por Jorge Vitale
• 07/06/2015 - Informador Público
Daniel Osvaldo Scioli se niega sistemáticamente a dar
detalles de su patrimonio. Hace más de 160 días que Poder Ciudadano se lo
solicito formalmente. Hasta la presidenta se lo pidió cuando se entero de que
tenia plazos fijos y cajas de ahorro en dólares. Él se escuda en evasivas y,
además, en decir que el decreto 9624/80,decreto de la dictadura, requiere un
interés legítimo o un interés público Por otra parte desconoce la ley 12.475 de
acceso a la información publica, alegando que una declaración jurada no es un
documento administrativo y por otra parte viola lo dispuesto por los arts. 19
de la Convención Universal de Derechos Humanos, 13 de la Convención Americana
de Derechos Humanos y el 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, tratados todos a partir del 94 cuentan con jerarquía constitucional
¿Por qué se niega entonces Scioli? La razón fundamental es el patrimonio
exagerado, que no puede justificar, los gastos millonarios que utiliza para la
campaña y no puede de ningún modo explicar ¿De dónde surge el patrimonio del
candidato a presidente, cuando el único trabajo que se le conoce, después de la
quiebra de la empresa familiar, es haber sido contratado en el año 1989 por la
empresa sueca Electrolux Argentina? Luego, durante la década del 90, siendo
Carlos Menem presidente fue Secretario de Deportes, Diputado Nacional y luego
gobernador de Buenos Aires, es decir todos cargos públicos Sin embargo, a la
fecha se sabe que tiene muchos bienes, pero no existe declaración jurada que lo
avale. Se supone por ejemplo que es dueño de tres estancias: La Negra de 5000
hectáreas, la Morocha de 5000 y la Estrella de 1500.Esto entre otros muchos
bienes más que el candidato a presidente y hoy gobernador no aclara así como
tampoco presenta declaraciones juradas
Daniel Osvaldo Scioli nació el 13 de enero de 1957, en
el barrio de Villa Crespo, en el seno de una familia acomodada, en una vivienda
cercana a la Avenida. Corrientes y Humboldt. Hijo de Esther y José Scioli, su
abuelo poseía una casa de materiales eléctricos que luego se convertiría en
casa de electrodomésticos, negocio que representaría por años la empresa
familiar con varias sucursales y que terminó en un escandaloso cierre.
Se casó con la modelo y empresaria Karina Rabolini,
una bella joven que estudió en el Colegio Jesús María de Recoleta.
Hasta su accidente motonáutico, ocurrido el 4 de diciembre
de 1989 en el Río Paraná, su vida no tuvo grandes sobresaltos. Pero logró
reponerse de este grave accidente y continuó navegando gracias a una prótesis,
llegando a competir con las mejores embarcaciones del mundo logrando
importantes premios. Como deportista, su carrera fue un ejemplo de superación.
Fuera del plano deportivo, la historia nos devuelve a
un hombre que rara vez se ha hecho cargo de alguna responsabilidad. La quiebra
de la firma familiar y las denuncias de contrabando relacionadas con la misma
parecieron ser sólo una responsabilidad paterna, cuando la realidad era que la
empresa la integraban varios del grupo familiar incluido Daniel Scioli. Luego
vivió el incendio de su piso en avenida Callao al 2.000, casi Posadas, el cual
le costara la vida al encargado del edificio al intentar salvar a una joven. El
fuego destruyó también la vivienda del señor Maradán. En esa oportunidad, los
daños rondaban los 200.000 dólares y dicen que Scioli se declaró insolvente.
Las denuncias que el ahora gobernador nunca salió a responder, indicaban que
había construido un quincho en un área ilegal y que un descuido originó el
fuego. Nueve años después, el domingo 15 de diciembre de 1996, un nuevo
incidente de fuego se registró en el domicilio de Scioli, cuando unos amigos de
este y Karina se encontraban realizando un asado en el quincho y una brasa
ardiente despertó la alerta, que no pasó a mayores, salvo por lo anecdótico y
por la evidencia de un nuevo descuido. Sí es interesante destacar que, en esa
oportunidad, quien se dirigió a los medios para explicar el hecho fue Marcel
Bacque, asistente de Scioli en el negocio de los electrodomésticos, lo que
confirma que su participación en el rubro siempre fue activa. Además de asados
y electrodomésticos, también los liga la afición por los deportes náuticos y el
campo.
Por el lado de su pareja, se le ha criticado el haber
designado a la misma como presidente de la Fundación del Banco Provincia cuando
Karina supo tener una enorme deuda con el mismo, que superaba los 2 millones de
dólares. Si bien hoy dicen que las cuentas fueron saldadas y se remataron
incluso algunas propiedades de la firma, no quedan muy claros los datos que
aportara el hoy gobernador en su declaración jurada patrimonial siendo
vicepresidente. Lo interesante es que por este tema -como a tantos otros
funcionarios-, nunca nadie de la Oficina Anticorrupción le pidió explicaciones.
Si de manchas hablamos, muchos recuerdan la actitud
del actual gobernador de no reconocer a su hija María Lorena sino hasta que el
caso tomó estado público, gracias a una nota de la revista Gente.
Se lo ha criticado también por haber pasado de una
línea del PJ a otra, de haber estado con Carlos Menem, con Adolfo Rodríguez
Saá, con Eduardo Duhalde Formó parte asimismo de la Comisión de Investigación
para el Lavado de dinero que encabezó Elisa Carrió y luego acompañó a Néstor
Kirchner.
Si bien predomina la idea de que es alguien
acostumbrado a “acompañar” a sus padrinos políticos, quienes lo conocen saben
que tiene proyectos propios y que sus intenciones políticas suelen enmascarar
ambiciones personales
El 10 de diciembre del 2007, Scioli asumió el cargo de
gobernador de la provincia de Buenos Aires, un baluarte codiciado por diversa
clase de figuras de primer nivel, dada la decisiva injerencia en las elecciones
que tiene la provincia. Elegido por el ex presidente Néstor Kirchner para
representar los intereses del Frente para la Victoria, fue objeto de varias
observaciones, entre ellas la de no tener residencia en el ámbito de la provincia
de Buenos Aires, algo que fue solucionado con la construcción de una vivienda
que, si bien no estaba habitada -por no estar terminada-, le permitió a Scioli
sortear ese impedimento. Se lo acusaba de no conocer la provincia de Buenos
Aires y sus necesidades, pero durante su campaña recorrió diversos barrios
mostrándose interesado en aportar un cambio con la ayuda económica de la
Nación.
En esto jugó un papel importantísimo el aparato
kirchnerista y en especial el Ministerio de Desarrollo Social: se desplegó una
costosa campaña, y el clientelismo volvió a ser la vedette más codiciada
especialmente en los partidos donde la gente tiene más necesidades. Así, muchos
de los intendentes que apoyaron en su momento a Chiche Duhalde con carteles que
rezaban “Queremos a Chiche”, se alinearon a los vencedores Néstor y Cristina
obteniendo favores económicos para sus distritos y mejoras para sus imágenes
desgastadas por la mala gestión y la derrota política.
Scioli asumió en una provincia cruzada por enormes
problemas, un poder judicial saturado, corrupto, ineficiente y una policía con
idénticas características, hechos que estiraron al máximo la tolerancia del
orden. Pero la responsabilidad de la situación no tenía otro origen que la
política: años de gestiones ineficientes, de manoseos políticos e intereses
personales, degradaron instituciones tan necesarias para una gobernabilidad
creíble y eficaz; ergo, el caos era algo inevitable, sea Scioli, o quien fuera
el jefe del ejecutivo. El destino era el mismo, no se puede detener un tren sin
control empujado por años de desmadre, esto ni siquiera contando con un buen
piloto.
No hay dudas de que nadie quiere hundirse en su propio
barco, pero desde el inicio, su gestión no ha sido de las mejores. En distintas
áreas, los problemas lejos de mejorar se han acentuado, tal vez no tanto por su
propia acción, si no por -como lo decíamos- el desgaste de años de desidia.
Los hospitales se encuentran en una crisis terminal y
no hay foto de entrega de ambulancias o inauguraciones que tape esta realidad.
En cuestiones sociales, muchos de los planes
implementados no se están cumpliendo, y otros anunciados aún no están instrumentados,
con lo cual, en ambos casos, sólo algunos pocos se benefician de ellos, si
podemos llamar “beneficio” a la caridad.
Y hablando de subsidios, la entrega de estos sigue sin
control, encontrando en el camino a aprovechadores que, sin necesidad económica,
los perciben. Tan absurdo es el mecanismo irregular, que en algunos casos se
otorga “planes” a mano de obra barata, como el caso de integrantes de barras
bravas de clubes, que luego acuden a actos políticos, bien para alentar o en
épocas de elecciones, como fuerza de choque.
En materia económica, la provincia arrastra un déficit
que no se mejora ni con las mejores ocurrencias de exigir pagos tributarios,
algo que -de acuerdo a sus propios antecedentes- parecía desconocer.
El Ministerio de Trabajo provincial es otro de los
puntos débiles de la gestión, poca iniciativa, poco trabajo y mucha publicidad.
Pero de “hacer” poco y nada.
En cuanto a educación, la gestión no ha podido
desanudar la problemática con los gremios, la realidad es que el nivel en las
escuelas públicas es preocupante. En el mismo sentido, ya podemos considerar
alarmante el grado de deserción escolar. Si bien los recursos son escasos,
varios Consejos Escolares de la provincia han sufrido sendos escándalos por el
uso discrecional de esos dineros.
En el ítem Justicia, la cosa se pone más oscura, las
políticas implementadas años antes no han dado resultados satisfactorios
Medidas “huérfanas” no alcanzan para mejorar el sistema judicial, esto lo han
dicho hasta el cansancio los juristas y profesionales. ¿Para qué tener las
mejores medidas, si luego no se aplican? Es decir, se corre el mismo riesgo que
hasta el momento: criminalizar la pobreza, alentar las “revanchas” mafiosas de
quienes utilizan la ley como método de intimidación y castigo, pero por sobre
todas las cosas, se terminan arruinando vidas de inocentes que “pagan” por los
pecados de otros.
Por ello, deben existir reglas claras, pero también
debe existir igualdad, el juez, el fiscal, el defensor, el policía, el político
que no cumple con la ley o su función, debe tener responsabilidad.
De lo contrario, parecería que los chicos delincuentes
nacen delincuentes, y por eso entonces no tienen derechos, mientras que a
funcionarios corruptos, se les concede arrestos domiciliarios, falta de mérito
por el beneficio de la duda y otras comodidades a las que no todos acceden.
Parece que nadie se anima a mencionar que la verdadera
fábrica de delincuentes surge de la mala política, de los “protegidos” que son
todo servicio de políticos, de los funcionarios corruptos que proliferan
creyendo que lo que no roben ellos vendrá otro y lo hará. De los desvíos de
mercadería y fondos destinados a los más necesitados que aparecen a la venta en
Paraguay, Santa Fe, Chaco y las fronteras del norte
La inseguridad es que esa “cosa rara” en boca de
Scioli y ahora todos los días nos anuncia más patrulleros, agentes, etc.
El tema de la Seguridad bonaerense quedó para lo
último, no porque sea lo más importante, sino porque es lo más visible: es lo
que inquieta a la gente y hace que los políticos se equivoquen al hablar y,
peor aún, en las medidas tomadas.
Scioli no es el responsable de la galopante
inseguridad, mal que le pese a muchos. Podría escribir culpándolo de lo que
ocurre por ser el gobernador, pero no deja de ser una víctima más de este
entramado político peligroso No hay duda de que ha heredado una policía
corrompida desde sus orígenes y, si el gobernador es responsable de asesorarse
mal, nadie pretende que sea un experto en seguridad, pero sí debe tener la
capacidad de darse cuenta que se han burlado de él.
Cuando Scioli accedió a un pedido de los jefes
policiales de que les devuelvan sus jerarquías, ya que muchos añoraban el
título de Comisario, se equivocó en el discurso, dijo: “quiero que la policía
vuelva a sus años de gloria y que cada uno sepa quién es el comisario”, la
realidad es que la policía de la provincia de Buenos Aires no tiene un
historial de gloria, sino todo lo contrario. Por años ha sido objeto de
criticas y sospechas, y esto no desmerece a aquellos policías que sí son
héroes, pero la realidad es otra, hay que empezar a decir las cosas por su
nombre y en el día a día, la policía es corrupta. Ese nivel de corrupción,
potenciado con la impunidad, ha llevado a que algunos efectivos crucen la
delgada línea de la legalidad.
Se han intentado muchas fórmulas para depurar la
institución -que debería ser garantía de seguridad y orden-, pero todas han
fallado, porque se ve el árbol pero no el bosque.
Cuando uno dice corrupción, no habla de la corruptela
del policía “manguero”, del que le cobra al quinielero, a la prostituta, al
“transa” del barrio o el que les cobra peaje a los delincuentes de poca monta.
Hay cosas que pocos periodistas parecen saber y que los políticos simulan
desconocer, y más grave aún, ningún funcionario judicial quiere investigar.
Hablamos de narcotráfico, secuestros, robos a entidades bancarias, trata de
personas, operaciones ilegales sobre ciudadanos para intimidar, zonas liberadas
y hasta vinculaciones con el terrorismo.
Ya se hablaba de lo difícil que era controlar algunas
actividades non sanctas de los efectivos policiales cuando Felipe Solá luchaba
con algunos miembros de la Justicia federal por desfederalizar las causas por
infracción a la Ley 23.737, medida que por lo bajo se creía iba a permitir que
“los muchachos” tuvieran una nueva caja chica con esas causas y aflojaran la
ola de secuestros que tenía en jaque al gobierno provincial. Es decir, si la
queja de la Justicia era la cantidad de causas que se acumulaban, no se
entendía para qué sumar más trabajo. En realidad se buscaba darle más poder a
la policía bonaerense y además una participación en las investigaciones por
drogas. Poco a poco se comenzó a ver a la policía bonaerense en los medios, realizando
operativos antidrogas, algo que históricamente realizaban las fuerzas
federales. Como era de esperar, no tardaron en llegar los escándalos, las
denuncias y las sospechas, pero muchos miraron para otro lado.
Los aprietes, secuestros y mejicaneadas no son algo
nuevo en la policía bonaerense, como tampoco lo son los pases de factura.
Si la Auditoria de Asuntos Internos, realmente
funcionara como una auditoria, encontraría que muchos efectivos policiales no
pueden justificar sus bienes, su nivel de vida y mucho menos sus ascensos. No
hace mucho, el periodista Ricardo Ragendorfer escribió un artículo -tímido a mi
gusto- sobre los policías sospechados e involucrados en el secuestro del
empresario Leonaldo Bergara. Mencionó en el mismo la relación de un comisionado
con secuestros y personal a sus ordenes involucrado y hasta refirió que algunos
jefes policiales pagan por sus destinos. Ahora bien, ¿alguien cree que esos
pagos por destino son los ahorros de ese policía, gastados por el solo hecho de
ir a dónde le gusta? No hay que ser muy inteligente para entender que sólo se
trata de una inversión que se recuperará como sea.
Lo que nadie ha desmentido ni explicado en la denuncia
del colega, es quién y cómo permite que esto pase. Evidentemente fallan los controles.
La policía de la provincia, al igual que los menores y
los delincuentes, no se corrige con medidas efímeras, la mano dura no hizo más
que alentar corrupción en la propia policía. Vale recordar en ese sentido el
allanamiento a la Auditoria de Asuntos Internos, donde se denunciaba que se
cobraban coimas para mejorar la situación de algún efectivo sometido a
investigación.
¿Paradojas del destino? Quizás. Pero, en los hechos,
la primera dama bonaerense, Karina Rabolini, pasó de ser deudora del Banco Provincia
a presidir la fundación de la entidad, orientada a la ayuda social. Pese a los
esforzados intentos por ponerle un punto final al tema, la deuda de la mujer
del gobernador pasó a engrosar la “lista negra” de los misterios de la
Provincia.
Hoy Karina asegura que la deuda está saldada. “Pagué
como cualquier hijo de vecino”, afirma una y otra vez, asegurando incluso que
lo hizo antes de que Scioli se lanzara como candidato a gobernador.
Posiblemente se refiere a la época en que el ex motonauta se preparaba para ser
jefe de Gobierno porteño.
A fines de la década del ‘90, la ex modelo manejaba
“Karina Rabolini y Asociados”, una empresa textil que fabricaba ropa interior y
que funcionaba en Pergamino, en un edificio de cinco mil metros cuadrados por
el cual pidió un crédito hipotecario al Banco Provincia por 750 mil dólares,
para montar las instalaciones y comprar el inmueble.
Pero la crisis económica arrasó con el emprendimiento
de la hoy primera dama. Cuando las dificultades para competir con las marcas
importadas empezaron a arreciar, la empresa se cerró y el crédito pendiente del
Banco Provincia ingresó, en el fatídico año 2001, a la cartera de
“incobrables”.
Según manifestó la ex modelo en diversas declaraciones
periodísticas, el pago de la deuda se hizo de dos formas: “parte en bonos y
parte en efectivo”. Y cita como año el 2005. Hoy Rabolini comercializa
productos de belleza que llevan su nombre. Desde agosto de 2002, y sin deudas
en este nuevo emprendimiento, Virgin SA fabrica cosméticos, cremas para la
piel, perfumes y anteojos de sol
Retomando el supuesto saldo de la deuda con el Banco
Provincia, la actual primera dama contó que ésta fue pesificada y se sumaron
intereses; hubo, además, un desembolso en efectivo por 760 mil pesos y otro
pago en títulos por tres millones de pesos. En total se habrían cancelado
3.760.000 pesos. Pero el panorama sería un poco más complejo.
Dudas
Las cifras hablan por sí solas. En el patrimonio de
Rabolini, que Scioli declaró recién tres años después de convertirse en
vicepresidente de Néstor Kirchner, figuraba la deuda que la ex modelo tenía con
el Estado. En 2003 le debía 142 mil pesos a la AFIP. En 2004, esa cifra se
redujo a 132 mil pesos, en tanto que en 2005 bajó hasta los 22 mil.
Respecto de la deuda con el Banco Provincia, la ex
modelo aparecía en carácter de “fiadora”, y en la declaración se consignaba que
“se estaban llevando adelante gestiones que permitirán la cancelación total de
la obligación”.
Por su parte, el contador de Scioli, Rafael
Perelmiter, quien luego se desempeñó como Ministro de Economía bonaerense,
aseguraba por aquel entonces que “la deuda llega a los 700 mil pesos, tal vez
un poco más”. Lo reconocía. Y se anunciaba que la primera dama había pedido
“préstamos” que le permitieran pagarla en su totalidad.
De allí en más, Rabolini aseguró estar al día con el
Banco Provincia, ubicando la fecha en algún difuso momento “previo al
lanzamiento de Daniel”. Hoy preside la fundación de la entidad “ad honorem”. No
es para menos, teniendo en cuenta que nunca quedó demasiado claro el saldo de
su deuda. Por todas estas razones, para saber el real patrimonio de Daniel
Scioli, no queda otra alternativa que efectuar una denuncia penal por
enriquecimiento ilícito, conforme el artículo 268, incisos 1, 2 y 3 del Código
Penal.