víctimas de la
represión ilegal.
Lógicamente, la
memoria de Pietragalla hijo se concentra en la detención, el asesinato y la
desaparición del cuerpo de su padre, y en su recuerdo de niño que creció con
una identidad robada, junto a personas que lo criaron, pero que no eran sus
progenitores, como terminó descubriendo.
Pero hay otras
memorias. Por ejemplo, los recuerdos de los padres y hermanos de los diez
formoseños de 21 años que fueron muertos en el ataque de Montoneros a un
cuartel ubicado en los suburbios de la ciudad de Formosa. Esos diez jóvenes
estaban cumpliendo con el servicio militar, que en aquella época era
obligatorio, y estaban de guardia el domingo 5 de octubre de 1975, cuando el
flamante Ejército Montonero intentó copar ese regimiento.
Los montoneros
imaginaban que los soldados formoseños se iban a rendir, pero resistieron y se
produjo un combate en el que murieron 24 jóvenes: doce guerrilleros y doce
defensores del cuartel (los diez soldados, un sargento primero y un subteniente
de 21 años). Todos eran peronistas.
Pietragalla y Jensen
participaron de ese ataque, como lo indican distintas fuentes en mi libro
Operación Primicia. Fue el debut del Ejército Montonero, con el cual la
guerrilla de origen peronista pensaba derrotar al ejército formal, al que
señalaban como el instrumento armado de la oligarquía criolla y el imperialismo
norteamericano. No les importaba que ese ataque pudiera deteriorar aún más al
desfalleciente gobierno de la viuda de Perón, porque el objetivo prioritario de
Montoneros era, precisamente, evitar que Isabelita se consolidara en el poder,
según un documento de esa organización político-militar, de 1977, titulado
"Curso de formación de cuadros".
Luego del ataque al
cuartel, hubo un repliegue de los "oficiales" montoneros instalados
en el nordeste del país para eludir la represión policial y militar.
Pietragalla y Jensen escaparon a Córdoba, donde fueron capturados.
La memoria de los
padres y parientes de los soldados formoseños es distinta de la de Pietragalla
hijo. Ocurre con, por ejemplo, la mamá de Marcelino Torales, uno de los
conscriptos abatidos. Marcelino era albañil, cantaba en los bailes y admiraba a
Sandro; murió en el dormitorio de la
Guardia , destrozado por un disparo de FAL.
Cuando la entrevisté
en el patio de tierra de su casa, esa señora inspiraba una profunda tristeza,
agravada por una decisión estatal avalada por los organismos de derechos
humanos: mientras los parientes de los guerrilleros muertos en aquel ataque
habían cobrado millonarias indemnizaciones como "víctimas del terrorismo
de Estado", ella y su marido sobrevivían con una mísera pensión.
Sobrevivían
literalmente, seguían siendo pobres. Es que los soldados muertos eran los más
pobres del regimiento; muchos de ellos habían "vendido" sus francos
de fin de semana por unas monedas o unos vasos de vino o de Coca-Cola porque no
tenían dinero ni para viajar al interior a visitar a sus familias.
¿Cómo unir esas
memorias tan distintas? Todorov propone un camino: la verdad histórica, que
reúne los recuerdos y los sufrimientos de los distintos grupos de una misma
comunidad.
Conviene tener en
cuenta que hablar de una sola memoria indica una pretensión hegemónica; refleja
la intención de un determinado grupo político de reconstruir la historia de
acuerdo con sus intereses del presente.
Más concreto aún. La
memoria nos encierra en "una ilusión maniquea", dice Todorov, a la
que define como "la división de la humanidad en dos compartimientos
estancos: buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables. La Historia nos libera de
esa ilusión maniquea".
La historia, si está
fundada en la verdad, es mucho más que la memoria.
Fuente: diario La Nación de Buenos Aires