Por Ramón Frediani.
La Voz del Interior
Luego de seis años y
medio como presidenta, Cristina Fernández ha alcanzado lo que hasta ahora
ningún Premio Nobel de Física con sus investigaciones y prácticas en
laboratorio: el enigma de dominar una de las dimensiones del Universo, el
tiempo, ya que logró el misterio de trasladar la economía del país del presente
hacia el pasado.
Así, este año la
producción nacional de automóviles será de entre 550 mil y 600 mil vehículos,
el nivel que ya habíamos alcanzado siete años atrás, en 2007 (570 mil
unidades).
Las reservas del
Banco Central están ahora en 29 mil millones de dólares, un nivel incluso
inferior al que teníamos 17 años atrás, pues en diciembre de 1997 estaban en
31.270 millones de dólares.
En materia de
pobreza, que según diversas estimaciones fluctúa en torno del 25 por ciento de
la población total, es un nivel que ya existía en el país a mediados de la
década de 1990, en plena época menemista (tan cuestionada por los
autodenominados progresistas) y que también se observaba a mediados de los ’80,
durante la gestión de Raúl Alfonsín. De manera que la montaña de subsidios
concedidos en los últimos años no ha logrado reducirla en lo más mínimo.
En desocupación, la
tasa actual de 7,5 por ciento ya existía durante la hiperinflación de julio de
1989.
Asistimos a 22 años
de involución en producción de petróleo, pues estamos en 31 millones de metros
cúbicos por año, el nivel que ya producía Argentina en 1992.
A modo de
comparación, ya en 1999 el país había alcanzado el récord histórico de extraer
49 millones de metros cúbicos por año. En gas, estamos en 41 mil millones de
metros cúbicos por año, el nivel que ya teníamos en 1999, aunque el máximo de
52 mil millones de metros cúbicos anuales se había alcanzado en 2004.
En stock ganadero,
tenemos 51 millones de vacunos, que era el volumen alcanzado en 1997, pero 10
millones debajo del máximo de 60 millones de 1978.
La última cosecha de
trigo finalizada en diciembre pasado fue de 8,2 millones de toneladas, igual a
la de 1975 (¡40 años atrás!).
Actualmente, el total
de la deuda pública, en todas las monedas emitidas (pesos, dólares, euros y
yenes), equivale a 236 mil millones de dólares, volumen superior al máximo
histórico de 2004, que fue de 191 mil millones. Recordemos que en el momento
del default de diciembre de 2001 estaba en 145 mil millones.
En cuanto a inflación
para 2014, nos aproximamos a la velocidad de la luz a un 40 por ciento anual,
porcentaje que ya padecíamos en 1972, 42 años atrás.
Y si el próximo 31 de
julio alcanzamos –Kicillof mediante– un nuevo default , ¿no habremos retornado
a la noche del 23 de diciembre de 2001, cuando en el Congreso Nacional todos
los legisladores exultantes, de pie, a los gritos y aplaudiendo a rabiar, lo
declararon como si el país hubiera alcanzado con ello un patriótico orgasmo
nacional y popular?
En síntesis, si
imaginamos a la Argentina como una nave espacial, estamos en ella viajando de
manera acelerada hacia el pasado.
Y no podría ser de
otra manera, ya que eso es fruto de persistir caprichosamente en el diseño y la
adopción de políticas públicas irracionales y pasadas de moda –para colmo,
ejecutadas sin profesionalismo y con mala praxis– que se ensayaron en otras
oportunidades y fracasaron sin excepción. Nos resta preguntarnos, para
aportarle a esta pasión por esta economía retro una pincelada de humor: en los
próximos festivales de música popular, ¿escucharemos temas de Mario Clavel,
Pedrito Rico y Xavier Cugat? ¿Vendrá de gira por Córdoba la cantante brasileña
Carmen Miranda, con su peinado lleno de coloridas frutas?
Dada la actual crisis
energética, ¿reemplazaremos nuestras estufas y calefactores a gas por un
programa social de la Anses de distribución de bolsas de agua caliente para
todos y todas?
En los días de
intenso frío, ¿reaparecerán los olvidados sabañones? Para combatir la gripe,
¿el Ministerio de Salud repartirá en las escuelas bolsitas de alcanfor para uso
obligatorio en las camisetas de los niños?
En materia de modas,
¿los hombres volverán a la gomina y a calzar galochas los días de lluvia y las
mujeres a usar enaguas, hombreras y ligas?
En casos de
desnutrición, ¿los médicos retornarán a recetar aceite de hígado de bacalao?
Es surrealista
imaginar que estas cuestiones risueñas vuelvan a ser realidad. Pero así como
vamos, todo es posible en la dimensión desconocida de la involución a que nos
transportan quienes hoy, desde el máximo nivel político, se autoproclaman
salvadores de la patria.
Fuente: La Voz del
Interior