Edmundo Geloch Villarino
Genta no se limitó a leernos y
comentar a Platón, Aristóteles, San Agustín y Santo Tomás, principalmente;
aunque los actualizaba con el análisis de casos diarios que educaban la
inteligencia práctica, lo cual parece haber sido bastante raro en los maestros
tomistas que he conocido.
Gentes que discurren bien en abstracto, y razonan las
verdades universales y necesarias, a veces no captan el universal en el singular
contingente, y esto es impedimento para la prudencia, que “radica en la parte
del alma donde se forma la opinión; y ….trata de materias contingentes” (I – II
, q. 57. a. 4, ad 2); “…”la prudencia reside solamente en el entendimiento
práctico” (II – II q. 47, a 2).
La formación del entendimiento práctico, entonces, no se
opera por el cultivo de la ciencia universal y necesaria, y requiere el trato
con los casos singulares y contingentes. Una se aprende por ciencia, y la otra
por experiencia. De ahí la importancia de la memoria histórica que recoge la
experiencia de los prudentes.
En su interesante estudio sobre la
Estulticia en Santo Tomás[1],
L. Jean Lauand, explica:
“Y, como veremos, el tonto stolidus, es
parangonado a la oveja. El problema de la tontería se cifra siempre en el buen
juicio sobre la realidad y sobre todo de los agibilia. Si sensatus
es el hombre razonable, con sentido común, en lo que se refiere a las acciones
particulares; a los insensati o asyneti les
falta el sentido para estas acciones (Tomás agudamente hace notar que no se
puede decir de niños que sean insensatos, sino sólo de adultos).
"Insensatus autem proprie
dicitur qui sensu caret" (Super ad Gal. cp3 lc 1). "Unde
secundum synesim dicuntur in graeco aliqui syneti, idest sensati, vel eusyneti,
idest homines boni sensus, sicut e contrario qui carent hac virtute dicuntur
asyneti, idest insensati (II-II, 51, 3, c). "Dicitur enim aliquis
insensatus, si in aetate perfecta discretione careat, non autem in puerili
aetate" (In Met. X,
6, 20).
Esta distinción acerca del sujeto y
la materia de los juicios prudenciales, era necesaria para la siguiente
sentencia:
“Tomás distingue entre la estulticia especulativa y la
práctica: hay gentes muy limitadas de inteligencia pero que saben bien actuar;
hay, en cambio, personas inteligentísimas que son estultos en su actuar:
"Peccatum dicitur tenebra,
quia intellectus obtunditur. Contra, multi peccatores inveniuntur qui habent
optimum intellectum ad capiendum. Et dicendum, quod loquitur de
obtusione intellectus practici, secundum quod omnis malus est ignorans; et non
de obtusione intellectus speculativi". (In IV Sent. d 18 q 2 ar5 cex) .
Esto explica por qué, personas muy
doctas y aún maestros de doctrina, pueden equivocarse al juzgar los hechos políticos,
y no ver su relación con el principio universal:
“Le falta sensibilidad también al stolidus,
incapaz de relacionar el efecto a su causa: "Designatur enim per hoc
maxime hominis stoliditas, quod tam manifesta Dei signa non percipit; sicut
stolidus reputaretur qui, hominem videns, eum habere animam non comprehenderet"
(CG III, 38, 5). Este es comparado a la oveja: "Per
ovem, quae est animal stultum, significatur hominis stoliditas..." (Super Ev. Io. cp 2 lc 2). Y
-siguiendo a Aristóteles- afirma que los stolidi por antonomasia son
los celtas: "Potest autem dici insanus, sicut dicitur de
celtis qui sunt stolidi" (Tab. L. Eth. cp t).
De ahí
que Genta se ocupara tanto de educar nuestras inteligencias prácticas de manera
sistemática. A más de proclamar la Pedagogía de los Arquetipos, la cultivaba en
sus cursos: leímos, gustamos y admiramos a San Luís IX y a Blanca de Castilla, a
Isabel Trastamara, a San Martín y a Rosas, a Oliveyra Salazar o a Mussolini, a
Franco y, sobre todo para los jóvenes, a José Antonio. Y los Héroes de la raza:
el Cid, Guzmán “el Bueno”, y los contemporáneos Moscardó, hasta Rudel, Prien, y
Skorzeny como ejemplos de patriotas. Todo lo cual me facilitó notablemente mi
trabajo sobre El Quijote.
Usaba
con nosotros los que suele llamarse “Método del Caso” para educar la prudencia,
hoy popularizado por The Harvard Business School y las universidades del Opus
Dei, pero que practicaron Aristóteles con Alejandro, y Carlos V con Felipe II.
Según nuestra edad, comenzaba por los casos cinematográficos de virtudes
ejemplares, especialmente heróicas en el sacrificio por Dios y por la Patria.
Ahora se ha descrito en libros, en Inglaterra y Argentina, el efecto “Genta”, de
esta pedagogía en la Guerra de Malvinas.
Si en
“PRINCIPIOS DE LA POLÍTICA”[2]
se restringía al plano sapiencial, aún
con referencias y ejemplos concretos, otros trabajos estudian la
actuación práctica de personalidades ejemplares, como Monseñor Tiso[3]
y otros no tan ejemplares, y más extensa y profundamente en “SAN MARTÍN,
DOCTRINARIO DE LA POLÍTICA DE ROSAS”[4],
pero sobre todo en “DOCTRINA POLÍTICA DE SAN MARTÍN”[5],
en mi opinión, obra fundamental para la formación del joven argentino. El Héroe
nacional, sobre cuyo caracter había escrito en aquella “PSICOLOGÍA” que
recomendaba Castellani.
Me
parece que fueron las conferencias recogidas en “ACERCA DE LA LIBERTAD DE
ENSEÑAR Y LA ENSEÑANZA DE LA LIBERTAD”[6],
en las que procuraba enseñar la prudencia política a los hombres de armas y a
los dirigentes en general, las que indujeron a los Obispos argentinos a
consultarlo permanente, hasta que Perón lo prohibió, y, luego del incendio de
las iglesias, Monseñor Menéndez, Obispo de San Martín, le envió el mensaje que yo
escuché y decía:
“Genta,
hace diez años Usted fué el único que no se equivocó”.
Porque, como se ha recogido en numerosos
testimonios, tenía una asombrosa capacidad de prever los acontecimientos, y los
resultados que obtendrían las decisiones políticas: en 1944, el final del
peronismo; en 1966, el Cordobazo; desde principios de la Segunda Guerra, cómo
influiría en nuestra Patria hasta llevarnos a la Guerra Revolucionaria; o su
propio final, cuando ofrecía “el testimonio entero” si Dios se lo pedía.
Santo Tomás enseña: “...la previsión
es la parte principal de la prudencia, ... De ahí que la palabra “prudencia”
está tomada de “providencia” o “previsión” como de su parte principal”
(“providentia est principalior inter omnes partes prudentiae... prudentiae
sumitur a providentiae, sicut a principaliori sua parte.”(II - II q. 47, a.7
ad.1) Y también: “...prudencia viene de
providencia y previsión...” (“Sed nomen prudentiae sumitur a providendo... ”)
(II – II q. 55, a. 1, ad. 1).
Por eso hasta el Presidente de la
Conferencia Episcopal, Monseñor Adolfo Tortolo, terminó tomándolo por
consejero, como escribe en una carta que poseo, donde le dice “En estos tiempos en que tanto se habla de
profetismo, Usted es un auténtico profeta...”
Amén de
los periódicos editoriales de COMBATE, en los que ejercitaba ese juicio
práctico sobre los acontecimientos claves del devenir político, algunos
folletos en momentos decisivos también lo hacían: “LA MASONERÍA Y EL COMUNISMO
EN LA REVOLUCIÓN DEL 16 DE SEPTIEMBRE”, aparecido el 16 de octubre siguiente; “¿DEMOCRACIA
CRISTIANA O MASÓNICA?”, también de 1955; “EN DEFENSA DE LA FE Y DE LA PATRIA I
y II”, de 1956 y 1957. También en COMBATE redactó los “QUINCE PUNTOS DEL
ESTATUTO NACIONALISTA”, que recogimos en varios intentos fallidos.
Y la
última serie de libros que apuntaban a despertar la inteligencia política
frente a las realidades que iban aconteciendo: “EL MANIFESTO COMUNISTA”,
terminado en mi casa en 1969; “SEGURIDAD Y DESARROLLO” en 1970 respondiendo a
Arturo Frondizi; y lo últimos: “EL NACIONALISMO ARGENTINO”, de 1972 y “OPCIÓN
POLÍTICA DEL CRISTIANO”, de 1973. Simultáneamente eran las conferencias
recogidas después en “EL ASALTO TERRORISTA AL PODER”, 2a Edición revisada, Ed. Buen Combate, 2014.
Y hasta la última
lección que fue su muerte.
Córdoba,
23 de Noviembre de 2015.
[1] L. Jean
Lauand: La Tontería y los Tontos en el Análisis de Tomás de Aquino C.I.C. Cuadernos de Información y ComunicaciónDepartamento
de Periodismo III - Facultad de Ciencias de la Información - Universidad
Complutense de Madrid
[2] Editorial Cultura Argentina, Buenos Aires, 1970.
[3] Monseñor Tiso, Ediciones del Restaurador, Buenos Aires, 1949; Sarmiento y la Masonería,
Ediciones del Restaurador, Bs. As., 1949; La Masonería en la Historia Argentina,
Ed. del Restaurador, 1949 y Ed. Rex, Bs.
As, 1951; etc.
[4] Ediciones del
Restaurador, Buenos Aires, 1950.
[5] Editorial Nuevo Orden,
Buenos Aires, 1965.
[6] Talleres Gráficos de Amilcar Sapere, Buenos Aires, 1945.