by Informador
Público, 26-2-15
A pesar de que
algunos se dejan encandilar por las promesas y por la eufórica retórica de
Argentina por los convenios con el régimen chino, cualquier persona con
conciencia y preocupada por su país debería encontrar en la ratificación de
estos llamados “convenios” un grave motivo de preocupación por la serie de
ventajas otorgadas al régimen chino, que resultan ser absolutamente desproporcionadas
e incluso ilegales.
¿Por qué a Argentina
le interesa ser tan generosa con el Partido Comunista Chino (PCCh), casi
literalmente regalando sus tierras y, en los hechos, abandonando su soberanía?
¿Qué espera, en teoría, a cambio Argentina?
Evidentemente,
Argentina espera dinero. La pregunta entonces es si este dinero realmente
llegará al pueblo argentino o, peor aun, si este dinero al menos realmente
llegará al país. Es de conocimiento público que los dirigentes del PCCh,
régimen dictatorial conocido por ser uno de los más corruptos del mundo actual,
sacan dinero del país de cualquier manera. Una “inversión” o un “préstamo” son
canales típicos que ellos utilizan para sacar una parte. ¿Qué porcentaje de
estos "préstamos" e "inversiones" son utilizados con este
fin: lavar dinero en el extranjero? Y cuando no se realizan auditorías, los
envíos hacia afuera son incluso legales. ¿Cuánto podrían estar dividiéndose de
forma ilegal entre las partes involucradas en estos convenios?
El próximo gobierno argentino
deberá elegir entre pagar la deuda total –incluyendo enormes costos por
corrupción– o bailar también con el lobo, sacrificando al pueblo, si le
interesan las ganancias personales ilícitas. Pero si el nuevo gobierno
realmente se preocupa por la autonomía, la preservación de sus tierras y sus
recursos naturales, deberá confrontar cláusulas de penalización por dejar de
cumplir estos acuerdos. Estos convenios están hoy sentando las bases, y por un
muy largo tiempo, para que el PCCh se mantenga firme en Argentina por el tiempo
que sea necesario hasta agotar los recursos naturales locales, acabar la tierra
para sacar la soja, acabar el agua (el “oro fluido”) que se lleva en barcos
desde el sur de Argentina; hasta acabar con todo lo que quiera llevarse.
Esto no puede ser
llamado ni siquiera “neocolonización”, como es la presencia del PCCh en África,
porque a la postre, aquí no quedará nada. Esto es simplemente un acuerdo que
establece hegemonía para una parte, China en este caso, porque el préstamo, la inversión
hecha, está muy lejos de alcanzar el valor real de estos convenios: acceder sin
límites a la riqueza total de Argentina.
Con Argentina, la
dictadura china se ha sacado el “gordo”, corrompiendo a funcionarios y dañando
el futuro del pueblo.
Dos puntos claves que
el PCCh exige en estos convenios con Argentina:
El privilegio de la
adjudicación directa en obras públicas.
Las condiciones para
la importación de mano de obra china.
La corrupción de los
funcionarios, hasta el nivel más bajo, será la norma para adquirir obras
públicas con manos de obra directamente de China, porque es más barato. Esto
debería ser una preocupación grave para el pueblo argentino. ¿Puede el próximo
gobierno ser inmune a las tentaciones del dinero negro?
La inmigración de chinos
sacará puestos de trabajo a los argentinos. La mano de obra será importada
directamente desde China, sin pasar por las regulaciones comunes para la
inmigración. No habrá ningún beneficio para Argentina ni para los argentinos.
Todos saben que la República Popular
China es un país donde se violan los derechos humanos. Otra razón para que el
régimen chino exporte “trabajadores” es que esto también es un negocio para
ellos: buscan a estos “trabajadores” de las prisiones de China. Su mano de obra
no solo es barata o excesivamente barata, sino incluso muchas veces gratis,
porque “trabajan” a cambio de menos años de prisión, si trabajan fuera de
China. Es un negocio de pura ganancia: un “trabajador” chino manejado
completamente por la empresa, sin pasaporte en su poder, trabajando sin salir
del predio elegido hasta haber “pagado” lo que "debía" de su condena
en prisión. Y todo avalado por el país extranjero, en este caso, Argentina.
En Argentina ya hay
casos de inversiones chinas que despiertan dudas, como es el caso de la mina de
Sierra Grande, que fue adquirida con manipulación para eliminar la licitación a
principios de 2006. Las minas tienen, además de hierro de calidad no superior,
muchísimo cobalto, material que puede utilizarse para fines bélicos. Cuando se
enteraron de esto, militares chinos visitaron las minas. Las promesas de los
funcionarios locales de que los chinos traerían trabajo quedaron en la nada
cuando llegaron trabajadores chinos para la mina en Sierra Grande. Los obreros
fueron todos traídos directamente de China y allí viven, en recintos de donde
no salen, con una oficina instalada con pocos argentinos en el pueblo; no hay
ningún otro trabajo. Los rumores indican también que el secretismo con el que
trabajan ahí se debe a que en las minas además se llevan a cabo operaciones
militares que involucran material nuclear. No sería raro, teniendo en cuenta la
filosofía de lucha que ha mostrado desde siempre el régimen chino, y también
teniendo en cuenta que Sierra Grande incluyó un pequeño laboratorio nuclear
cuando fue vendida a los chinos. Es imposible que los funcionarios argentinos
no hayan sabido acerca de esto.
Inmigración china
planificada: una carta política a futuro
Las inversiones
chinas van a emplear solo obreros chinos que no saldrán al mercado común,
porque no tendrán pasaporte en su posesión, ni contactos con gente de afuera,
no se asimilarán a la sociedad que los rodea. Muchos nunca aprenderán español e
incluso varios ni sabrán en qué país están. Por eso, las inversiones chinas nunca
traen oportunidades de empleo, salvo algunos puestos de porteros o secretarias.
Pero la inmigración
va a crecer: ese es el otro lado de la moneda. Son los inmigrantes que vienen
para hacer dinero, abriendo supermercados, locales, negocios, empresas digitales
que tienen solamente personal técnico de China. Ellos incluso pueden solicitar
ayuda económica para instalar un supermercado, siempre que el lugar no sea
elegido por ellos. Así, en un pueblo de 10.000 personas aparecen de pronto dos
supermercados chinos y ellos dicen ser “enviados”, ni saben cómo pronunciar el
nombre del pueblo. En pocos años, esto igualmente no importará, ni importará si
hablan español o no, pues podrán solicitar la nacionalidad argentina y después
votar. Estos argentinos naturalizados, manipulados por las asociaciones chinas
y su embajada, serán un factor clave para tener un candidato que favorezca sus
preferencias y sus doctrinas. Esto supera un término como el de
“neocolonización”, es puramente hegemonía.
Sun Tzu decía en “El
Arte de la Guerra ”
que para salir siempre victorioso, además de conocerse bien a uno mismo, debe
también conocerse bien a la otra parte. ¿Cuánto conocemos del régimen
dictatorial chino? ¿Sabemos lo suficiente de su política en derechos humanos?
¿Sabe usted, por ejemplo que, mientras lee este escrito, cientos de miles de
personas desaparecen solo por tener una creencia espiritual, y que también
cientos miles de ellos mueren mientras sus órganos son sustraídos y vendidos en
mercados negros que involucran la participación directa de hospitales militares
chinos? ¿Y cuántos saben en Argentina sobre el coraje de algunos jueces y
fiscales, que están juzgando esto aquí en Argentina, en un caso que la propia
embajada china intentó cerrar? (La
Gran Época)