El País, ALICIA
GONZÁLEZ 13 ABR 2014
Solo en contadas
ocasiones, un libro provoca tal revolución que fuerza a adelantar la
publicación de su edición en otro idioma. Y menos aún si ese libro está
originalmente publicado en francés y es de Economía. Pero es lo que ha pasado
con “El capital en el siglo XXI”, Thomas Piketty (Paris, 1971), que aborda la
evolución de la riqueza y la desigualdad a lo largo de la historia. Piketty
explica por teléfono sus tesis, que han suscitado el entusiasmo entre algunos
referentes de la izquierda. “Mis conclusiones no son importantes, lo importante
es que cada uno saque las suyas propias y abramos un debate que nos atañe a
todos”.
Pregunta: ¿Por qué
cree que su libro ha recibido tanta atención?
Respuesta: La
desigualdad siempre ha sido un tema de debate pero durante mucho tiempo se
abordó desde una perspectiva ideológica. La novedad de este libro es que aporta
datos y evidencia histórica sobre la evolución de la distribución de la renta y
de la riqueza. Hemos recabado información en casi 30 países, fruto de un
trabajo colectivo. El principal objetivo del libro es ofrecer una
interpretación coherente de esa evidencia histórica e intentar establecer
lecciones para el futuro.
P. ¿Por qué se ha
disparado la desigualdad en esta salida de la crisis?
R. Las tasas de
crecimiento muy bajas, como las que registra ahora Europa, son una fuerza muy
poderosa que propicia un aumento de la desigualdad porque ahí es fácil que el
rendimiento del capital, de la riqueza, tienda a ser mayor que la del PIB. Pero
una de las paradojas, especialmente en Europa, es que aunque la deuda pública
es elevada, nunca ha habido una riqueza privada tan grande en el último siglo.
En países como Francia, Reino Unido, España o Italia la riqueza neta del sector
privado equivale a entre cinco y seis años de renta nacional, de PIB. Hay que
remontarse a 1910 para encontrar datos similares. La buena noticia es que es
mejor tener riqueza que deuda, aunque los gobiernos sean pobres y muchos
ciudadanos también. Eso permite observar que los fundamentos económicos en
Europa son mucho mejores de lo que tendemos a creer. El problema reside más en
nuestras instituciones, en cómo nos organizamos. Una moneda única sin una
política fiscal ni un presupuesto común es un sistema muy complicado y no estoy
seguro de que sea una organización razonable. La buena noticia es que eso se
puede cambiar.
Una moneda única sin
política fiscal ni presupuesto común no es razonable”
P. Pero aquellos
niveles de desigualdad dieron paso a una guerra mundial y en la Gran Depresión.. .
R. Creo que lo
podemos hacer mejor que entonces. La distribución de la riqueza hoy es menos
desigual, contamos con una clase media que posee buena parte de la riqueza. La
pregunta es: ¿vamos a aumentar esa clase media y el proceso histórico de
redistribución de la riqueza o vamos a provocar un aumento de la desigualdad y
de reducción de la clase media? Es un tema serio pero aún hay tiempo de
corregirlo. Algunos han calificado mi libro como una visión apocalíptica del
futuro y yo no me reconozco en esas acusaciones. De hecho soy bastante
optimista especialmente respecto a Europa a largo plazo.
P. ¿Su tesis funciona
también para los países emergentes?
R. Creo que llegado
un punto los países emergentes se enfrentarán a las mismas cuestiones que ahora
deben encarar los países desarrollados aunque por ahora, sus problemas son
diferentes. Al final, el principal impacto del aumento de la desigualdad tiene
que ver con la relación entre el rendimiento del capital y la tasa de
crecimiento de la economía. A largo plazo hay serias razones para pensar que el
ritmo de crecimiento, en particular el incremento de la población, va a
ralentizarse en todo el mundo, incluidos los países emergentes y que el
rendimiento de la riqueza, especialmente para las grandes carteras de
inversión, va a ser mucho mayor que el crecimiento del PIB. Eso ya sucede a
nivel global, incluido China y los países emergentes. La riqueza de los más
ricos ha crecido dos o tres veces más que el PIB global durante los últimos 20
o 30 años. Es un claro reflejo del mecanismo que trato de explicar en el libro.
P. También ha habido
periodos históricos de reducción de la desigualdad.
R. Una de las
lecciones de nuestra investigación es que hay varios futuros posibles, según el
tipo de políticas e instituciones que elijamos. Si el libro tiene una
conclusión fundamental es que no hay un determinismo económico que nos lleve
inevitablemente en una dirección u otra. De alguna manera, tanto Marx como
Kuznets estaban equivocados. Sus predicciones eran opuestas pero el nexo común
es que creían en que el futuro era inexorable y yo no comparto esa conclusión.
P. ¿Qué medidas
habría que adoptar para reducir esa desigualdad?
R. La forma más
racional es apostar por la fiscalidad progresiva sobre las rentas y también
sobre la riqueza neta de los individuos. De esa forma, redistribuyes de una
forma más equilibrada las ganancias de la globalización y la solución ideal
sería hacerlo a nivel global o con la mayor coordinación posible. En todo caso,
cada país puede modificar su sistema fiscal para facilitar una mayor movilidad
de las rentas y la riqueza. Por ejemplo, en muchos países tienen un impuesto
sobre el Patrimonio que generalmente es proporcional al valor de la propiedad.
Sería mejor eliminar ese impuesto e introducir un impuesto progresivo sobre la
riqueza neta. Eso reduciría la fiscalidad que soporta la gente que está
intentando comprarse una propiedad y acumular riqueza y aumentaría sobre
aquellos que ya poseen millones y millones en activos.
P. En un mundo con
paraísos fiscales e ingeniería fiscal, no parece tan sencillo aplicar su plan
R. Depende de qué
parte. La reducción de los impuestos para quienes acumulan poca riqueza es
fácil de aplicar. Por lo que respecta a las grandes fortunas, la Unión Europea
representa una cuarta parte del PIB mundial y Estados Unidos otro tanto. Y si
se proponen de verdad batallar contra los paraísos fiscales e imponer sanciones
sobre los países que no cooperen, creo que son suficientemente poderosos para
lograrlo. EE UU acabó con el secreto bancario de los bancos suizos, por
ejemplo.
P. ¿Sus tesis
representan una nueva tercera vía para los partidos de izquierdas?
R. Creo que debemos
repensar completamente qué tipo de instituciones fiscales y de política
económica necesitamos para regular el capitalismo moderno y una distribución
moderna de las rentas y la riqueza. Pero el tipo de tercera vía que impulsó
Tony Blair en los años 90 estaba en contra de la progresividad fiscal y creo
que fue un error porque al final la progresividad fiscal es el tipo de
regulación que es más favorable al funcionamiento del mercado. Si quieres
preservar la apertura de los mercados y la globalización creo que es mejor
tener una fiscalidad progresiva que imponer barreras comerciales o controles de
capital.
P. Digamos entonces
que reformula la política económica de la izquierda
R. El objetivo principal
de este libro no es llegar a una conclusión política sino facilitar las
herramientas para que cada uno adopte su propia posición. Incluso si la gente
discrepa de las conclusiones que yo traslado de mi investigación creo que el
análisis puede ser útil e interesante para todo el mundo. Mi principal mensaje
es que la economía no es una cuestión reservada a los expertos sino que es algo
que atañe a todo el mundo.