de monseñor
Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma,
para el domingo 9 de
noviembre de 2014
AICA
Dios no guarda
silencio de indiferencia ante los males que padece la humanidad y mucho menos
manda los males que padecemos los seres humanos. Dios espera que los habitantes
de este mundo, que hizo habitable, cumplan con el mandato que nos dio desde el
momento que los creó. La Biblia ,
en lenguaje alegórico, revela que Dios dejó en manos de la humanidad la
creación entera para que la “cultivara y la cuidara” Es decir creó al Hombre:
Varón-Mujer cooperador suyo en el desarrollo o progreso de la Creación de este Mundo Lo
que acontece hoy con los males que arruinan la vida humana es la
reproducción-actualización-generalización de la anécdota bíblica de Caín que
procurando su propio provecho desprecia la vida de su hermano Abel hasta
matarlo. Y cuando Dios le pide cuenta de la vida de su hermano… le responde con
la mayor de las indiferencias: “Acaso, soy guardián de mi hermano” le contesta
con absoluta despreocupación por la suerte de Abel, su hermano. Esta estampa
bíblica durante siglos y siglos se viene repitiendo, actualizada, modernizada,
hasta con las inundaciones en la
Provincia de Buenos Aires…
A poco que se repasen archivos en
municipalidades y ministerios gubernamentales o se recurra a la memoria de gente
de campos y barrios perjudicados…se encontrarán las causas de las inundaciones
que padecemos…Si se indaga con objetividad no se encontrarían errores técnicos
junto a medidas tomadas teniendo en cuenta más bien el provecho de poderosos en
dinero o influencias o despreocupación de funcionarios de turno?
Todos los
males que padece la humanidad con mayor o menor inmediatez, con mayor o menor
responsabilidad, dependen del ser humano- Buen teólogo sería quién demostrara
que la gracia de Dios no suple la imprudencia, menos la maldad del egoísmo en
el corazón humano, tampoco la tontería de la persona engreída o idólatra de su
propio bien.
Por eso, los
argentinos-de modo particular los que se llamen cristianos- las inundaciones u
otros males en épocas de elecciones, tienen que motivarlos a seleccionar con
sumo cuidado a sus futuros gobernantes.
No hay que elegir al mejor postor en
promesas o dádivas sino a quiénes en su vida privada como pública sean probos,
es decir, eficaces y honestos, transparentes y siempre dispuestos a servir a
los demás aún contra sus propios intereses personales. Con calidez en el trato
y caballerosidad aún en el rigor de la justicia.
El político probo es la utopía
realizable que surge de un real discipulado que promueve la comunidad cristiana
cuando acompaña a jóvenes y adultos en una seria y perseverante catequesis
socio política. Es hora de unir la pastoral social-política con la pastoral
catequética en el amplio espectro de la pastoral orgánica.
Es la “deuda interna”
de la Iglesia
para con la Sociedad
argentina. ¿Es compromiso de sólo los Pastores? NO. Es compromiso de toda la Iglesia que toma
conciencia de su misión de Pueblo de Dios al servicio de la Sociedad. Por eso,
el Laicado debe estar pronto a formarse en la Doctrina Social de
la Iglesia
para pasar de simple habitante a ciudadano. Los cristianos han de vivir su Fe
en Jesús y su Evangelio en todas las dimensiones de la vida humana. Han de
sembrar la semilla del Reino de Dios anunciado por Jesús en todos los surcos de
la sociedad a la que pertenecen y conviven con creyentes y no creyentes. El
Maligno –astuta serpiente– viene sembrando la cizaña de ideologías de
injusticias y terror, de esclavitudes y muerte porque los llamados a ser sal y
luz y levadura viven en una religión alienada en ceremonias en lugar de salir a
sembrar al Dios de Jesús en la
Política para que surja una Sociedad motivada por el Amor.
Esta es la Fe Cristiana
que no se encierra en templos sino que es hasta raíz del compromiso Político
Cristiano, constructor de la nueva Sociedad de fraternidad universal. El
cristiano no impone su Fe; ofrece el Evangelio a gente de buena voluntad.
Mons. Miguel Esteban
Hesayne, obispo emérito de Viedma