by Luis Tonelli
Informador Público, 9-4-15
De ser el distrito maldito para cualquiera que lo
gobernó y quiso infructuosamente llegar a ser presidente, de repente, y gracias
a la Reforma de 1994, la provincia de Buenos Aires se ha convertido(junto a la
ciudad de Buenos Aires) en la plataforma privilegiada para llegar a ocupar el
Sillón de Rivadavia.
La explicación es sencilla: el maleficio en realidad
era la expresión del poder provinciano mayoritario en el Colegio Electoral que
siempre se resistió a encumbrar a quien venía del distrito más poderoso
argentino a que sumara a ese poder, el presidencial. Toda la redacción política
de la Constitución de Alberdi estuvo dirigida precisamente a neutralizar el
poder que hasta ese momento había ostentado la provincia (donde Rosas fue solo
una corporización de esos intereses estructurales) proponiendo incluso capturar
la ciudad de Buenos Aires para que el Presidente tuviera el trono que se
merecía, cosa que recién sucedió en 1880 después de las batallas más
sangrientas de toda la historia argentina.
Y hablando de batallas, fueron ellas las que hasta
ahora permitieron que un gobernador de “la” provincia alcanzara la primera
magistratura del país: Bartolomé Mitre, gracias a la batalla de Pavón, y
Eduardo Duhalde, gracias a las carambolas causadas por la “batalla” de Plaza de
Mayo. De todos modos, es un misterio de la política porque el “estadista” que
vino de Lomas de Zamora desistió de presentarse como presidente y en cambio
optó por utilizar el novísimo poder director electoral bonaerense (casi el 40%
del voto argentino) para encumbrar a un ignoto santacruceño que contra todo
pronóstico haría historia.
De todas maneras, si el gobierno de la ciudad permitió
a quien tenía razón cuando decía estar a “cien pasos”de la Casa Rosada (De la
Rúa, Fernando), hoy tiene a su jefe de Gobierno (Macri, Mauricio) integrando la
terna de presidenciables para este año. Los otros dos, uno es el Gobernador,
(Scioli, Daniel) que si llega a ser presidente será el primero de hacerlo con
el voto del Pueblo (o de la gente, como se quiera). Y el otro, (Massa, Sergio)
es quien venció en la legislativa bonaerense (bloqueando la reelección de CFK)
y por lo tanto, presidenciable por derecho propio -una explicación simple de
porque los candidatos a gobernador no rankean demasiado es porque si lo
hicieran en un distrito con casi la mitad del electorado, apuntarían a la
Presidencia y no a la gobernación-.
Un trío que puede habilitar por su sola existencia la
posibilidad de que por primera vez se dé un ballotage diseñado para que nunca
hubiera ballotage, con eso del 45% de los votos efectivos, o el 40% sacándole
10 puntos al competidor inmediatos, como requisitos a sola firma para ser el
presidente de todos los argentinos. Imposibilidad aumentada con una PASO que en
realidad oficia de primera vuelta. Se verán si estos tercios son artificiales o
estructurales: si están rellenos de voto estratégico, como pareciera ser, el
que salga tercero en las PASO a más de 5 puntos de diferencia de los otros dos
podría sufrir tan sangría de votos que evitaría una vez más la realización de
una segunda vuelta. Si hay algo más que esa simple regla de votar a quien le
puede “ganar a quien no quiero que gane”, se tendrá que sufragar varias veces.
Entre los que adelantan las elecciones, el distrito
porteño impone una verdadera exageración estadística de instancias electivas: PASO
de la Ciudad, primera vuelta de la Ciudad, Segunda vuelta de la Ciudad
(potencial), PASO para elegir autoridades nacionales, su primera vuelta y su
potencial segunda vuelta.
El 5 de julio, fecha en que tendrá a lugar la primera
vuelta porteña, se realizará la elección a simple pluralidad de sufragios del
gobernador de Córdoba. En los Estados Unidos las primarias de New Hampshire son
muy importantes, porque aunque se trata de un distrito chico, la cobertura
mediática hace de ellas muchas veces un acontecimiento de efecto cascada.
Si bien el distrito bonaerense, con sus casi 16
millones de habitantes es la madre de toda las batallas electorales, la del 5
de julio podríamos considerarla la madrina de todas las batallas, ya que todos
los ojos se van a posar en ella para luego adelantar pronósticos.
En teoría, y hasta hace pocos días atrás, Mauricio
Macri parecía que iba a ser el gran ganador de las elecciones porteñas y
también que tenía grandes posibilidades de ver a su escudería coronando también
en Córdoba. Con esos dos distritos adentro, Macri también podría entusiasmarse
con ganar en los distritos grandes que suman casi la mitad de la población (si
le sumamos a Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, los 5.700.000
habitantes del interior de la provincia de Buenos Aires, que tiene
características más comunes con las grandes provincias que con su conurbano).
Pero inexplicablemente Macri se ha encerrado en un
laberinto del que si sale, obviamente, saldrá fortalecido como Teseo luego de
matar al Minotauro. Pero también su jugada de redoblar la apuesta en la Ciudad,
apoyando en la interna a Horacio Rodríguez Larreta contra Gabriela Michetti
puede fallar (Tu Sam dixit). Y en Córdoba la coalición UCR PRO y asociados no
viene nada bien. Un doble triunfo lo habilita a soñar con sustento en la
Presidencia. Un doble fracaso (o sea, que pierda en Córdoba y que gane
Michetti) le chamuscaría sus posibilidades feamente. Y lo que es más
importante, dado el voto mayoritariamente estratégico, si se reducen las
chances de Macri, suben las de Massa.
Y aquí, en este tablero de arena, tan imaginario que
hasta puede tener algún viso de realidad, ¡oh paradoja!, a Daniel Scioli quizás
le convendría que Macri gane en la Ciudad y pierda en Córdoba, pero no que
pierda en los dos distritos. Razonamiento maquiavélico de pacotilla: Massa con
chances, puede robarle al Frente para la Victoria a esos peronistas disidentes
quienes solo votarían al oficialismo si él enfrenta a un candidato considerado
gorila.
Macri ha apostado en cambio a ser el hombre fuerte en
la polarización de las polarizaciones, desechando la oportunidad de mostrar a
la coalición con la UCR como el hecho fundante de una potencial victoria suya.
De todas maneras, el radicalismo hará su negocio en el congreso ya que yendo
solo o con UNEN y saliendo cuarto en las PASO, lo más seguro es que casi no
recolectara representantes en el Congreso, en cambio, intercalando diputados en
lista única con el PRO conservara un número bastante importante de ellos.
Pero de llegar debilitado a las PASO presidenciales,
Macri puede ser superado por el Frente para la Victoria. Muy en especial si
convergen en el objetivo de seguir en el poder la Presidenta y el Gobernador de
Buenos Aires -tal como parecen haber empezado a hacerlo-.