viernes, 27 de noviembre de 2015

PRAT GAY, EL GRAN ENCUBRIDOR DEL VACIAMIENTO DEL SISTEMA FINANCIERO EN EL 2001


Striptease del poder, 27-11-15

Por Lázaro Llorens.

Alegando que Argentina necesita un “cambio”, Mauricio Macri, flamante presidente electo, acaba de anunciar que Alfonso Prat Gay, ex Jefe de Negocios del JP Morgan, será su ministro de Hacienda y Finanzas. Un virtual ministro de economía.

Ambos se conocen desde hace tiempo. Desde el 2002, cuando Macri, en los albures de su carrera política, lo contrató como asesor. El economista, hoy diputado por la Coalición Cívica, había venido a la Argentina un año antes, directamente de las oficinas del JP Morgan de Londres, de la mano del inefable Domingo Cavallo, quien intentó nombrarlo como vicepresidente del Banco Central y no pudo.

Fue el ex presidente Eduardo Duhalde, por exigencias del FMI quien lo nombró en el 2002 no como vicepresidente sino como presidente del Banco Central. Cargo que mantuvo durante los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner.

En el ropero

Lo interesante del caso es que, como todos los políticos de estos tiempos, el flamante ministro de Macri, que antes de las elecciones había asegurado que “este gobierno se está llevando puesto al Banco Central”, tienen un gran cadáver en su ropero, relacionado con la deuda externa Argentina, que la justicia se encargó de recubrir con tierra.

Es una denuncia penal en la cual, Prat Gay, Mario Blejer -asesor económico de Daniel Scioli- y una centena de banqueros, están imputados por el delito de “defraudación”. Se los acusa de haber consumado una millonaria fuga de 26 mil millones de dólares de las reservas del Banco Central, que quedaron en manos de un puñado de bancos. Entre estos, el JP Morgan, propiedad de la familia Rockefeller, del cual Prat Gay había sido su Jefe de Negocios en el mundo hasta el 2001, un año antes de asumir en como presidente del Banco Central.

La denuncia fue presentada en el 2007 ante fiscal Oscar Amirante por el ex diputado Mario Cafiero quien investigó el vaciamiento del sistema financiero argentino del 2001. Según Cafiero, en esa maniobra, el flamante ministro de Hacienda y Finanzas de Macri, tuvo un rol fundamental: primero apoyar las medidas para permitir la fuga de las reservas, luego ocultar, desde el Central, el fenomenal robo. Razón por la cual, Prat Gay, Blejer y cientos de banqueros fueron imputados.

En su dictamen, el fiscal Amirante sostuvo que en la crisis financiera del 2001, que terminó con el famoso corralito “existió un plan destinado a proteger y favorecer a determinados grupos de poder económico y en especial el patrimonio de los bancos”.

“En ese plan, Prat Gay -ex hombre de Cavallo y del JP Morgan– tuvo un rol clave. Fue el gran encubridor de toda la maniobra. Pues a pesar de que los balances del Banco Central evidenciaban la descomunal estafa que los bancos habían realizado con las reservas, cuando arribó al Central tapó todo” explicó Cafiero a STP.

“Prat Gay llega a la política en el 2001 acompañando a Domingo Cavallo y haciendo lobby públicamente a favor de las calamitosas medidas del “Mingo”. Ellas consistían concretamente, en que se emplearan las abundantes reservas del sistema financiero para atender los vencimientos de la deuda pública. Medida que luego desembocó en la instauración del célebre “corralito” bancario” rememoró el ex diputado del ARI.

Según detalla el expediente, en el 2001, los principales bancos internacionales advertían que Argentina con su convertibilidad se encaminaba hacia el default de su deuda publica. Frente a esto, sostiene el fiscal en su dictamen, un pool de bancos internacionales encabezados por el JP Morgan sustituyeron 19 mil millones de dólares que tenía el sistema financiero argentino como reservas, por títulos de la deuda externa argentina, que estos bancos tenían en su poder, y que no valían nada. Así, fugaron los dólares al exterior, y dejaron en sus bancos locales sólo títulos de escaso valor.

A la par, este pool de bancos internacionales, nuevamente con el JP Morgan a la cabeza, hicieron caer un contrato que tenían con el Banco Central por 7 mil millones de dólares. Era un “contrato de pases contingentes” que obligaba a estos bancos, ante una crisis o fuga de depósitos, asistir al Banco Central con 7 mil millones de dólares.

Así, de un saque, el sistema financiero argentino perdió 26 mil millones de dólares constantes y sonantes, lo cual a su vez provocó la célebre crisis del 2001 que trajo el corralito con miles de pequeños ahorristas atrapados. “Echar manos a las reservas que trepaban a 19 mil millones de dólares y desobligarse del contrato de “pases contingentes” por 7 mil millones, fueron el núcleo de una serie de actos estafatorios que estuvieron destinados a salvaguardar los intereses de un grupo de bancos internacionales encabezados por el JP Morgan y el City Bank, en desmedro de los genuinos intereses argentinos” sintetizó ante STP Mario Cafiero.

Ingeniería financiera

La maniobra fue realizada por Cavallo a comienzos del 2001. Arrancó con el célebre Megacanje, donde se pagaron tasas astronómicas que terminaron en la justicia. Mediante él, los bonos de la deuda externa Argentina, que estaban en los bancos en el exterior fueron insertados en el sistema financiero argentino. Por esta razón, las reservas del Banco Central, que en febrero del 2001 trepaban a 19 mil millones de dólares, en noviembre de ese año, se habían evaporado.

En su remplazo había 20 mil millones de dólares en títulos de la deuda, sin valor, que quedaron en los balances de los bancos argentinos.

Para maquillar este atraco, en el último tramo de su gestión, Cavallo, mientras intentaba nombrar a Prat Gay como vicepresidente del Banco Central, a pesar de que este aún trabajaba para JP Morgan, implementó los denominados “Préstamos Garantizados”. Un ingenioso acto de contabilidad creativa, por la cual se les permitió a los bancos que computaran en sus balances esos títulos que no servían para nada, como préstamos.

De esta manera, los bancos pudieron ocultar la sustracción de las reservas y sostener ante la sociedad, que su faltante se debió al masivo retiro de depósitos ocurrido durante la crisis, cuando en realidad habían sido fugados al exterior.

El rol de Alfonso

Para Cafiero, desde un principio, Prat Gay, estuvo involucrado en esta maniobra. Hasta mediados del 2001, el flamante ministro de Macri, se había desempeñado como Jefe de Investigación y de Estrategias de Monedas del JP Morgan en Londres. Uno de los cargos más importantes de esa entidad bancaria, cuya función era especular con los movimientos monetarios y los tipos de cambio en todo el mundo.

Desde sus oficinas de Londres, en el 2000, ante una entrevistas concedidas al diario La Nación, Prat Gay había manifestado que el “JP Morgan recomendaba -a Argentina- un acuerdo político para que se reduzcan las deudas de los inversores externos, ante el creciente peso de la deuda pública Argentina.”

En Argentina saltó a la escena publica a mediado del 2001, cuando el “Mingo” Cavallo, mientras concretaba su Megacanje, que tenía como principal agente de colocación al JP Morgan, postuló a Prat Gay como vicepresidente del Banco Central.

Su nombramiento no prosperó. El senado de la Nación, a raíz de un dictamen de la Oficina Anticorrupción, rechazó el pliego destacando que su postulación violaba la Ley de Ética Pública que prohíbe que una persona ocupe un cargo público si un año antes había ocupado un cargo privado con intereses contrapuestos.

No conforme con ese rechazo Cavallo pretendió incorporarlo a su equipo económico en remplazo de Daniel Marx. Sin embargo los trágicos hechos del 19 y 20 de diciembre del 2001, acontecido por el vaciamiento del sistema financiero, dejaron todo en la nada.

Su arribo al Banco Central recién se concretó al año siguiente. En noviembre 2002 por decisión del ex presidente Duhalde que lo nombró presidente de esta entidad bancaria, por exigencias del Fondo Monetario Internacional.

Fue por ese entonces cuando Prat Gay, en los meses previos a su nombramiento, conoció a Mauricio Macri, para quien llegó a desempeñarse como asesor económico, en momentos en que actual presidente electo, comenzaba su carrera política.

Desde la presidencia del Banco Central, según la denuncia de Cafiero, el nuevo ministro de Hacienda y Finanzas, tuvo un rol clave: ocultar el manoteo de las reservas que habían hecho los grandes bancos, entre estos el JP Morgan, donde hasta hacía poco Prat Gay había trabajado.

Este monto estaba en los balances del Banco Central. Tan evidente que los propios auditores externos del Banco Central, la consultora KPMG y la Auditoria General de la Nación (AGN) habían rechazado los balances del 2001, debido a las gravísimas inconsistencias que presentaban sus cuentas.

La AGN, de manera lapidaría había manifestado que “no estamos en condiciones de expresar y, por lo tanto, no expresamos una opinión sobre los estados contables del Banco Central de la República Argentina, considerados en su conjunto”.

La historia se volvió a repetir en el 2003 cuando la AGN y la consultora KPMG rechazaron nuevamente los balances del Banco Central del años 2002, firmado por Prat Gay, señalando, que nuevamente no había continuidad en sus cuentas. Habiendo luego aprobado con graves observaciones los balances del Banco Central de los años 2003 y 2004, tal como se puede ver en la página web del Banco Central http://www.bcra.gov.ar/Publicaciones/pubbal060200.asp .

De tal manera todos los balances firmados por Prat Gay como presidente del Banco Central, fueron o rechazados, o aprobados con observaciones. “La llegada de Prat Gay al Central tuvo como objeto tapar todo lo acontecido en torno a las reservas y el contrato de pases contingentes, hechos en lo que el JP Morgan estaba seriamente comprometido. Fue el gran encubridor” concluyó Cafiero.


Ahora, como premio a esas graves anomalías, que en cualquier empresa privada habría significado la expulsión de su responsable, Prat Gay ha sido nombrado por Macri, para conducir la economía del país que se encuentra, nuevamente como en el 2001, ante una grave encrucijada. Con lo cual, Argentina debe ser el único país que en búsqueda de la institucionalidad y la República, selecciona a sus altos funcionarios no por su currículum sino por su prontuario.