Por Héctor GIULIANO
(29.12.2015)
Respondiendo a exigencias
del Fondo Monetario Internacional (FMI) el gobierno de Néstor Kirchner – en
Enero de 2006 - procedió a pagarle por anticipado la totalidad de la deuda que
entonces tenía nuestro país con el organismo, que sumaba unos 9.530 MD
(Millones de Dólares), al contado y por anticipado.
Lo hizo tomando para ello
reservas internacionales del Banco Central (BCRA), retirando las divisas y
dejándole a cambio – como vale de caja – una
Letra intransferible por ese importe, a 10 años de plazo (fecha de vencimiento 3.1.2016),
que prácticamente no devengaba interés ya que su rendimiento se fijó en línea
con el de la colocación de las reservas en el exterior, que es bajísimo (actualmente
menos del 0.001 %).
Esta letra – lo mismo que
todas las que se emitieron a posteriori en las mismas condiciones para pagar
deuda externa con terceros (acreedores privados y organismos financieros
internacionales) – implicaba transferir tal obligación como deuda intra-Estado
y carecía de capacidad de repago demostrada.
La administración Kirchner
inauguraba así su modalidad de pagos
seriales de la deuda pública existente - en default desde fines de
Diciembre de 2001 - privilegiando el pago de la deuda externa con terceros para
desagotar parcialmente ese stock y poder retornar entonces al mercado
internacional de capitales para volver a endeudarse, tal como era el objetivo
del Megacanje Kirchner-Lavagna 2005-2010 y de la Hoja de Ruta Boudou 2008; objetivo
que luego resultó bloqueado por la crisis con los holdouts.
La acumulación de estas
letras dadas al BCRA - activos financieros de calidad nula en la práctica - se
utilizó para enmascarar los efectos del vaciamiento de las reservas
internacionales del país, para mostrar utilidades contables no genuinas y para
distribuir en función de ello esas supuestas ganancias al Tesoro cubriendo los
déficits fiscales crecientes.
Como era perfectamente
previsible, estas letras intransferibles – con el primer vencimiento de
principios de Enero 2016 – no tenían ni tienen capacidad de repago y
consecuentemente iban a ser canjeadas por nuevas obligaciones análogas e
igualmente incumplibles.
Pero la nueva administración
Macri ha introducido una variante más negativa todavía para las finanzas del
Estado: convierte estas letras en bonos que rinden un 7 % de interés en dólares
y abre la posibilidad que tales instrumentos sean dados como garantía y/o parte
de pago a terceros por el BCRA, colocándolos en el mercado secundario de bonos.
Es decir, que una deuda
intra-Estado impagable pasa a convertirse así en un bono transferible –
igualmente impagable aunque mucho más caro – lo que implica permitir colocar
más deuda con terceros.
Hoy se conocieron así varias
disposiciones legales que respaldan estos importantes cambios que encara la
nueva administración Macri en el marco de su acelerado y mayúsculo nuevo festival de letras y bonos que aumentan
adicionalmente y en forma extraordinaria la deuda pública argentina:
a)
Canje de tres Letras intransferibles con
vencimientos en 2016 y 2020 – 16.000 MD (Millones de Dólares) en total - por
nuevos títulos del Tesoro Bonar 2022, 2025 y 2027, que pagan tasas de interés
del 7.75 % el primero y del 7.875 % los dos siguientes.
b)
Cambio del estatuto de estos títulos de deuda
pasándolos a bonos transferibles a terceros, sea como garantía de préstamos a
recibir por el BCRA para recomposición de reservas y/o como instrumentos de
venta en el mercado secundario para proveerse de fondos.
c)
Esta
mejora de la posición contable del BCRA se hace a costa de un fuerte
empeoramiento de la deuda del Estado a cargo del Tesoro.
La operatoria se realiza en
función de la nueva política de endeudamiento encarada por el gobierno Macri –
ministro de economía Prat Gay y presidente del BCRA Sturzenegger – apelando a
las mismas facultades especiales que viniera utilizando la anterior
administración Kirchner: Decisión Administrativa 3/2015, DNU 211/2015 y
resoluciones conexas.
En la actualidad - según
datos al 30.11.2015 – el Tesoro debe al BCRA Letras intransferibles por 70.400
MD, a lo que debe sumarse el monto de Adelantos Transitorios por 300.000 M$
(Millones de Pesos), equivalentes a 31.000 MD. En total: 101.400 MD.
El canje de estas letras por
bonos implica abrir la posibilidad cierta que el BCRA – vía garantías y/o venta
directa – vuelque estos nuevos títulos públicos al mercado, interno y externo,
con el consiguiente aumento macro de la deuda con terceros.
Y esta alternativa no es
producto de una suposición sino resultado de los términos del discurso del
ministro Prat Gay del 16.12 y de las noticias periodísticas que ya están
adelantando las próximas operaciones de endeudamiento externo, empezando por la
anunciada negociación en curso de un préstamo-puente
o colocación de deuda a corto plazo por 5.000 MD con un consorcio de bancos
liderado por la banca JP Morgan e integrado por el Citibank, el HSBC, el
Deutsche Bank, la banca Goldman Sachs y probablemente también los bancos
españoles Santander y BBVA.
El ministro Prat Gay ya había
adelantado que la tasa de interés que se estaba negociando con estos grupos
financieros iba a ser del orden del 7 % anual en dólares, lo que obviamente –
por monto y por tasa de las nuevas colocaciones de deuda – va a incrementar
inexorablemente el stock de la deuda del Estado, el gasto corriente por
concepto de intereses a pagar y además va a empeorar el perfil de vencimientos
como derivado de las nuevas
obligaciones.