LA MUJER EN LA
REVOLUCIÓN. LA REVOLUCIÓN DE LA MUJER
VI Informe sobre la
DSI en el mundo.
Stefano Fontana (1)
Son muchos los temas
que han surgido en el mundo en el año 2013, que es el año de referencia de este
Informe, pero hay uno --realmente muy progresivo y poco perceptible por la
opinión pública-- que tiene las características de una verdadera revolución. Se
trata de las transformaciones provocadas sobre la “mujer”, la cual es tomada cada
vez más como objeto de experimentación, de intervención cultural y tecnológica,
de re-diseño e incluso de re-creación.
Este fenómeno tiene
signos exteriores y síntomas muy evidentes, pero es menos notorio el diseño
completo, la intención de quien lo maniobra, el objetivo hacia el que se
dirige.
En cuanto a los
síntomas, este Informe presenta muchos casos, y lo hace unido a los Informes
anteriores y en continuidad con ellos, en particular los relativos a los años
2011 y 2012. Por eso veremos que todas las referencias sobre biopolítica
afectan en primer lugar a la mujer, ya que se orientan a replantear por
completo la procreación y, por tanto, la maternidad.
Este fenómeno ha
madurado en estos años, también en países de larga tradición católica como los
latinoamericanos, gracias a la onda larga del nuevo código femenino lanzado en
las Cumbres de la ONU del Cairo (1994) y Pekín (1995). Véase como un ejemplo,
la sección de este Informe dedicada a América Latina, para darse cuenta de esto
de manera documentada. En muchos casos algunos países latinoamericanos, como
Argentina, están superando, en el reconocimiento de los llamados “nuevos
derechos”, a los propios países europeos, notoriamente más avanzados en el
ámbito de la secularización de la vida sexual, de la procreación y de la
familia. Hasta hace pocos años, los temas de batalla sobre la mujer eran el
divorcio, la contracepción y el aborto. Este frente continúa, como se puede
leer en este Informe, y enormes fuerzas económicas y organizativas todavía se están
utilizando para la esterilización masiva de mujeres en países pobres o para el
aborto forzado. Pero hoy estos límites parecen pertenecer al pasado, porque se
ha avanzado más allá de la línea del frente de esta “guerra mundial” sobre la
mujer. El signo radical de este cambio se ha dado con el perfeccionamiento de
las técnicas de fecundación artificial. A partir de ese momento la procreación
se ha separado del cuerpo femenino, atendiendo las demandas del
reivindicacionismo y del igualitarismo feminista de los primeros tiempos,
cumpliendo así las expectativas incluso más allá de lo previsto. La mujer pudo
liberarse de la maternidad y finalmente llegar a ser como el hombre. Si ya con
la contracepción y el aborto la mujer podía “decidir” sobre algunos aspectos
fundamentales de su maternidad, ahora ella decide de manera mucho más radical:
la fecundación, la gestación y la procreación pueden realizarse “en otro
lugar”. La fecundación artificial es, de hecho, un preludio del vientre de
alquiler y del útero artificial.
Este Informe
documenta ampliamente y examina estos signos, en los cuales se concentra el
estudio de Eugenia Roccella en el capítulo sobre “El problema del año”, pero
además intentamos comprender el diseño que está detrás y la finalidad última
que, quien gobierna estos procesos, pretende alcanzar. Con la contracepción y
el aborto comenzó la separación de la naturaleza, pero ello aún no había
ocurrido completamente. La mujer era el ámbito privilegiado para realizar esta
separación, de una forma ni siquiera vagamente comparable al hombre, aunque,
también los efectos de estas dinámicas repercuten en la pareja, en el hombre y
en las relaciones como tales. Sin embargo, la verdadera revolución, todavía no
había ocurrido. Hoy ya está sucediendo. La mujer ha sido elegida como campo de
experimentación avanzada y violenta de la completa separación de la naturaleza,
con la sustitución de lo objetivo por lo subjetivo, de lo natural por lo
artificial, de lo dado por lo producido, del derecho por el deseo y la Biopolítica
se convierte en el lugar del replanteamiento de la política misma, donde el
poder es el garante de los deseos individuales e inconmensurables.
Dicho en otros
términos, para comprender mejor el desafío: la mujer es elegida como campo de
experimentación de una humanidad nueva y posthumana. El posthumanismo pasa por
el cambio de lo que hasta ahora habíamos considerado como “mujer”. El hijo
debería ser consecuencia de la relación natural mujer-maternidad, pero el
derecho al hijo lo convertirá en una “cosa”; el niño será programado, diseñado
y seleccionado también en sentido eugenésico y racista, será un contrato y será
cada vez más un objeto de controversia jurídica; el aborto se convertirá en
“natural” y se realizará como un simple acto debido para cuando se desee, como
ya lo han demostrado las mujeres que se hacen tomar un video mientras abortan,
porque ya no lo perciben --o al menos eso parece-- como un suceso trágico por
los efectos traumáticos, sino que ahora lo ven como algo normal y cotidiano,
además las nuevas tecnologías farmacológicas han convertido el aborto en un
acto invisible; la disociación del “yo” seguirá porque la procreación separa
otros aspectos como el amor, la estabilidad, la pareja, la familia, el
parentesco. Estamos a pocos pasos de un futuro que comenzó siendo postnatural
para convertirse en posthumano.
No se comprenderá el
significado completo de esta revolución de la mujer y de la mujer en la
revolución si no lo consideramos como un proceso mesiánico y puesto
completamente en manos de la técnica, como un mesianismo de la técnica
abandonada a sí misma. La negación de la mujer es también la negación del
hombre, y la negación de la pareja que es complementaria y abierta a la vida.
En consecuencia el objetivo es la creación de individuos indiferenciados,
unisexuales y plurisexuales al mismo tiempo, intercambiables, funcionales,
utilizables, en un poliamor diverso que tiene toda la apariencia de un
autoerotismo colectivo. La sociedad de la técnica es hoy la única ideología
existente o, si queremos, es una nueva manifestación de los tantos sustitutos
religiosos de la modernidad tardía. También podría ser su última su versión.
Considerar los
movimientos alrededor de la mujer sólo desde el punto de vista sociológico o
moral, como se ha hecho, es insuficiente. De la re-creación de la mujer se está
pasando a la re-creación de lo humano en lo posthumano. El desafío es
metafísico y teológico. Si no se aborda en este nivel, él ya habrá obtenido una
victoria. Por este motivo tenemos la necesidad de valorar los muchos casos de
resistencia y de contracorriente de los que las propias mujeres son
protagonistas hoy en todo el mundo. Las mujeres que se oponen a ser utilizadas
como campo de experimentación de lo posthumano, las que rechazan algunas técnicas
de investigación prenatales porque ellas están abiertas a la vida tal como se
presente después del parto; las mujeres que hacen objeción de conciencia en su
trabajo; las mujeres que se organizan en nuevos movimientos para combatir la
penetración de la ideología de género en las escuelas, las mujeres que siguen
realizando la labor de cuidadoras, que es una expresión típica del genio
femenino, en la familia y en la sociedad; las mujeres de los países pobres que
apoyan a sus familias trabajando en actividades económicas informales para
alimentar a sus hogares; las mujeres que en los Tribunales de justicia o en los
Organismos internacionales defienden las leyes respetuosas de la feminidad; las
mujeres que siguen realizándose como esposas y madres fieles. Estas mujeres que
son muchas, son un gran recurso para continuar la creación que en parte Dios
también ha confiado al género humano, y para oponerse a la re-creación que los
poderosos han diseñado y que están llevando a cabo en todo el mundo.
Las mujeres, y las
mujeres cristianas en particular, cuentan en esta tarea con la protección de
María Inmaculada, recurriendo a ella pueden encontrar las energías para
contrarrestar este fenómeno en su propio nivel. Dijimos que la revolución de la
mujer es un proceso de relevancia metafísica y religiosa. Esto significa que
también la respuesta debe ser de orden metafísico y religioso. María es la base
que hace posible esto. Ella, Madre del Creador y Salvador, es la Mediadora para
que las mujeres y los hombres invoquen la ayuda y encuentren la fuerza para no
descuidar el proyecto creador de Dios que pasa también a través de la mujer, y
para convertirlo en una re-creación verdadera, que es aquella que nos abrió el
Hijo de Dios en la Cruz y en el Sepulcro vacío.
(1) Director del
Observatorio Cardenal Van Thuân sobre la Doctrina Social de la Iglesia.
Osservatorio
Internazionale Cardinale Van Thuân, 19-12-14