por Claudio Chaves
• 29/05/2015 • Informador Público
Corría el año 1897 y el país se preparaba para una
nueva elección nacional. Gobernaba el doctor José Evaristo Uriburu, político
salteño, referente y amigo del general Roca, que desde la presidencia movía las
piezas para que el Zorro alcanzara la rosada. El viejo resentimiento entre
roquismo y mitrismo, renacía diecisiete años después. Don Bartolo, muy activo,
desplegó su influencia para cerrarle el camino a Roca construyendo con el
radicalismo naciente una propuesta denominada “las paralelas”. El entuerto
consistía en que los radicales ponían al presidente que sería Bernardo de
Yrigoyen, sin ningún parentesco con Hipólito, y el mitrismo al vice.
EL RADICALISMO
El partido radical reconoce su origen en la denominada
Revolución del ’90, cuando un rejunte de católicos, mitristas, como el
mismísimo general, la versión progre del mitrismo como Alem y también antiguos
roquistas como don Hipólito Yrigoyen, desilusionado por diez años de gobierno
del PAN, se alzaron en armas contra el gobierno de Juárez Celman. No hubo, por
cierto, homogeneidad ni sintonía de miras en aquellos revolucionarios; si bien
su intransigencia frente al fraude electoral los empujó en reiteradas
oportunidades a acciones revolucionarias que conmovieron los cimientos de la
República vacía de pueblo, no era creíble que el mitrismo dejara atrás su
política fraudulenta y golpista. De modo que entre Hipólito y su tío Alem aparecieron
serias diferencias que no es el caso narrar y que dejaré para otra oportunidad.
El primero se refugió en la Provincia de Buenos Aires donde construyó su
fortaleza dejando la organización nacional en manos de su tío, del mitrismo,
como también de figurones de claro espíritu aristocrático como Bernardo de
Yrigoyen. Para el exterior, esto es, para el pueblo de a pie el radicalismo era
una opción de gobierno, sin alcanzar a percibir la fractura entre los
dirigentes nacionales y el jefe de la Provincia de Buenos Aires.
Llegado el año 1897, como ya hemos dicho, el mitrismo
se aprestó a cerrarle el camino a Roca complicando al radicalismo en la
aventura de “las paralelas” Hipólito que advirtió a tiempo el error de abrirle
el camino al mitrismo, no dio su apoyo, clausuró el partido de su provincia
encerrándose en ella para reconstruir una opción política novedosa y en la
línea de las tradiciones federales que de alguna manera aún expresaba el
roquismo.
MASSA
Como observará el lector hoy la situación es muy diferente
a la de aquellos años, incluido el posicionamiento político, sin embargo hay
ciertos aspectos que el massismo debiera replantearse a la luz de lo narrado.
Ninguneado a nivel nacional, ocultado y corrido de su armado en provincias por
las fuerzas que hoy pretenden disputarse el escenario nacional, marginado
económicamente por los grandes grupos económicos que contribuyen a manos llenas
con las dos fuerzas políticas encumbradas, ninguneado por los grandes diarios y
las encuestadoras generosas con los generosos; digo, frente a tanta adversidad
el massismo debiera deshacer algunos acuerdos de provincia y dejar otros que no
pongan en juego la derrota de aquellos políticos que estén dispuestos a poner
fin al garantismo, la delincuencia, el narcotráfico, el juego y la decadencia
educativa. Clausurar, entonces, la lucha nacional, dejar en manos de De la Sota
la presidencial, encerrarse en la Provincia de Buenos Aires, ganarla y marchar
hacia el futuro. Es posible que le vaya bien. No está la Argentina y su pueblo
convencido, aun, de la guerra que hay que dar contra los grandes males que
corroen a la Patria. Ya vendrán tiempos mejores.