Por Héctor Giuliano
(31.5.2014).
En el contexto de la
nueva ola de endeudamiento público que está llevando a cabo la administración
Kirchner acaba de anunciarse (el 29.5) un nuevo arreglo sobre la deuda externa
con los países del Club de París.
Esta noticia se suma
a toda una serie de novedades que se están produciendo aceleradamente en
materia de deuda: bonos para pago a Repsol y laudos del CIADI, obligaciones
negociables de YPF, nueva deuda dolarizada de las Provincias, nuevos bonos
nacionales colocados en el mercado bursátil, más Deuda intra-Estado –
fundamentalmente con la ANSES ,
el BCRA y el BNA – negociaciones para el pago de juicios con bonos a los
holdouts y refinanciamiento sistemático de todos los vencimientos de capital a
medida que van cayendo.
El nuevo acuerdo con
el Club de París es uno de los pilares centrales de la Hoja de Ruta Boudou para el
retorno de la Argentina
al Mercado Internacional de Capitales, es decir, para volver a tomar Deuda
Externa en gran escala.
Según la última
información oficial disponible – Ministerio de Economía (MECON), Informe
trimestral de la Deuda
Pública al 30.9.2013 – el Estado Central le debía al Club de
París unos 6.100 MD (Millones de Dólares): 5.100 por Capital y 1.000 por
Intereses.
El Club le reclamaba
a la Argentina ,
en cambio, 9.700 MD – con cifras cerradas al 30.4.2014 - donde el grueso de la diferencia (unos 3.600
MD) se entiende corresponde a intereses punitorios e intereses corridos hasta
esa fecha.
El MECON no ha dado,
hasta el momento, ninguna información detallada acerca del acuerdo suscripto -
las negociaciones entre las partes han sido absolutamente secretas – no se conocen
los términos exactos de lo pactado, no se cuenta con información desagregada de
las sumas que integran el total aceptado con el allanamiento argentino ni se
conoce cómo ha sido la evolución de dicho endeudamiento para llegar a las
cifras actuales, ya que al momento del default de fines de 2001 la deuda
directa con el Club de París era algo menor a los 2.000 MD y ahora ha crecido
prácticamente 5 veces.
Se supone que las
principales causas de este aumento han sido los intereses devengados acumulados
durante el período de cesación de pagos (12 años), la incorporación de otras
deudas bilaterales al paquete de las deudas directas con los países del Club y
la gran diferencia de cambio producida entre el dólar y el euro; pero no se
cuenta con información oficial al respecto.
No se sabe, además,
si ha habido capitalización de intereses (anatocismo) y si la Argentina tiene que
afrontar además otras erogaciones, como gastos y honorarios propios y de la
contraparte.
El gobierno Kirchner
– como en todo lo relativo a la Deuda Pública – no suministra información
desagregada ni mucho menos permite el acceso a la documentación probatoria de
las acreencias que reconoce a individuos, empresas y/o países reclamantes.
Este punto es
particularmente importante en este caso porque las obligaciones involucradas en
la renegociación están siendo teóricamente investigadas por la justicia
argentina en la causa Olmos II – que abarca las irregularidades de la Deuda Pública bajo
los gobiernos democráticos sucesores del Proceso - según la denuncia respectiva
de Alejandro Olmos, que data de 1998 (casi 20 años) y que está paralizada en el
Juzgado Federal número 2.
Aproximadamente la
mitad de esa deuda proviene de la época del Proceso Militar, es decir, que se
viene arrastrando y aumentando desde hace unos 40 años; y la misma, en su
conjunto, ha sido motivo de sucesivas reprogramaciones: entre 1985 y la
actualidad ha habido – contando la que termina de cerrarse – 6 rondas o
acuerdos en ese sentido; todos ellos motivados por el fracaso de los
precedentes dada la incapacidad de pago de la Argentina.
En este último
capítulo, sin embargo, han aparecido algunos elementos nuevos a ser tenidos
especialmente en cuenta:
1. El primero y principal es la falta de
capacidad de pago demostrada, punto que veremos enseguida.
2. El segundo – que en realidad debiera
ser el primero, dada su categoría institucional – es el de la falta de análisis
y aprobación expresa por parte del Congreso (que también veremos a
continuación).
3. Pero el tercero toca a las
características peculiares de este nuevo convenio con el Club de París – en
base a lo poco conocido hasta ahora – debido a ciertas cláusulas discutibles.
Vamos a precisar
solamente algunos de estos puntos cuestionables y/o no claros dentro del pacto
firmado que justifican lo que estamos diciendo:
a) La falta ya citada del desagregado y de
las informaciones detalladas que respaldan la llegada al monto de los 9.700 MD
en cuanto a origen y evolución del endeudamiento que da lugar al presente
arreglo, que hacen que técnicamente no se conozca lo que se ha pactado ni el
contenido de las operaciones involucradas en el acuerdo.
b) La necesidad lógica que las obligaciones
que van a ser traspasadas a la futura administración sean conocidas, analizadas
y discutidas por las fuerzas políticas con representación parlamentaria para su
aprobación definitiva o no antes que entren en vigor. O sea, que dicho convenio
tenga ratificación del Poder Legislativo.
c) Si el gobierno Kirchner remitió al
Congreso proyectos de relevancia tales como la estatización de las acciones de
Repsol en YPF y el posterior acuerdo de pago con bonos a la empresa española,
por qué no sometería un arreglo con el Club de París de la importancia
extraordinaria que éste conlleva, máxime cuando la Ley de Presupuesto 2014 – que
le confería indebidamente facultades extraordinarias en este campo – ha quedado
ahora totalmente distorsionada por los cambios introducidos unilateralmente por
el gobierno y debe ser consiguientemente revisada en todos sus puntos ?
d) La aceptación de un pago inicial de
1.150 MD - desdoblado en dos remesas, de 650 MD en Julio de 2014 y 500 MD en
Mayo de 2015 - traspasándole a la próxima administración la gran mayoría de los
vencimientos (8.550 MD) configura el mismo tipo de maniobra que en el caso de
Repsol y muy probablemente también en el próximo de los holdouts.
e) Presentar como logro de la negociación
un supuesto compromiso de inversiones a cambio de los pagos a ser efectuados –
que pueden ir desde los 1.500 a los 2.200 MD por año – es invertir la lógica
del razonamiento porque no es que la Argentina va a negociar inversiones sino al
revés: la Argentina
va a comprometer la refinanciación de la Deuda y los acreedores del Club de París, entre
otros condicionamientos, la comprometen a aceptar inversiones extranjeras, en
un mundo con excedentes de capitales, inversiones éstas que – de grado o por
fuerza – supondrán más condicionamientos y mas endeudamiento externo, público y
privado. Esto se amplía en el punto h).
f) La relativa baja tasa de interés
acordada – entre 3.0 y 3.8 % en dólares – no es un logro excepcional ni
relevante en una negociación internacional con organismos oficiales. De hecho,
según el propio MECON – último informe de Deuda Pública al 30.9.2013 – la tasa
de interés promedio ponderada con Organismos Internacionales es del 3.03 % (la
misma que con el Club de París, al que si hasta ahora se le pagaba casi el 7 %
era porque se le agregaban los intereses punitorios y otros cargos). Incluso si
se tomara como referencia la tasa promedio con “Organismos Oficiales” (que no
se sabe si están considerados dentro de este convenio con el Club), la misma
figura en el orden del 5.09 %, lo que implicaría – en el mejor de los casos -
haber obtenido una rebaja de sólo un punto porcentual.
g) El plazo de pago a 5 ó 7 años (en caso
de descalce contra ingresos por Inversiones Extranjeras Directas, aunque contra
aumento de la tasa de interés en 0.8 %) es algo que no está muy claro en cuanto
a responsabilidades de las partes, es decir, sobre qué pasa si tales
inversiones no vienen a la
Argentina por reticencia de los inversores o por falta de
acuerdo sobre los proyectos en nuestro país.
h) El punto anterior – y también lo
adelantado en el e) - es muy delicado porque las presiones extranjeras para
entrar con inversiones pueden ser un arma de doble filo en cuanto a tipos y
prioridades de proyectos públicos versus privados, localización y vinculaciones
internacionales de los mismos, concesiones y privilegios al amparo de los
Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) y, fundamentalmente, en cuanto a
inversiones que aumenten las importaciones, transferencias de utilidades y,
sobre todo, que provoquen aumento de la Deuda Externa
Privada.
i) La combinación de condiciones
negociadas en materia de plazos y tasas de interés se compensa con la
aceptación por allanamiento al mayor monto reclamado por los acreedores del
Club. De hecho, el convenio suscripto parece un híbrido a la luz del “enfoque
de Evian” del 2003, que es el criterio consensuado entre los miembros del Club
de París para los casos de reprogramación de obligaciones con los países
deudores y que contempla mayores plazos, tasas más bajas y menores
condicionamientos que los conseguidos por la Argentina.
j) Por último, la baladronada sobre la no
intervención del FMI como un supuesto logro de la negociación es cuasi
infantil: la no participación del Fondo no sólo sirve para “no mostrarle las
cuentas públicas” argentinas sino que, al revés, conviene al FMI para no tener
que expedirse sobre la situación fiscal de nuestro país, de modo de no quedar
pegado a un dictamen u opinión que racional y técnicamente no podría ser
favorable frente a un país con sobre-endeudamiento público, déficits gemelos
crecientes y crisis de Deuda por iliquidez e insolvencia. Los directivos del
Fondo seguramente están ahora incluso más tranquilos: mejor dejar que el
gobierno K se lleve “los laureles” de haberlos excluido del arreglo que
haberlos involucrado haciéndoles asumir la responsabilidad de opinar sobre un
país que se auto-define como “pagador serial” mientras vive en crisis de Deuda
a la vez que necesitando siempre más deuda que no puede pagar.
Como en todas las
operaciones de endeudamiento público, este tipo de acuerdos de refinanciación
de compromisos así como la emisión de títulos oficiales en general, se hace sin
demostración de la capacidad de pago.
Por definición - y
por lógica - el Estado Argentino está contrayendo pasivos que no puede pagar,
como no sea tomando nuevas deudas:
a) El Fisco tiene déficit fiscal creciente
– el Resultado Financiero fue negativo de 31.700 M$ (Millones de Pesos) en
2011, de 55.600 M$ en 2012 y de 64.500 M$ en 2013 – y ese déficit ya lo está
cubriendo sistemáticamente con deuda a un ritmo de 15.000 MD (Millones de
Dólares) anuales o más aún (fueron
14.600 MD en 2011, 18.800 MD en 2012 y todavía no se tienen los datos del
2013).
b) Los datos del punto anterior (datos
oficiales del MECON), empero, no son completos ni realistas porque tales
déficits del Estado están atenuados en forma artificial con grandes
transferencias de fondos provenientes fundamentalmente de la ANSES y del BCRA.
c) El saldo de la Balanza Comercial
es fuertemente decreciente (fue de 14.700 MD en 2012 y bajó a sólo 1.700 MD en
2013, según el Balance Cambiario del BCRA, aunque el INDEC computa en este
último año un saldo de 9.000 MD a favor) y la Cuenta Corriente
de la Balanza
de Pagos es directamente negativa (13.300 MD en 2013), pese al cepo cambiario.
d) El BCRA carece de una verdadera
disponibilidad de Reservas Netas: al 30.4.2014, sobre un total de Reservas
Brutas de 28.200 MD, las Reservas Netas quedan reducidas a 11.600 MD si se le
restan 16.600 MD de divisas que no le son propias: 7.000 MD de Depósitos en
Moneda Extranjera y 9.600 MD de Otros Pasivos (que son préstamos de otros
bancos centrales e internacionales). Sin contar la masa de la deuda
cuasi-fiscal por Lebac/Nobac, que está creciendo en forma extraordinaria (hoy
equivalente a 23.500 MD).
No existe ninguna
demostración de la capacidad de pago de la Argentina sobre cómo se van a afrontar las deudas
actuales ni las deudas futuras que se están contrayendo.
El nuevo acuerdo con
el Club de París, lo mismo que la deuda pública en general, sólo puede
cancelarse a costa de colocar nuevas deudas.
Y tal es el objetivo
expreso de la política de endeudamiento del gobierno Kirchner en función de la Hoja de Ruta Boudou y después
de haber traspasado la mayoría de la deuda impagable a los jubilados
desfinanciando la ANSES
y de haber descapitalizado el BCRA con el uso masivo de reservas para pagar
deuda externa y empapelado el Activo del Banco con títulos sin garantía de
cumplimiento.
Cumplida así la etapa
de usar la Deuda
intra-Estado como “préstamo-puente” mientras se marcaban récords de pagos de la
deuda con terceros – Acreedores Privados y Organismos Financieros
Internacionales (FMI, Banco Mundial, BID y CAF) – ahora ha llegado el momento
de la verdad: la falsía del “des-endeudamiento” no sólo no era cierta (la deuda
pública aumenta y no disminuye) sino que se desnuda que el objetivo de la maniobra era descargar
gran parte de la deuda externa traspasándola como costo al Estado y al Pueblo
Argentino para volver al mercado externo a contraer más deuda.
Ergo, el gobierno ha
terminado así ahondando la trampa de Deuda en que está metido: sólo puede
responder a los actuales y futuros vencimientos - que se están incrementando en
línea con las nuevas obligaciones en curso - con más emisiones de deuda.
El nuevo arreglo de
la deuda con el Club de París tiene que ser sometido a la aprobación del
Congreso: la delegación de facultades parlamentarias al Poder Ejecutivo en
materia de Deuda Pública es inconstitucional y la ley de Presupuesto 2014 tiene
que ser revisada no sólo para reformular las partidas presupuestarias debido al
cambio de los supuestos macro-económicos oficiales sino también para replantear
la concesión indebida de facultades especiales hechas al gobierno para
concertar compromisos impagables.
El gobierno Kirchner,
siguiendo su tradición de presentar las concesiones o derrotas como victorias
ante la opinión pública, ha dado otro paso flagrante en este sentido cerrando
un nuevo convenio que pesará sobre las presentes y las futuras generaciones de
argentinos.
El reconocimiento y
arreglo de esta nueva deuda con el Club de París se suma así a la oleada de
obligaciones sin capacidad de repago que la administración Kirchner está
contrayendo en las postrimerías de su gestión, bajo condiciones de manifiesta
debilidad política, fuertes inconsistencias en sus medidas financieras y graves
denuncias en su contra por corrupción generalizada.
Hoy nuevamente, con
manifestaciones exultantes del gobierno K, con elogios de la mayoría de la
partidocracia pseudo-opositora y apoyo de los grandes medios de comunicación,
el establishment financiero - local e internacional - festeja la nueva ola de
endeudamiento de la
Argentina que compromete tanto el final de la gestión de esta
administración como, sobre todo, la que asuma con el futuro gobierno.