POR EMILIO APUD
INGENIERO. EX
SECRETARIO DE ENERGÍA, MIEMBRO DE FUNDACIÓN PENSAR
Clarín, 12/05/14
Ante la estrategia
del gobierno de presentar como virtuosa la gestión kirchnerista durante sus
once años en el poder, es necesario mostrar la otra versión, la que corrobora
la realidad.
Si no, se corre el
riesgo de que al poco tiempo de asumir el próximo gobierno mucha gente añore la
ficción k en la que creyó. Aunque en el sector energético la realidad ha
disipado cualquier duda sobre la pésima gestión del kirchnerismo, vale la pena
repasarla.
Mayo de 2003 nada
tuvo que ver con enero de 2002.
Kirchner, asume con
el trabajo sucio, para superar la gran crisis pos convertibilidad, ya
concluido. Además, con una infraestructura de servicios en condiciones
razonables, elevada capacidad ociosa en las industrias, un sector energético
excedentario con precios y tarifas de equilibrio y el boom del precio de las
commodities con valores inéditos para nuestro país.
Lamentablemente, fiel
a sus principios populistas, el Gobierno inicia su gestión con un irresponsable
programa de gasto y consumo, sin inversión, que produce una descapitalización
de la economía y en particular del sector energético, dejando de lado la
racionalidad que proponía el Programa de Gobierno K para el sector, usado en su
campaña electoral.
Sabían lo que
correspondía hacer por el país, pero Kirchner opta por medidas afines a su
modelo de poder, como: no actualizar ni renegociar contratos con las empresas
concesionarias como lo establecía la ley de emergencia de 2002, intervenir los
entes reguladores, cooptar órganos de control, crear entes parasitarios como
Enarsa, utilizar a CAMMESA a discreción, establecer retenciones móviles al
petróleo, congelar el precio del gas en boca de pozo, congelar las tarifas de
gas y electricidad, desalentar a las empresas internacionales que prestaban
servicios para que vendieran a precio vil a amigos, manejar el sector a los
telefonazos y con amenazas, reemplazando a las instituciones establecidas por
ley.
Las consecuencias
lógicas de estos dislates formarán parte del gravoso legado kirchnerista a la
oposición y a todos los ciudadanos, quienes recibirán: la mitad de reservas de
gas que en 2003, una producción de petróleo que no ha dejado de caer desde
entonces, importaciones de más del 20% de nuestra demanda que significa US$
14.000 millones cash, cuando hace 10 años éramos autoabastecidos y
exportábamos, cortes de luz por insuficientes y obsoletas redes de distribución
y falta de generación, subsidios que rondan los $90.000 millones, cuando en
2003 no los había y se disponía de excedentes de generación y redes que se
expandían atendiendo la demanda creciente.
En fin, una herencia
problemática, pero que nuestro país está en condiciones de resolver dados los
grandes recursos energéticos con los que cuenta, que no son solo Vaca Muerta.
Pero para que ello
ocurra, a esos recursos habrá que aportarles inteligencia, tiempo y capitales,
factores ausentes en la década perdida.