Guillermo Cherashny
Informador Público,
7-3-15
Las declaraciones de
la jueza Federal Sandra Arroyo Salgado, basadas en las conclusiones del
experimentado perito de parte Osvaldo Raffo y del comisario abogado Daniel
Salcedo -quien proviene de la policía científica- dieron por tierra la versión
oficial de los peritos forenses de la Corte Suprema de Justicia, que de arranque
forzaron las cosas concluyendo que el informe de la autopsia indicaba suicidio
y que no habían intervenido terceras personas, aseveraciones que los fiscales
de instrucción no suelen ver en ninguna autopsia.
El hecho de que un sector de
los peritos trabaje bajo la órbita del tribunal supremo no impide que sean
humanos. O sea que, cuando tomaron conocimiento del crimen, habrían sido
intimidados por los policías y prefectos que responden a Sergio Berni. El caso
es que hasta la misma fiscal Viviana Fein temería por su vida, porque hace
muchos años que en la democracia argentina no se cometía un crimen político.
Lo que viene
Lo cierto es que
ningún perito medianamente serio, viendo de dónde salió el disparo, podría
concluir que Nisman se había suicidado y también por el charco de sangre
debieron entender que tuvo una agonía importante y que no murió inmediatamente.
Aparte no hubo rigidez cadavérica. La hipótesis más seria indica que en el fin
de la agonía pusieron la pistola en el dedo de Nisman simulando un suicidio.
Por otra parte, la falta de huellas de Diego Lagomarsino en la pistola Bersa
demuestra que la limpiaron después de asestarle el tiro a boca de jarro a 2
centímetros de la cabeza, detrás de la oreja, en una forma que no coincide con
los suicidios tradicionales. Asimismo, cualquier perito debería darse cuenta de
que el cuerpo fue movido.
Todos estos errores generados por el temor al poder
fueron fácilmente descubiertas por Raffo, al que sólo le falta mostrar cómo
entraron los asesinos al departamento. Quizás la versión que da un medio
israelí de que hubo tres golpes a la puerta del departamento como contraseña
para que Nisman abriera puede haberse referido a la espía de la Secretaría de
Inteligencia que ahora trabaja junto a la Procuradora General
Alejandra Gils Carbó, Josefina Kelly. A ella Nisman le habría pedido las
últimas escuchas de la causa AMIA, que podían ser relevantes.
La semana próxima
seguramente los peritos de la querella expondrán el párrafo 12 que Arroyo
Salgado no quiso comentar en público, así como pidió el secreto en el análisis
de los archivos de las computadoras y celulares en defensa de sus hijas, ya que
el fiscal tenía debilidad por las mujeres, a las cuales, como declaró su madre,
las cambiaba todo el tiempo. Es muy probable entonces que los peritos digan la
semana que viene cómo entraron y salieron los asesinos del departamento de
Nisman, tal vez cuando Fein los reciba en su despacho. Se tratará quizás de los
últimos días de esta fiscal en la causa, porque si las pruebas se inclinan por
el homicidio la misma debería pasar a la justicia federal.