Nicolás Márquez
Informador
Público, 17-3-15
La
flamante coalición opositora de cara a las elecciones presidenciales integrada
por el PRO, la UCR ,
la Coalición Cívica
y otros elementos afines, nos hace suponer que este polo opositor será de clara
inspiración socialdemócrata, es decir progresista en lo cultural y dirigista en
lo económico. Por ende, para quienes estamos a la derecha del abanico
ideológico (es decir que defendemos los valores objetivos de la tradición
occidental y la economía de mercado) esto no podría nunca ser una buena noticia
ni tampoco un lugar que nos identifique. Sin embargo, sí consideramos que este
creciente espacio constituiría un mal menor respecto de la banda de ladrones y
degenerados que detenta actualmente el poder del Estado, la cual
ideológicamente está integrada por izquierdistas y peronistas, es decir por un
endemoniado rejunte de protervos que constituyen un mal mucho mayor respecto de
la flamante alternativa en ciernes.
Por
este motivo, nosotros desde estas líneas no dejamos de sentir cierto alivio
ante las tendencias que aparecen en escena, puesto que según las encuestas más
serias, es este armado encabezado por Mauricio Macri el que empieza a liderar
las preferencias del electorado, por encima tanto del consecuente rastrero
Daniel Scioli como del rezagado Frente Reciclador de Sergio Massa.
Por
supuesto que hay voces menos optimistas respecto de esta alianza liderada por
el PRO, las cuales sostienen con buena lógica que sufragar por un mal menor
sería en definitiva elegir una de las formas del mal, y que por ende un mal,
por menor que fuere, no podría reportarnos jamás ninguna esperanza. En
respuesta de este respetable razonamiento, nosotros creemos que reemplazar un
tumor maligno y fulminante por una gripe controlada siempre será un buen
negocio, no sólo porque esto último sería menos doloroso y peligroso que lo
primero, sino porque que el próximo paso a mediano plazo debería consistir en
permutar esa gripe por un simple resfrío, y así sucesivamente hasta por fin
recuperar gradualmente la salud, de la cual hoy estamos a inconmensurable
distancia.
Por
lo pronto, la muy probable derrota del régimen a manos de un espacio que
pretende normalizar la institucionalidad, rescatar algo del Estado de derecho y
organizar el desorden estatista y prebendario (al menos estos parecieran ser
los modestos e insuficientes objetivos de la novedosa coalición en ciernes),
constituiría un primer paso entre los muchos que habrá que dar para que nuestro
país vuelva a ser aquello que en 1942 se llamó la Argentina , y que por
entonces no sólo era la sexta potencia mundial sino el lugar elegido para vivir
y transitar un presente y un futuro que a la sazón prometía ser promisorio para
el grueso de los inmigrantes del mundo.
Lo
óptimo es enemigo de lo posible y dentro del desdichado escenario político
actual, escoger un mal menor para evitar un mal mayor está dentro de los
cánones del sentido común y por ende no nos queda mayor remedio que sujetarnos
a esto a último: aunque esta incómoda decisión electoral no obedezca en
absoluto a la convicción ideológica sino al apremiante estado de necesidad y
urgencia al que la Patria
está siendo sometida.